Capítulo 19

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Pequeñas cosas de la vida

A pesar de que llevo un buen rato despierta, me siento cansada. No sé cuánto tiempo exactamente llevo despierta, ya que, desde que me desperté estoy recostada mirando la pared que tengo enfrente de mi cuarto. Volteo a mi derecha donde esta mi mesita de noche y veo que son las ocho cuarenta de la mañana, ayer Angie me envío un mensaje de que me quería ver en la morgue a las diez de la mañana, con lo poco que conozco a Angie se que es una persona muy puntual — al igual que yo—, así que, mejor decido levantarme de la cama para alistarme. En eso me cae bien Angie, pocas personas como ella hay ahora, pero espero que no me guarde rencor o algo así por llegar tarde, mejor dicho llegar al día siguiente del que me cito.

Lo bueno es que no tardo mucho en alistarme, porque ya en veinte minutos estoy lista. Salgo de mi piso y empiezo a caminar por el pasillo para llegar al elevador, mientras camino me encuentro con un vecino.

— Buenos días, Lisa —saludó gentilmente el vecino.

—Buenos días — salude.

—Disculpa por ser entrometido, pero ¿te paso algo ayer en la noche?

— No, no me pasó algo ayer en la noche, ¿por qué la pregunta? —cuestione algo confundida por su pregunta, no es algo normal ese tipo de preguntas entre vecinos.

—Es que escuche que gritaste con micho enojo, lo único que entendí fue maldito bastardo, o algo asi —me lo explicó como pudo. Luego recordé que anoche grite para desahogarme. En vez que lo escuchara el asesino, el vecino lo escucho, pero en partes distorsionadas al parecer.

—No fue mucho, no se preocupe —dije intentando calmarlo e intentando ocultar mi vergüenza —. Es que iba descalza por mi casa así que con un mueble me pegué con el dedo chiquito del pie, así que estuve mal diciendo.

— Perdona, pero este viejo se pone muy sordo en veces —dijo entre pequeñas risas —. Hasta luego, Lisa —se despidió y se dio la vuelta para irse en dirección opuesta a la mía en el pasillo.

Camine rápido al elevador, ya que tenía vergüenza porque al menos que yo sepa un vecino a penas escucho mis gritos. Entro al elevador y rápido presiono al primer piso, gracias a Dios que ya ésta arreglado el elevador y no tengo que bajar escaleras.

Nota mental: no grites para desahogarte en lugares con pera tu alrededor, jamás.

***

A penas llego a la morgue y miro la hora en mi celular, son las nueve cincuenta, es un alivio que llegara pronto y más porque de donde vivo a la morgue es un largo trayecto que aproximadamente dura más de una hora, ya sea de la morgue a mi departamento o de mi departamento a la morgue.

Entro a la morgue y rápido voy al cuarto A, que esta a simple vista, abro la puerta y no veo a Angie decido mejor cerrar la puerta y caminar al cuarto para encontrarla, camino y veo en el escritorio una persona sentada en la silla giratoria del escritorio, camino para saber de quien se trataba, pero la respuesta era lógica, es Angie escribiendo en la computadora, fijo mi vista en el teclado y veo que escribe rápido, sin previo aviso veo que toma papeles que estaban a un lado de la computadora y se levanta de la silla, yo por mi parte solo doy unos pasos atrás para dejar que Angie caminara y cuando Angie me ve, veo se asusta, como lo sé, lo sé porque cuando se volteo apenas me vio y dio un brinquito provocando que se cayera las hojas.

—¡Lisa! —exclamó cerrando lo ojos con cara de fastidio, para luego agacharse por los papeles. Me agacho junto con ella para ayudarle a recoger los papeles ahora regados en el suelo. Es lo menos que puedo hacer porque la asuste —. No te atrevas hacer eso otras vez, para la otra toca la puerta por lo menos —dijo aun siguiendo recogiendo los papeles en el suelo.

El asesino de cold street Donde viven las historias. Descúbrelo ahora