Capítulo 12 - Pacto

5.5K 634 121
                                    

Giré mi cabeza y di un respingo. El idiota de Ben me había asustado. Estaba mirándome fijamente, con sus ojos rojos y ensangrentados.

—¡Al fin despertarse! —exclamó él.

De repente, recordé lo ocurrido. Recordé cómo me sentía, recordé... su pasado.

Le miré con lástima y él arrugó el entrecejo. Obviamente no sabía qué me había ocurrido.
Mientras estaba inconsciente, tuve un sueño... más bien una pesadilla. En ésta, yo era Ben, o eso me pareció a mí.
De repente, un hombre se acercó hasta mí y me cogió por el brazo, se le veía bastante cabreado pero no sabía por qué. Luego ví agua, muchísima agua, y sentía cómo me ahogaba... hasta que desperté.

—¿Qué te ocurrió? ¿por qué te desmayaste? —me preguntó alarmado.

—Debió ser... porque no comí nada —mentí.

Era cierto, no comí nada, pero no fue por eso que me desmayé. Ni siquiera yo lo sabía, sólo sé que me faltaba el oxígeno en aquél momento.

—Eso te pasa por tirar la comida; debes ser más consciente, Ayleen —me acusó él.

Me levanté rápida del sofá, preparada para decirle unas cuantas cosas a Ben, pero me mareé al instante.

Ben se acercó un poco más a mi y me puse algo nerviosa.

—¡Estoy bien, estoy bien! —exclamé mientras le dejaba con mi pierna.

De repente, miré el reloj.
¡Las seis de la tarde! Había quedado con Adam a las cinco. ¿Por cuánto tiempo he estado inconsciente?

—¿¡Cuánto tiempo me he llevado dormida!? —pregunté alarmada.

—Tres horas —respondió tranquilo.

¿¡Tres horas!? ¿Y lo decía así como si nada? ¡Había malgastado tres horas! Mis padres tenían que estar por venir.

De repente, escuché el motor del coche de mi padre.
Mierda, se acabó mi momento de gloria.
Ben, como de costumbre, desapareció.

Mi madre apareció por la puerta de casa y ya empezó a dar gritos.

—¡Vamos, Ayleen, muévete! ¡Ayúdanos a tu padre y a mi a mover los muebles! —exclamó.

—¿¡Cómo!? ¿No habéis llamado a nadie para que os ayude? —pregunté alarmada. ¡Qué madre más burra tengo!

—¡Claro que no! Todos te quieren sacar dinero, así que vamos a hacerlo por nuestra propia cuenta. Venga, que no pesan tanto —me obligó y asentí.

...

Después de haber movido todos los muebles, me senté en el sofá junto con una lata de refresco. Me lo merecía.
Justo cuando iba a empezar a beberlo, mi madre me lo quitó.

—¡Oye! —me quejé.

—¿Cómo que «oye»? —preguntó enfadada.

La mirada del mismísimo diablo. Esto no pintaba bien. ¿Y ahora qué había hecho?

—¿Qué ocurre? —tartamudeé del miedo.

—¿Cómo que qué ocurre? ¿Por qué has tirado la comida en el césped del vecino?

Mierda. Mierda. Mierda.

—¿Quién te dijo esa mentira? —pregunté como si fuese inocente.

Debería dejar de jugar al papel de niña inocente cuando esto pasaba. No me creía nadie a estas alturas, y yo siempre salía perdiendo... y con un dolor de cabeza tremendo.

Let's play『Ben Drowned』Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz