Capítulo 20 - Sentimientos confusos

5.1K 585 461
                                    

—¡Eso no tiene fundamento ninguno! —exclamé histérica.

—¿Acaso «La ley de Ayleen» lo tiene? —contraatacó Ben.

Maldito idiota que a veces —pocas— es inteligente.

—¡Me da igual! ¡No saldrás con Camille y ya está! —puntualicé.

—¡Entonces tú tampoco saldrás con Adam! —exclamó él también.

¿Prefería salir con Adam y arruinar la vida de mi amiga, o prefería quedarme en mi casa y que la vida de mi amiga no se arruinase?

De todas formas, yo no tenía que seguir las instrucciones de este idiota.

—¡Está bien, Ben, puedes salir con Camille! Pero como le hagas un poco de daño, incluso el más mínimo... —amenacé, acercándome a él con el dedo índice alzado.

Ben alzó sus brazos inocentemente.

—Sólo bromeaba, Ayleen —dijo y arrugué mi entrecejo. ¿Cómo es que bromeaba?—. No quiero salir con tu amiga Camille.

Parpadeé extrañada. ¿A qué se refería con que no quería salir con Camille?

—¿Qué clase de broma pesada es esta? —pregunté mientras apretaba con fuerza mi puño.

Ben retrocedió unos pasos, temeroso.

—No me interesa tu amiga Camille —confesó.

Le asesté un puñetazo en el estómago y él se retorció de dolor sin llegar a caer.

—¿Y ahora qué hice? —preguntó con falta de oxígeno.

—¡Insistirme en algo que no querías hacer desde el principio! ¿Por qué hiciste eso? —pregunté cabreada. Este chico me acaba de mis casillas.

Él sonrió, aún con el dolor estomacal.

—Me gusta verte cuando estás celosa —confesó.

Aquello me hizo enfurecerme más aún. Así que creía que me movían los celos...

—¡No estaba celosa! Es sólo que no quería que mi amiga sufriese. Ningún humano puede salir con un demonio —deteminé, cruzando mis brazos y alzando el mentón.

Su semblante era de tristeza en aquél momento.
Pareció recuperarse y se acercó a mí.

—¿Y por qué no? —me preguntó serio.

Aquella seriedad en sus palabras me hizo sentir extraña y dudar de mi palabra.

—No saldría bien —opiné.

—¿Qué cambiaría? —insistió Ben.

—¿No es obvio? Un humano no vive para siempre, un humano tiene el alma pura...

—¿Estás intentando decirme que tengo el alma impura? —preguntó ofendido.

—Bueno, ¿no es cierto? —pregunté dubitativa.

Él ignoró mi pregunta, pero fijó sus ojos más aún en los míos.

—¿No habría posibilidad de que tú y yo fuésemos una pareja? —preguntó, dejándome congelada.

¿Por qué me ponía como ejemplo?

—No —silabé.

¿Por qué me sentí arrepentida de haber dicho eso?

Ambos nos quedamos sin palabras que decir  hasta que mi móvil sonó. Era una llamada de Adam.

—Tengo que responder —dije y salí de mi habitación.

Let's play『Ben Drowned』Kde žijí příběhy. Začni objevovat