Capítulo 18

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NARRA LAURA

A la una y media de la mañana ya nos encontrábamos en el pasillo del viejo edificio en el que estamos todos alojados.

Ale lleva todo lo necesario en una mochila colgada de un hombro.

Sin hacer ruido, avanzamos por el largo pasillo. A estas horas ya están todas las luces apagadas, ya que nos obligaron a acostarnos a las diez de la noche. Cosa que obviamente, no pasó; por lo menos en nuestro cuarto.

No te recomiendo que compartas habitación conmigo si te quieres acostar a una hora normal.

—¿Cuál es de todas estas? —Susurro, señalando con el dedo índice a tres puertas que tenemos delante nuestra. La luz de la linterna que compró Ale en su día en un chino, no ilumina muy bien.

—Son las tres, me lo dijo Ian. Las de ellos están más atrás —me informa la rubia en el mismo tono.

—Perfecto.

Abro la puerta de la primera habitación. Entramos en ella y arrimamos la puerta. Se escuchan unos suaves ronquidos, lo que nos indica que ya están dormidos.

Así que pasamos a realizar el plan. Echamos una gran cantidad de spray por toda la habitación, sobretodo en las camas y en los cuerpos.

—¿No crees que nos estamos pasando? —Pregunto un poco preocupada. Si se mueren, no podré gastar más bromas. Y eso no puede ser. Son unos objetivos fáciles.

—No, no lo creo. Y si es así, ups —susurra acabando de echar spray a la cama de un chico bajito.

Incluso me da pena y todo. Qué no. Qué es broma. Imposible que algo a mí me dé pena.

—Vámonos —le indico a Ale. Ambas salimos por la puerta y nos aseguramos de que la dejamos bien cerrada, para no levantar sospechas.

Hacemos lo mismo en las habitaciones restantes. En un principio sólo se lo ibámos a echar a los que nos había traído la comida y a Andrés, pero como no sabemos con seguridad quiénes participaron, hemos decidido que sufrirían todos. Y todas. Porque las animadoras del otro equipo no se van a librar.

—Vale, ya hemos acabado con esto —le tiendo el spray usado a Ale, ella lo guarda y me lo intercambia por el spray rojo.

Desde que acepté participar en este ritual de bromas, me lo he tomado demasiado en serio. Tenemos que jugar sucio entre nosotros, y quién acabe peor, pues perderá. Trata de hacer sufrir al equipo contrario antes de la competición, a través de bromas o lo que sea. Y depende de qué hagas vale más o menos puntos. Se recuentan todos los puntos a finales de temporada. Una movida un tanto rara, lo sé.

Pero me parece divertido, así que aquí estoy.

Hago un gran círculo rojo en el suelo del pasillo entre las habitaciones afectadas por el spray de Mar. Después escribo M.A.L. en mayúsculas y bien grande, para que los medios ciegos también lo vean. Luego lo subrayo y hago un garabato.

—Wow, qué bien ha quedado —la rubia halaga mi obra maestra.

—Lo sé, yo a diferencia de Mar, no necesito clases de pintura para obtener obras más valiosas que las de Picasso —alimento mi ego—. En fin, esta va a ser nuestra firma para siempre. Bajo el seudónimo de M.A.L.

—Me gusta.

—Lo sé.

Le pongo la tapa al spray y se lo entrego a mi compañera, que lo guarda en su mochila.

Volvemos a la habitación, Ale se descalza y se tira en la cama. Y entonces caigo en la cuenta.

—Ale, no podemos dejar el spray de las arañas aquí, si lo encuentran nos podemos llevar una gorda.

No me tientes, Álvarez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora