Capítulo 26

6.7K 287 153
                                    

NARRA LAURA

Oh, mierda.

Me duele la cabeza horrores, joder. Necesito medicamentos ya.

No recuerdo nada de lo que pasó ayer. Bueno, algo sí. Sé que llegó el neandertal de Nick con Lisa a la fiesta, pero yo acabé echándola. Después alguien me ofreció una copa de algo con alcohol, y no paré hasta tomar... ¿cinco? No sé, por ahí. Y luego me fui a la pista de baile, donde acabé en un beso acolorado con Ian.

Mierda, ¿qué coño he hecho con mi vida? Joder, ni me paré a pensar que hacía liándome con él.

Y a partir de ahí no recuerdo nada. Espero que el beso quedase en un beso y no fuera a más, aunque conociéndome, ya no sé que esperar.

Poco a poco voy abriendo los ojos. Me incorporo en la cama en la que estoy, y abro los ojos como platos al ver que no es mi habitación. Lo primero que hago es comprobar mi ropa. Doble mierda. Solamente tengo una camiseta ancha gris y mis bragas. En el suelo de la habitación está mi ropa tirada, aunque está toda junta.

Me vuelvo a tirar en la cama y coloco la almohada encima de mi cara. ¿Nunca habéis querido dormir durante meses y volver a despertar cuando todo ya haya pasado y esté arreglado? Bien, pues así me siento.

No me puedo largar de esta habitación así sin más, necesito saber de quién esta camiseta y que hice ayer por la noche. Además de que con el dolor de cabeza que tengo no creo que pueda andar si evitar caerme varias veces.

A quién quiero engañar. En realidad estoy esperando a ver si mi deseo se cumple y puedo viajar en el tiempo hasta dentro de dos meses.

Un ruido se cuela entre mis pensamientos. Creo que alguien está abriendo la puerta de la habitación, la cual antes estaba cerrada. Hago más presión con la almohada en mi cara, por favor que no me vea, por favor que no me vea...

—Laura, levántate.

Dejo de hacer presión en la almohada y contengo la respiración.

—Laura, lévantate, no te lo vuelvo a repetir.

Coño, ya parece mi madre.

—¿Nate? —digo sin quitar la almohada de mi cara.

—Sí, soy yo —suelto un suspiro. Menos mal que no es ni Nick ni Ian—. Pero como no te levantes ya vas a recibir visitas, y no creo que sea lo más conveniente.

Me quito la almohada de la cara y me incorporo nuevamente en la cama.

—Toma —me tiende un vaso de agua y una pastilla—. Fijísimo que tienes un resacón....

—Pues sí —gruño. Cojo el vaso y saco la pastilla del envoltorio, tirándola al suelo. Me la trago mientras doy un sorbo al vaso, y no paro de beber hasta acabármelo. Aunque hubiera preferido tirarme el vaso por la cara a ver si así despierto.

—Gracias Nate, eres muy buen amigo. Ya te devolveré el favor —el oji-azul imita mi voz—. De nada, Laura, para eso están los amigos.

Ruedo los ojos.

—No estoy para mierdas, Nate. Vete al grano, ¿qué paso ayer? —alzo mis cejas esperando su respuesta.

—Eso esperaba que me dijeras tú.

—¿Yo?

—Sí, digo yo que tú sabrás lo que has hecho.

No me tientes, Álvarez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora