Capítulo 22 - «Cita»

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Hoy, en clases, Adam no se había despegado de mi lado, excepto cuando nos tocaban en clases diferentes.
Él es una persona genial, pero creo que debería dejarle claro que no quiero nada con él, tan sólo quería su amistad y nada más allá de eso.

Hoy me sentía bien gracias a la mejora de mi pie. Como era un esguince de primer grado, con dos días de reposo tenía suficiente —o al menos eso notaba yo.

Camille no dejaba de preguntarme qué tal me había ido con mi cita y qué respondió Ben sobre la suya.
Le comenté cada detalle a Camille sobre la cita entre Adam y yo, y tuve que buscar una excusa para decirle a mi amiga el por qué Ben no quería salir con ella, por mucho que me doliese.
Como excusa, dije que Ben no estaba interesado. No era buena buscando excusas y mucho menos para cosas que no me concernían.

Al fin llegó la tarde y ni siquiera me maquillé ni me puse algo elegante para la cita con Ben. De todas formas, tampoco me interesaba, sólo lo hacía para seguir hablando con él. Podría decirse incluso que él me obligó... Bueno, tal vez no del todo pero sí en parte.

Me pareció una idea absurda el hecho de quedar en un lugar específico para la cita cuando él prácticamente vive en mi casa, aún así caminé hasta el lugar donde acordamos y esperé paciente a que Ben hiciese su aparición.

Empecé a jugar a un juego el cual descargué en mi móvil. Iba ganando hasta que el móvil empezó a reaccionar extraño.

—Jodido aparato que no sirve ni para... —murmuré, hasta que una voz me hizo reaccionar.

—Buenas tardes, Ayleen —dijo una voz la cual recordaba a la perfección.

Me giré y vi a Adam.

Tragué con fuerza.
Si Ben parecía ahora...

—¿Qué tal, Adam? —pregunté nerviosa mientras miraba a mi alrededor para corroborar que Ben no se encontraba cerca.

—Estoy bien. Por cierto, ¿esperas a alguien? —preguntó.

Aquella pregunta me hizo sentir más nerviosa aún.

—¿Alguien? Pues... esto... Sí. Bueno, tengo que irme, un placer haberte visto —me despedí mientras él me miraba extrañado y cuando crucé la esquina, empecé a correr hasta que choqué contra alguien.

—¡Auch! —dije mientras me levantaba. Noté que el pie me dolió más.

—Vaya, ¿ya querías escapar de la cita? —preguntó una voz que se me hizo odiosa.

Levanté mi mirada y no pude creer lo que veían mis ojos.
Él era Ben, sí, ¡pero estaba tremendente cambiado!
Su pelo rubio estaba repeinado, usaba una camiseta a cuadros y jean y estaba... pues eso, cambiado.

—¿Benjamín Peters? —pregunté alucinada.

—El mismo que viste y calza —respondió mientras me ayudaba a levantar—. ¿Te hiciste daño en el pie? —preguntó preocupado.

—El pie está bien —respondí, saliendo de mi asombro.

—Genial entonces. Ven, vayamos al recinto ferial —dijo y me tomó de la mano para seguirle.

No había tomado la mano de mucha gente a lo largo de mi corta vida, pero podía jurar que unas manos como esas no las toqué jamás.
Eran cálidas, aunque no muy suaves. Pero el tacto no era lo importante, lo importante era cómo me hizo sentir, y bueno... me hizo sentir bastante bien, cosa que me asustó.

Me llevó hasta el recinto y allí le solté la mano. Mientras menos tiempo la sujetase, tanto mejor.

Él me miró extrañado.

Let's play『Ben Drowned』Onde histórias criam vida. Descubra agora