Capítulo 16

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[Andrés en multimedia]

NARRA NICK

Tal y como estaba previsto, a las nueve estamos todo el equipo de fútbol y de animadoras en el patio, cargando nuestras mochilas.

—Entonces, ¿dijo que sí? —Nate me vuelve a preguntar sobre la conversación de ayer con Laura.

—Sí. Pero me ha costado convencerla. Qué cabezota es....

—Tendría que habérselo pedido yo —dice Ian.

—O yo —contesta el oji-azul.

—Qué sí, pero lo he hecho yo —hago una pausa—. Ahora vamos a entrar al bus que si no nos cogen los asientos del fondo.

Los asientos de atrás son los mejores. No están vigilados por profesores, están dispuestos en forma de círculo y tienen una pequeña mesa en el medio para apoyar cosas ahí. Además, podemos ir todos juntos, el resto de asientos son de dos en dos.

Y puedes comer, estar con los móviles e incluso dormir sin que nadie te moleste o sin que un profesor te riña.

Empezamos a correr y entramos los primeros en el bus. O eso creía.

Avanzamos por el pasillo hasta llegar al fondo. Una risa muy conocida para mí, invade el autobús.

—TÚ ERES RETRASADA —su risa crece más y sus ojos azules se achinan—. Y NO TIENES CURA.

—Habló —contesta la rubia, siguiéndole el juego.

Laura, que está sentada en la mesa, se agarra la barriga y sigue riendo. ¿De qué demonios se ríen?

—¿Qué es tan gracioso? —pregunta Ian con una sonrisa en la cara. No me extraña, su risa es muy contagiable.

—Nada importante —Laura hace un desdén con la mano, frenando poco a poco su risa.

Pongo los ojos en blanco, tomo asiento en frente de ella y coloco mis piernas sobre la mesa.

—¿Qué haces, moreno? Ese es mi sitio —me recrima.

—No creo que te moleste, la mesa parece muy cómoda —respondo con cierto sarcasmo.

—La mesa sí, pero tu presencia no lo es.

¿Por qué coño cada vez que dice algo tiene que ser borde y antipático, si no le he hecho nada?

Bueno, todavía.

—Pues te queda por delante un laaargo —alargo la vocal— fin de semana aguantándome a mí y a mi presencia.

—Mientras los del otro internado estén buenos y me alegren las vistas, no hay problema —contesta mirando hacia la rubia, que le guiña un ojo, ambas con una sonrisa divertida.

Frunzo el ceño.

—¿Sabes que ese equipo y nosotros nos llevamos fatal no, lo siguiente?

—Sí, ¿y?

—No nos hablamos, hay muchísima tensión entre ambos —contesta Ian por mí.

—Pues yo romperé esa tensión, os guste o no —sonríe enseñando todos sus dientes blancos.

—No deberías hacerlo —refunfuño. Sé que lo va a hacer de todos modo, es Laura Álvarez, no hace ni puto caso a lo que se le dice. Pero al menos no me quedará esa cargo de conciencia si se mete en líos.

—¿Y por qué no? —la miro a los ojos, perdiéndome en ellos. Noto como la camiseta blanca que lleva puesta se le mueve, por lo que sé que se ha inclinado hacia mí.

No me tientes, Álvarez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora