Capítulo 25

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NARRA MAR

—Siguen sin coger el móvil. Me salta el maldito buzón de voz y dice que o lo tienen apagado o están sin cobertura —informo arrancando un poco de hierba que tengo a mi lado. Estamos todos en el patio del internado.

Llevamos desde el sábado preocupados por Nick y Lau. ¿Por qué narices no regresaron? Se supone que Nick tendría que ir detrás de ella porque fue él quién causó su huida. Pero también se supone que deberían volver cogidos de la mano en amor y compañía.

Porque sí, vi todo lo que pasó en el Mc Donalds. Más bien lo vió Nate y me aviso, así que nos enteramos los dos. Ian y Ale viven en la ignoracia.

—A saber dónde se metieron... —comenta Nate.

—Yo creo que se pillaron una habitación en un motel —murmura Ale a mi lado, de forma que sólo yo pueda escucharlo. Le doy un golpe en la nuca, a lo que ella se queja.

Y menos mal que Clark no está este fin de semana. Se lo cogió libre. La única adulta que está al tanto de su desaparición es Sofía, pero creo que se está empezando a correr la noticia por todo el internado.

De repente, oigo el ruido de un motor acercarse. Y al parecer no soy la única que lo ha escuchado. En unos pocos minutos aparece una furgoneta blanca –aunque está manchada de marrón por algunas partes debido al barro– delante nuestra. Para nuestra sorpresa, de ella baja un señor mayor, acompañado de dos adolescentes.

—Ya hemos llegado —dice el señor. Una chica morena a la cual no le veo la cara se gira en nuestra dirección y sonríe. Ale y yo no tardamos en correr hacia ella al reconocerla.

—Chicas, sé que me habéis echado de menos, pero me gustaría seguir respirando —bromea. Ale y yo dejamos de abrazarla.

—Menudo susto nos pegaste, guarra. Pensé que te había secuestrado un violador o algo —dice Ale riéndo. Sí, ésa era otra de sus teorías.

—Si Nick cuenta como violador, no te equivoc-

—¡¿Pero dónde estuviste?! —la corto dándole un repaso—. Tienes la ropa manchadísima y un poco húmeda, parece que no has dormido en año, y ya ni hablar de tu pelo.

Bah, nada que un par de lavados y maquillaje no arreglen —le quita importancia la rubia haciendo un desdén con la mano.

—A ver, chicos —Ian interrumpe nuestra conversación. Pasa un brazo por los hombros de Laura, llevándonos junto a los demás, y prosigue—: contadnos vuestra versión de lo qué pasó.

Laura y Nick intercambian una mirada.

—No hay mucho que contar —empieza Nick—. Ella salió corriendo, la seguí, pero como estaba lloviendo con mucha fuerza, nos resguardamos en un sótano que estaba abierto.

—La idea fue de Nick —puntualiza Laura.

—¿Hubieras preferido mojarte bajo la lluvia? —cuestiona.

—Pues hombre, al menos ya no tendría que pasar un día ahí encerrada con un aborto de simio.

—Pues que sepas que este simio se preocupó por ti, te dejó su chaqueta y te dió alimento —y dicho esto, Nick se larga malhumorado.

No me tientes, Álvarez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora