Prólogo

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[Laura Álvarez en multimedia]

NARRA LAURA

—Laura, ya está decidido. Es el primer día y acabas en el despacho del director.

—Pero mamá, que fue un accidente.

—Laura, el curso anterior estabas al borde de la expulsión —la cara de mis padres ahora mismo es un poema, al llegar a casa se va a iniciar la tercera guerra mundial—. Y no puedo permitir que el primer día ya me hagas una visita —añade con ironía el director, y yo no me quedo atrás y le sonrió sarcásticamente.

Sabes que tiene razón.

En fin, no hagáis caso a mi conciencia. Os cuento:

Flashback:

La verdad es que el año pasado estuve al borde de la expulsión, había faltado prácticamente toda la semana preparando "una bromita" pero al final no llego a ser nada ya que alguien me arruinó los planes... Y esa persona no fue ni más ni menos que el padre de la zorra del colegio. Sí, Inés iba a acabar con el pelo morado y con la ropa llena de pica-pica y pintura verde-moco. Pero como no, su padre, el DIRECTOR, me pilló.

Técnicamente tendría que acabar expulsada porque que sería mi sexta broma "pesada" en ese mes de Junio, y aún estábamos a 16.

Bueno, os imagináis lo que pasó: estaba por el pasillo dirigiéndome a los vestuarios, ya que Inés tenía gimansia a esa hora. Coloqué el bote de pintura al lado de su mochila, y justo cuando iba a empezar a "renovar" la ropa de marca de Inés, apreció el director; que me mandó quitar la pintura y directa a su despacho. Me echó el sermón de siempre, y luego me preguntó qué que pensaba hacer con eso.

—Pues pensaba que el verde moco no le quedaría mal a las puertas del vestuario —sonreí sarcástica.

—¿Y no tendrías pensado echarle la pintura a la ropa de alguien?

Maldito cincuentón viejo cascarrabias.

—Que sepas que tendrás una expulsión inmediata por hacer semejante cosa.

Maldito cincuentón viejo exagerado cascarrabias.

—Pero no me puedes expulsar sino llegué a hacer nada —me excusé.

—Oh no Laura, serías expulsada por todo lo que llevas hecho este mes y los meses anteriores, que tampoco me olvidé de esas visitas a mi despacho.

—Pero por eso ya estuve castigada, no tiene nada que ver.

—Ya, pero hubo una vez que te tocó limpiar el baño de los chicos y justo esa semana te pusiste enferma. ¿Qué casualidad, no?

Mierda, aún se acuerda. ¿Por qué coño no tiene alzehimer el viejo este?

—¡No podía ponerme a limpiar con 40 grados de fiebre! ¡Y menos los baños, que puedo coger SIDA o algo! —mentí rápidamente.

—Se acabó —dió un fuerte golpe a la mesa con el puño cerrado—. Estoy harto de tus excusas, Álvarez —hace una pausa antes de continuar—. Queda una semana de clase, haremos un trato. Si en esa semana no haces nada malo, te puedes quedar en este instituto, pero deberías informar a tus padres de tu casi expulsión.

—Gracias, gracias. No haré nada —justo en ese momento suena el timbre de las dos y media, lo que indica que ya se acabó el miércoles y puedo irme a casa—. Bueno me tengo que ir, adiós.

Sin esperar respuesta, cogí mi mochila y me fui corriendo.

Y eso fue lo que pasó aquel 16 de Junio. La semana que quedaba no hice nada, pero no os creáis que fue por el director, más bien fue porque tenía que estudiar mucho y como suspendiera alguna tendría academia todo el verano. Y Laura Álvarez tiene que aprovechar el verano al máximo. Así que estudié y no dejé ninguna, la verdad es que no soy mala estudiante, de vez en cuando saco algún notable. Aparte de que todo el mundo estaba de aquí para allá por acabar su curso, y con tanto ajetreo tampoco podía pensar en bromas.

No me tientes, Álvarez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora