Capítulo 5: El supuesto engaño. 😠

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Iban de camino al supermercado a comprar la comida faltante, y Ryan se le olvidó la billetera en casa, tuvo que regresar a mitad de camino. Para su suerte estaba en la mesita, al lado de la cama. La tomó, y pasó por la habitación de Bella, curiosamente había dejado la puerta medio abierta, y él quiso entrar. Vio su portátil entreabierta, y al lado estaba una nota pequeña, donde estaba escrito una confesión de enamoramiento, y Ryan se dio cuenta de quién se trataba cuando vio el nombre en la parte inferior, un tal Frank.

     — ¿Frank? —pasó por la mente de Ryan—. ¿Se le declaró por carta?

     Siguió leyendo y la dejó donde estaba, salió de la habitación, y siguió su camino. Qué extraño, no había llegado correo aún, a menos que sea vieja la carta.

     — ¿Te dio por hacer del dos? —le pregunta Henry, estando impaciente dentro del coche.

     —No —respondió—. Sólo me quedé revisando algo en mi portátil.

     —Seguro y algo que te recuerda a Rowan —dijo Bella, estando en la parte de atrás del coche.

 Ryan estuvo parte del camino hacia el supermercado pensando en qué habría pasado con Arnold, aunque no se atrevería a preguntarle. Observó al pasar por un parque a una pareja que se besaban muy vigorosamente, Bella le devolvió la mirada y abrió sus ojos por el asombro.

     —Iug —se quejó Bella, desviando el momento incómodo en su celular.

     —Cuántas veces lo habrás hecho tú con Arnold —objetó Henry, sin quitar la mirada del camino.

Ella se sorprendió al oír aquél nombre, y pasó lo mismo con Ryan, tal vez debía aprovechar para preguntarle algo con respecto a su actual estado romántico.

     —Sin mentir...   —respondió la chica pelirroja—, sólo unas pocas veces.

Bella se dio cuenta que Ryan la miraba, muy extrañamente.

     — ¿Acaso no me pinté una ceja?

     Pero el chico de lentes cuadrados no quiso responder, y sólo seguía mirándola. Luego se volteó a seguir mirando por la ventana del carro, y así fue hasta que llegaron al supermercado. 

Al llegar, Ryan se dirigió hacia la sección de frutas, recordando que sus amadas mandarinas se le habían terminado. Bella tomó el camino de las verduras, llevaba una pequeña lista de las verduras y hortalizas que debía montar en el carrito. Henry fue directamente hacia las carnes y tomó de todo tipo, aprovechando que estaban a mitad de precio.

     —Buenas noches —saludó Ryan a la chica que estaba en la caja.

     — ¿Efectivo o tarjeta? —preguntó cortantemente la chica de cabello rubio platinado.

     —Tarjeta, por favor. —Le tendió la tarjeta, y ésta la tomó. Luego, le preguntó algo tan rápido que él distinguió que decía: Está casi listo, sólo falta que coloque su clave. —1... 9... 0... 7...  —renombraba cada vez que presionaba un número.

      — ¡Ryan!, ¿podrías decir esos números dentro de ti? —se apresuró a decirle Bella, quien estaba detrás de él, esperándolo.

     —Es una costumbre.

Tomó sus cosas y salieron hacia el coche.  En el camino al hotel sólo se escuchaba Faded de Alan Walker, ya Henry la había repetido unas dieciséis veces; de repente comenzó a lloviznar, al cabo de unos minutos más la lluvia se hizo más fuerte.

     —Es espantoso salir con este clima —formuló Henry, estando a una cuadra de llegar al hotel.

     — ¡Pero si el pronosticador dijo que estaría despejado! 

     —Ya sabes cómo son, Ryan —reprochó Bella.

     Ryan se adentró en su habitación, se acostó en su cama y revisó unas cosas en Twitter, despejándose del mundo escuchando a Sabrina Carpenter. Extrañamente había ruido a su alrededor, sin contar el sonido bajo de la música. Era... era algo extraño, era como una discusión.

¿Otra vez Henry peleando con su padrastro? —pensó Ryan, apoyando la oreja en la pared que estaba frente a su cama.

Cuando oyó de nuevo, era una voz femenina, y obviamente se trataba de Bella. Peleaba con alguien, pero no era con Henry, ni con alguien de fuera. Ryan salió de su habitación sigilosamente, miró hacia ambos lados en busca de Henry, pero no se hallaba por ahí. Se acercó a su habitación y estaba en los brazos de Morfeo, se volvió hacia el cuarto de Bella, y apoyó su oído en la puerta cerrada.

     — ¡SÉ QUE ESTÁS CON ESA...! —decía la voz femenina, y Ryan distinguió que era Bella quien hablaba. 

Apoyaba con más fuerza la oreja en la puerta, pero Ryan no oía a nadie más. Sólo seguía escuchando la fuerte voz de Bella.

     — ¡ERES UN MENTIROSO, JAMÁS DEBÍ CONFIAR EN TI...! —hubo una pausa, y luego prosiguió—: ¡DÉJAME EN PAZ, ARNOLD!

La impresión de Ryan al oír ese nombre fue muy grande: Arnold y Bella estaban peleando. No salía de su asombro, y sólo se conformaba con seguir escuchando, aunque cada vez más se oía entrecortada la voz de Bella.

     — ¿Cuánto más pensabas ocultarlo...? 

¿Arnold engañó a Bella? Ryan tenía claro que Arnold se había ido a estudiar fuera del país, pero jamás pensó que él pudiese tener otra. Ryan pensaba, pero no oía que Bella caminaba hacia la puerta para seguramente salir. Éste se percató de esto, y se giró para regresar a su cuarto, cuando faltaban centímetros para entrar a su habitación, Bella estaba detrás de él.

     —Ryan... —dijo ella. Tenía la cara completamente hinchada, estaba roja y una que otra lágrima caía por sus mejillas hacia el suelo—. ¿Escuchaste todo?

     —Eh... —fue lo que salió de su boca. Ryan por un momento pensó en mentirle, pero después se decidió. —Sí, lo siento.

     —No —respondió, luego de sollozar—, no te preocupes...

Ryan se quedó mirándola, y estaba esperando a que ella lo invitara a escuchar la historia.

     — ¿Quieres un café? —le ofreció, caminando hacia la cocina.

     —Con poca azúcar, por favor.

Preparó el café, sirvió y le dirigió una taza de porcelana. La miró a los ojos, y luego ella de devolvió la mirada. Al cabo de unos minutos ella estaba algo más calmada.

     —Arnold me engañó con otra...

     —Créeme que lo supuse —dijo Ryan, bebiendo un poco de su taza—. ¿Cómo te enteraste?

     —Un amigo me informó—contestó, secándose las lágrimas con su mano—. Su hermana estudia allá, y no creo que tenga motivos para mentir.

Bella lo miró, sin hacer otra cosa que sollozar levemente. Ryan pensaba, escogiendo las palabras para no seguir hiriéndola.

     —¿Tú a quién le crees?

     —Pues, a mi amigo, desde luego —repuso ella.

Ryan se levantó de su silla, y se fue hacia su cuarto, dejándola sola en la cocina. Seguramente él sabía de qué amigo hablaba ella: Frank, el chico que antes le había enviado una carta, y que seguramente estaba tratando de interferir en su relación. Aunque si esto fuese cierto, Frank ya consiguió lo que buscaba...



ROWYAN | Temporada 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora