(Segundo libro de Choose me)
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― ¿Esto se acabó?― Pregunté, al borde de que mi voz se quebrará.
― Sí, lo nuestro termino.
Respondió él y yo con lágrimas en mis ojos, me doy...
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Capítulo 30| Ayúdame a ser feliz, por favor.
James.
El dolor que sentía que en mi cuerpo había desaparecido por completo, lo único que siento ahora es un nudo en mi garganta que quema como el fuego. No sé cuánto tiempo llevaba acostado en esta cama en este profundo sueño el cual no quería despertar, pero lo hice, lo hice por un par de segundos y la vi...la volví a ver cuándo creí que jamás o volvería hacer, estaba allí sosteniendo mi mano ¿pero por qué no puedo abrir mis ojos?, el fuego crecía cada vez más impidiéndome hablar.
— Abre los ojos.— Oí una voz, que parecía lejana.— Vamos, sé que puedes hacerlo.
Como de magia se tratara poco a poco comienzo abrir mis ojos, la luz blanca impacto en ellos obligándome a cerrarlos otra vez. Nuevamente me esfuerzo para poder abriros y cuando lo hago, veo a mi madre parada a los pies de la cama con un vestido blanco y un lazo rojo en sus trenzas.
— ¿Mamá?— Ella con su sonrisa, me extendió su mano y a duras penas la tome para así poco a poco ponerme de pie y salir de esta cama.
Su cabello, había olvidado como era su cabello. Ya no llevaba su gorrito de lana sino que ha vuelto a crecerle el cabello el que tanto me gustaba cuando era pequeño.
— ¿Qué haces aquí? No deberías estar todavía en este lugar.— Señaló con su mirada el inmenso lugar, pero era extraño.
Es como estuviéramos en una clase de habitación, las paredes son de azulejos blancos siendo iluminados por luces tenues, el piso de madera blanca fue lo que llamo mi atención porque podía verme a mí mismo pero cuando era pequeño.
— Quiero irme contigo, donde seas que estés llévame.— El calor de su mano sobre la mía desaparece.— Mamá...
— ¿Por qué quieres venir conmigo?— Preguntó, retrocedió.— Aun tienes un propósito para seguir viendo, hijo.
— Ya no me queda nada.— Le contesto.— Te he perdido a ti, a Eich...la perdí a ella.— El rostro de dolor de Melanie viene a mi mente.— No quiero seguir sufriendo más.
Sus manos se dirigen a mis mejillas, el contacto de sus manos con mi piel se sintieron tan real que me entrego esa paz que tanto buscaba.
— Ella está esperándote, todos están esperando por ti.— Dice, con voz dulce.— Quisiera poder llevarte conmigo y por fin estar juntos, pero eso no depende de mi.— Su mano bajó a mi pecho.— Depende de ti y sé que no quieres irte, porque el amor que sientes por ella es mucho más grande que no te das cuenta que es eso lo que aun te mantiene vivo.
