Capítulo 32 - La rata sucia Pt.I

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Pasó una semana desde lo ocurrido. Jay ya se fue con su familia, y ambos nos despedimos prometiendo vernos pronto pues mi visión hacia él había cambiado bastante. Nunca pensé que él podría llegar a ser una persona agradable.
En cuanto a Ben, seguiré maltratándole en lo tocante a lo amoroso, porque no estoy realmente segura de lo que siento por él. Es demasiado extraño.

Era la primera hora de clase, y el profesor de ciencias ya estaba dando su agobiante charla cuando la puerta sonó.
Al abrirla, apareció una chica, la cual penetró nuestro aula. Aquella chica vislumbraba mientras paseaba hasta el profesor, posicionándose frente a todos nosotros.
Su cabello era rubio natural, lacio y tenía flequillo. Sus ojos eran azules y su tez demasiado pálida. Su cuerpo carecía de toda curva, y era muy delgada. Parecía no tener cejas de lo rubias que eran, al igual que pasaría con sus pestañas de no ser porque tenían rímel... O eso supuse.

El profesor y ésa extraña compartieron palabras y, cuando pareció terminar aquella corta conversación, ambos miraron hacia el frente.

-Chicos -empezó a decir el profesor-, ella es una nueva alumna procedente de Canadá. Espero que todos nos llevemos bien con ella.

El profesor miró a la chica, y ella comenzó a hacer su presentación.

-Mi nombre es Abigail, pero me dicen Abby. Tengo diecisiete años y mi afición es el baile. Sé ocho idiomas y adoro las matemáticas.

Y tras decir aquello, sonrió y pestañeo coquetamente.

Aquella chica, según deduzco por su forma de hablar y expresarse parecía... ¿cómo decirlo sin que suene demasiado mal? Tal vez... poco inteligente. Eso es, Abigail era una chica poco inteligente y muy, pero que muy coqueta.

El profesor le indicó un asiento -el cual resultó ser contiguo al mío- mientas los chicos le miraban embobados hacer su camino hasta mi lado.

Una vez estuvo sentada, me miró.

-Hola -me saludó, con una perfecta y reluciente dentadura.

-Hola -saludé de vuelta, sonando ruda.

Lo que más me había molestado de la llegada de esta chica era que, además de tener que escucharla alguna que otra vez hablar sobre moda en clase, también debía aguantarla en la recreos y hora de almuerzo, porque a mi amiga le caía bien... le caía bien... le caía... bien.

Mientas salíamos del instituto -de una mísera vez- me contentaba de no tener que volver a escuchar su aguda e irritante voz. Es decir, su voz no era lo que me importunaba realmente, sino lo que su voz tenía que decir. Sus nada ingeniosos comentarios. Al abrir la boca, era como si dijera a gritos «¡Oídme, soy idiota!». Pero ya no más Abigails, ahora me tocaba descansar mis queridos oídos.

-¡Ayleen! -gritó aquella voz.

Esa voz era odiosa, pero no tan odiosa como la de Abby.
Al girarme, pude ver al idiota pero adorable Benito.
Sí, acabo de pensar que él era adorable.

-¿Qué haces tú aquí? -le pregunté mientras me acercaba a él.

-He encontrado a tu madre casualmente en la calle y me dijo que estaba harta de llamarte y que no le atendías las llamadas así que me dio el mensaje a mí. Tengo las llaves de tu casa y algo de dinero. Nos ha pedido que almorcemos fuera porque no le dio tiempo a hacer la comida. Eso sí, no me dijo adónde iba.

Abrí mi boca. ¡Olvidé el móvil en casa!

-Gracias por informarme. Dame el dinero -dije, tendiéndole mi mano.

Benjamín alzó una ceja con incredulidad.

-Oye, tu madre me dio este dinero para que comamos ambos. Así que vamos a comer ambos -rechistó Ben.

Le miré odiosamente mientras apretaba mi mandíbula.
Es decir, no me importaba comer junto a Ben, pero sí que quería algo más de dinero.

-Anda, vamos. Conozco un lugar del que estoy seguro nunca has visitado y donde cocinan una de las mejores carnes de todo el lugar. Claro, según los comentarios de las personas, yo no he probado nada de ese lugar -me aconsejó.

Asentí con la cabeza.

-¡Ayleen! -volví a escuchar que gritaban mi nombre. Pero esta vez, sí que era un sonido molesto.

Entonces, al oler el perfume de , corroboré mis sospechas sobre Abigail Swan.

-¿No me presentas a tu amigo? -me preguntó, con ojos de esperanzada, sujetando con fuerza la correa de la mochila.

Miré a Ben, y luego a Abigail. Así que quería que le presentara a Ben...

De mala gana, comencé la «presentación».

-Ben, ella es Abigail, de Canadá; Canadá, él es Abigail, de Ben.

Ambos me miraron extrañados.
Yo también me percaté de la gilipollez que había dicho.

-Lo siento, es que estoy casada -me disculpé, golpeándome la cabeza-. Él es Ben y ella Abigail -simplificé.

-¡Encantada! -exclamó ella, y le di dos besos a Ben.

Vi a Ben ruborizarse y le sujeté de la muñeca.

-¡Venga, vamos a comer de una vez! -dije, mientras le arrastraba.

-¿Vais a comer fuera? -preguntó Abby, y Ben asintió con la cabeza mientras yo negaba- ¡Eso es genial! ¿puedo apuntarme? -pidió.

Ben asintió con la cabeza mientras yo negaba, una vez más.

Cuando tomamos asiento en Meat's house, yo me sentía como un cero a la izquierda.
La rata sucia no paraba de hablar con Benjamín. Se había llevado todo el camino hablando con él y eso no me hacía ninguna gracia. ¿Y yo qué? ¿acaso existía? Claro que existía, pero para los ojos de Ben, parecía que la única persona que veía era Abigail. La rata sucia de Abigail. ¡Es inaudito!
Aunque tal vez estaba exagerando demasiado. Simplemente, no sabía de dónde nacía toda esta ira. Me imaginaba a Abigail siendo asesinada de mil formas posibles.
Si antes me caía mal, ahora ni siquiera me caía.

Entonces, mis oídos se afinado a la conversación que ambos mantenían.

-...he estado en una academia de baile. Sé bailar diferentes tipos de música -decía ella, aún restregando la única cosa que sabía hacer... ¡y a saber si era cierto!

Ben le sonrió.

-Deberías mostrarme tus dotes -le dijo, y fruncí mi ceño.

-Tal vez, algún día a solas podría enseñarte mis más exóticos movimientos... -decía ahora ella, con doble sentido, seguro. La muy...

-Hay un movimiento que quiero que hagas, Abigail. Cierra todos tus orificios, así todos estaremos felices -solté, sin haber meditado las palabra con antelación. Entonces, al repararme en lo que acababa de decir, empecé a reír como si de una broma se tratase.

Abigail también rió, pero Ben no lo hizo, simplemente me mirada de una forma extraña, sonriendo. Parecía estar tratando algo.
Este idiota y sus indescifrables juegos.

La comida llegó y todos empezamos a comer excepto Ben, que no había ordenado nada. Me pareció extraño, pero ninguna preguntamos el por qué.

Dejé de comer y fijé mi vista en Abigail. La odiaba, y mucho. Sujeté con fuerza el cuchillo. Me las va a pagar.

Let's play『Ben Drowned』Where stories live. Discover now