4. Emanuel

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Soy un buen tipo. Se los juro. Sé que no me van a creer, pero, posta, lo soy.

Jamás jugué con los sentimientos de nadie; menos que menos, con los de una chica. Siempre fui claro con lo que sentía y con lo que esperaba de una relación. En mi vida he mentido o engatusado a alguien para tener sexo ni le he hecho creer que la amaba solo para llevármela a la cama.

Y con mis amigos... los códigos son lo primero para mí. Las novias de mis amigos, tienen barba y bigote. Bueno, en el caso de mi mejor amigo Alejo, es en sentido literal porque es gay. Pero ya me entienden.

Por eso, ahora me siento como el culo. ¿Dónde quedó el chico con principios? Allá, en un abrazo.

No sé qué hacer. Miento, sí sé que hacer, no sé cómo hacerlo. Tengo que cortar con Lore.

No es que seamos novios, ni nada, pero no da que, sin comerla ni beberla, se tenga que fumar el mambo negro que soy yo en estos momentos.

Es una mina buenísima, me llevo súper bien con ella, me cago de risa, nos divertimos cuando salimos, es copada para estudiar y sí, tengo que admitirlo, es una bestia en la cama. Que no me quiera acostar con ella fue lo primero que hizo saltar mi alarma.

No quiero perderla como amiga, pero, seamos honestos, cortar una relación en buenos términos no es tarea fácil.

Además, no sé qué razones darle. Y por todo lo que me es sagrado, no pienso decirle «no sos vos, soy yo», aunque esta vez sea cierto. Es que no sé qué me pasa con Martina. Sí sé lo que no me pasa con Lore: no la quiero de esa manera. El problema es que hasta hace unos días, eso no me importaba.

Como dije, siempre fui honesto y Lorena no es la excepción. Cursamos «Problemática del saber» juntos, irse a la cama fue una forma de hacer la materia amena. Ella lo sabe, yo lo sé. ¿Pero qué excusa poner para cambiar la relación? ¿Qué ahora me divierte Kant? Nah. No voy a empezar a mentir ahora.

Tampoco voy a ser honesto.

Soy una mala persona.

No le puedo decir que no quiero seguir teniendo sexo con ella porque su cama queda pegada a la de Martina. No da.

Y ni siquiera tengo muy en claro que me pasa con su mejor amiga. O sea, que me gusta, me gusta, no soy tan ciego. Pero Lore también está buena. No es el punto.

Martina es de la clase de chica que te pone, o capaz es a mí solo. Aunque la cargue con su altura, no es enana, sólo bajita. Y pura curva. Y me vuelve loco.

No puedo evitar quedarme mirándola con cara de bobo. Es cachetona y me encanta, dan ganas de morderla; y tiene la boca rosa, parece siempre pintada; y pecas... ¿ven? Es hermosa. Así no se puede. Las amigas de la chica con la que salís deberían ser todas feas, por ley.

Sin embargo, no es lo linda. Es lo que provoca en mí. Al principio lo acallé, porque... veamos, mujeres, que están ahí afuera en el mundo, les cuento un secreto: llorar es chantaje. Es la kriptonita de los hombres; nos debilita.

Cuando Martina lloró, no supe que hacer más que abrazarla hasta que se calme. Entonces, levantó la mirada con esas súper pestañas y los ojazos marrones que tiene, brillantes por las lágrimas, y tuve que recurrir al más oscuro de mis recuerdos para no tener una erección.

Por favor, no se lo digan a mi abuela, pero pienso en ella en bikini. Si se entera, me mata.

El punto es, pensé que sólo me había enternecido; hasta que bailé con ella en el cumple de Gastón. Me cago si lo que sentí fue ternura.

Ok. Asumámoslo. Me gusta la mejor amiga de la chica que estoy viendo. No tengo códigos. Soy un mal tipo y el último vestigio de dignidad que me queda lo tengo que usar para cortar con Lorena.

Hoy es un buen día para probar el paco.

Llego con mi mochila llena de apuntes a la casa de Lore y agradezco que Martina esté en la facu.

―Hola ―la saludo con un pico por costumbre―. Te traje tu copia de las fotocopias.

―Gracias, ahí te busco la plata.

Me gusta el departamento de las chicas. Está decorado, no como el de Alejo y mío. Tienen puestas lucecitas de navidad por todos lados y, sin embargo, no parece un bulo. Las paredes están llenas de cartelitos que dicen cosas como «peace», «love», «friends». Un buen recuerdo de que, aunque logre cortar con Lore, lo más probable es que nunca tenga una chance con Martina.

«Tiene novio, señor chico-sin-códigos» me recuerda mi cerebro.

«Pero lo quiere dejar».

―Che, Ema ―me llama Lore al ver que me quedé colgado divagando mentalmente―. Sé que últimamente no tenemos mucha onda, o sea... está todo bien con vos.

La miro. ¿Me está por decir lo que quiero escuchar? Ok. Hoy juego a la quiniela, es mi día de suerte.

―Lore...

―Lo voy a decir de una ―me interrumpe tomando aire―. Ya no tenemos química. Supongo que te diste cuenta, porque bueno, hace como dos semanas que no garchamos... así que nada, pensé que antes de hacernos mierda intentado salvar lo que no existe, probemos con lo que si tenemos. Me parecés un tipo copado y creo que, si no la cagamos, podemos ser amigos. ―Larga el aire con la última palabra―. Bueno, eso.

Se muerde la uña del dedo gordo mientras me mira nerviosa. Es una mina preciosa, con sus rulos rebeldes, su rostro anguloso y su cuerpo delgado; sin embargo, es en esa franqueza, en esa libertad, dónde radica su verdadera belleza. Sé que el día que se enamore, lo va a hacer con la misma intensidad con la que vive su vida.

―Me parece bien. Pienso lo mismo que vos, así que, sí. Si los dos estamos en la misma, no tiene por qué fallar lo de seguir siendo amigos.

―Uff. Me sacás un peso. Todas las veces que lo intenté, me salieron con preguntas del tipo «¿qué pasó? ¿qué cambió?».

Me río incómodo. No es que no quiera saber cuál fue su detonante, es que no quiero decir el mío.

Lore es perspicaz.

―A vos te gusta otra ¿no?

Balde de agua fría para mí. Seguro, si tuviese un espejo frente mío, notaría que estoy rojo como un tomate.

―No estoy seguro ―contesto con la verdad y ella me sonríe.

―Bueno, Ema. Suerte con ella. ―Me da un beso en la mejilla que ahora arde de vergüenza―. No mentí cuando dije que me parecés copado, aunque no seas mi estilo.

―Ey ¿Ahora no soy tu estilo? ―me quejo bromeando y se ríe.

Intento mantener el buen humor. Al fin de cuentas, me salió redondita ¿no?

Cuando terminamos de estudiar, me despido de ella con un casto beso «cachete con cachete» y voy a la parada.

Mientras espero el cole, no puedo dejar de pensar.

«¿Cuánto tiempo tengo que dejar pasar para lanzarme con la amiga de mi ex y no quedar como un hijo de puta?»


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<3 No podía cerrar el año sin dejar un capi desde el punto de vista de nuestro Ema <3

¡Feliz año nuevo para tod@s ustedes!

Gracias por sus estrellitas y comentarios.

Les dejo un tema para acompañar el pesar de Emanuel jeje. :P


Sí. Soy vieja XD

*Gei*

Entonces, me abrazó (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora