Capítulo 28

7K 280 106
                                    

NARRA LAURA

Juego con las pulseras de mi mano mientras espero a que el gimnasio se llene.

Hoy es el día tan esperado por alguno, el día en el que se decidirá quién ganó la apuesta. Pero todos sabemos que, obviamente, voy a ganar yo.

¿Por qué? Porque soy la puta ama. 

Puto ego.

Levanto la vista cuando oigo la alegre risa de Mar. Viene acompañada de Nate, quién ha sido el motivo de su risa. Se le ve más feliz que por la mañana, la pelirroja se debe de pensar que no me he dado cuenta de que estaba de bajón, lo ha ocultado muy bien, pero detecto las mentiras muy rápidamente.

Y antes de que digáis nada, no he hablado con ella sobre su estado por dos motivos: uno, Mar nunca está triste, y si lo está es por algo importante, entonces habría que hablar con ella sobre el tema con tacto –creo que no hace falta decir que soy muy impulsiva y que por lo tanto eso me resultaría casi imposible–. Y dos, apenas la he visto en lo que llevamos de día, ha estado muy ausente. Y cuando resulta que llega a la habitación dice que se olvidó algo y que tiene que ir a buscarlo. Pero no la creo, se había marchado hace más de una hora y resulta que ahora está en el gimnasio riendo acompañada del oji-azul.

En fin, digamos que no me cuesta sacar conclusiones.

Cuando Nate se aleja de ella para ir junto Ian y Nick, voy caminando hasta llegar a su lado.

—¿Qué tal estás? —pregunto sin levantar mucho el tono de voz. Ella frunce el ceño. Por mucho que actúe, puedo ver detrás de esa mirada preocupación y tristeza.

—Bien, ¿y tú? ¿Estás nerviosa?

—Mar, no me lo creo. Y no cambies el tema de conversación hacia mí. Sé que soy súper interesante y que te gusta estar al día de lo que pasa con mi vida, pero disimula un poco —bromeo. Ella deja escapar una pequeña risa.

—Estoy bien, ¿por qué he de estar mal?

Alzo una ceja. 

—De tonta no tengo ni un pelo —digo—. Puede ser que no saque tan buenas notas como tú, pero para lo que quiero espabilo. Y más si se trata de amigas, Mar.

Ella se muerde la mejilla interiormente. Repasa el lugar con la mirada, y como no responde, decido seguir hablando yo.

—Oye, si quieres me lo cuentas cuando estamos a solas —hago una pausa—. Es más, si quieres, no me lo cuentes. Pero haznos un favor a todos y sonríe, actúas muy bien y tal, pero te conozco demasiado como para pasar por alto tu actitud distante y desanimada.

—Vale, hablaremos más tarde, pero tú y yo solas.

Asiento y cambio de tema para que no se sienta incómoda. Unos minutos después, unos golpes en un micrófono resuenan por todo el gimnasio, llamando la atención de los presentes. Taylor, el delegado de nuestro ciclo, ordena que nos callemos.

—Durante estos días ha estado en boca de todos el reto que se ha establecido entre dos alumnas, Lisa Adams y Laura Álvarez, lo cual ha llevado ha crearse dos bandos —empieza a explicarse—. Pero, como era de esperar, un bando es más grande que el otro. Unos estaban en contra del comportamiento de Laura, y muchos otros la apoyaban —él me mira disimuladamente. Dejo escapar una sonrisa orgullosa. El popular delegado está en mi bando. Es un chico bastante majo y amable, y muchas chicas suspiran por él, ya que es el típico popular con buenas notas y modales. Pero no es mi tipo.

Bueno, ya que estamos hablando de su importante cargo en esta institución, supongo que me tocará decir que él me ha ayudado a expandir información y desmentir las tonterías que ha ido diciendo Lisa sobre mí. Y una de esas tonterías es que en la fiesta de Halloween me había liado con Ian, con Taylor y con otro chaval más. Cuando me han preguntado he dicho que era todo mentira, pero ni yo misma estoy segura de lo que me ha pasado con Ian. Según me contó Nate, me habían sacado de allí después de aquel beso. 

No me tientes, Álvarez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora