(Segundo libro de Choose me)
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― ¿Esto se acabó?― Pregunté, al borde de que mi voz se quebrará.
― Sí, lo nuestro termino.
Respondió él y yo con lágrimas en mis ojos, me doy...
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Capítulo 18 parte II| No sé qué me hace más daño.
James.
Hago una parada en mi casa, me bajo del auto y me dirijo a la entrada ignorando a mi hermana menor quien estaba compartiendo con unas amigas. Subo a mi habitación y me dirijo al baño, apoyo mis manos sobre el lavabo y me miro al espejo.
¿Por qué?
Las imagines volvieron a mi cabeza y sin más estrello mi puño contra el espejo y grito. Gruño y golpeo una y otra vez el espejo hasta que sentí mi puño palpitar, fragmentos de vidrio del espejo ya roto cayeron sobre el lavabo y al suelo.
— ¡James ábreme la puerta!— Gritó Robert.
Estaba enfurecido, dolido.
Bajo la mirada a mi puño y mis nudillos estaban destrozados, me apoyo contra el mármol y suelto un grito hasta que mi garganta quedo ronca.
— James...— Robert logro abrir la puerta de mi habitación, ahora estaba parado en el lumbral de la puerta del baño y su mano se dirigió primero en mi mano desangrándose y luego al espejo roto.— ¿Qué hiciste?
Me limpio los nudillos con la toalla de baño, estaba perdiendo definitivamente el control de mí mismo. Empujo a Robert a un lado para que me deje salir e intenta detenerme pero él a ver mi estado entiendo que debía dejarme solo. Bajo las escaleras y salgo de la casa, mi hermana al ver las gotas de sangre caer de mis nudillos se pone de pie.
— ¿James?
La ignoro y me subo a mi moto, me pongo el casco y me dirijo a la universidad como primer objetivo.
¿Por qué? Me pregunto en susurro, ¿por qué Melanie?
Estaba tan cegado la ira que no media la velocidad a la que estaba conduciendo y sin darme cuenta minutos después había llegado a mi destino. Freno con fuerza, me quito el casco y estaba a punto de dirigirme hacia donde sea que estuviese ese hijo de puta pero Kevin aparece deteniéndome.
— ¡¿Estás loco o qué!?— Me empuja.
— Quítate.— Le advierto.
— ¡Necesitas calmarte! Mira tu mano, no puedes ver a Melanie en ese estado.— No sé cómo demonios supo que iba a venir para acá.
No estaba en mi cinco sentidos ahora para escuchar a nadie, cuando la ira se apoderaba de mí no era capaz de escuchar a nadie.
— ¡¿Viste las fotos, no!?— Le espeto.— No me pidas que me calme, Kevin.— Gruñí.
— Melanie te ama, al menos habla con ella...
— Lárgate y déjame solo.—Lo empujo.
Claro que iba ir hablar con ella, no iba a dejar las cosas así como así. No iba a dejar que me siguiera viendo la cara de estúpido, no puedo creer lo que hipócrita que fue en decirme que ese imbécil era su amigo ¿Un amigo con el cual se besa? Esto no iba a quedarse así.
