Capítulo 36

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NARRA LAURA

Me despierto de golpe, sudando.

Acabo de tener una pesadilla, y de las más desagradables que os podéis imaginar.

Nada más ni nada menos que a Lisa y a Nick fueron quiénes formaban parte de la horrible pesadilla. Pero no acaba ahí. Estaban juntos. Besándose mutuamente. En los vestuarios del internado. De fondo escuchaba las voces de Ale y Mar discutiendo, pero no pude entender lo que decían.

Sacudo la cabeza, no puede ser. Entre Nick y yo pasaron demasiadas cosas como para que haga eso. Él mismo me afirmo que Lisa no era nadie importante, que era un lío sin compromisos. El problema es que Lisa es muy caprichosa y siempre consigue lo que quiere. A eso añádele la posible obsesión que estoy al 99 por ciento segura que tiene con Nick.

Y si nos paramos a pensar y analizar todo esto, tal vez no sea obsesión, sino que va más allá. Lo puede hacer por apariencia. Por reputación. Por quedar bien. Llamarlo como queráis. Y que Nick le dé rienda no ayuda. Que la saque de sus problemas y metaduras de pata no colabora nada.

Espero que todo esto sea una paranoia mía. Que ni Lisa sea un psicópata ni que se esté aprovechando de Nick de la forma que creo que está haciendo.

Me seco el sudor que invade mi cara. Trato de controlar mi respiración, no sé que en momento se ha vuelto tan irregular y rápida.

Tiro para atrás las sábanas y busco una goma para el pelo. Me hago una coleta alta y por fin ya consigo controlarme.

Lo paso muy mal cuando tengo pesadillas. Y todo por culpa de un mal día, de un catastrófico día.

El día que murió mi abuela materna, a la cual quería mucho y sigo haciéndolo. Entre nosotras había un fuerte lazo de amistad, era prácticamente mi mejor amiga. Fue la única que estuvo a mi lado durante mi infancia mientras mis padres daban la vuelta al mundo saltando de negocio a negocio.

Después de que su fallecimiento, mis padres se volvieron sobreprotectores. Sin embargo, sólo cuando estaban en casa. Sus horas diarias en la oficina disminuyeron, pero no pasaban el suficiente tiempo conmigo.

Por eso empecé a portarme mal en la escuela. Sólo para llamar la atención de mis padres. Y no lo conseguí hasta que hace seis meses puse la gota que culminó el vaso. La broma pesada del dieciséis de junio hizo que me ganara una expulsión.

Eso conllevó que me trajeran a este internado, al cual aún no le he cogido cariño. En vez de conseguir estar más cerca de ellos obtuve lo contrario, seis horas y muchos kilómetros se interponen entre nosotros. Por ese motivo no estaba muy animada al irme de vacaciones de Navidad. Se supone que es una época del año familiar y feliz, pero nada sale como quiero. Me enfadé cuando dijeron que íbamos a ir a cenar con otra familia. Seguro que era por negocios, pensé en su momento. Todavía no lo tengo muy claro. Los padres de Nick poseen un negocio bastante importante, tal vez vieran intereses en sus "viejos amigos".

El caso es que el día que murió mi abuela había empezado por el pie izquierdo, y en la escuela me fue peor. Imaginaros como se me vino el mundo a abajo cuando me dijeron que la abuela sufrió un infarto y no pudieron llevarla al hospital a tiempo.

Aquella noche me encerré durante horas en mi habitación, tenía doce años. A las dos de la madrugada intenté dormir, pero las pesadillas me lo impidieron. Una tras otras, así durante varios días. Me persiguieron las semanas siguientes, lo pasé bastante mal.

Hace tres años que no tengo ninguna, por lo cual me estoy preocupando. Sólo espero que no signifique nada, que sea debido al cansancio y a las emociones juntas la última semana. Como si le echan la culpa a las hormonas.

No me tientes, Álvarez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora