▲ Capítulo 5 ▲

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Lawliet estaba nervioso. Sentado en una silla metálica y blanca, frente a una mesa cuadrada en la que simplemente había un ordenador portátil y una grabadora pequeña que usaba en sus interrogatorios.

Light había accedido a comenzar a responder sus preguntas, pese a que Watari le había advertido al detective que debía ir muy despacio, dejando que el muchacho asimilase sus experiencias antes de poder conceder una respuesta favorable para ambos. Y lo entendía, de veras que si, pero tenía prisa y un deseo morboso por saber más sobre las experimentaciones que se llevaron a cabo en aquel laboratorio.

Se retorcía las manos, inquieto, llevándose de vez en cuando el pulgar a los labios para mordisquearlo. Tuvo que ponerse de cuclillas sobre la silla como buenamente pudo, repasando en su cabeza una y otra vez como empezaría, las preguntas que debían ir primero o como abordar el intentar tratar el trauma emocional de aquel chico. La puerta se abrió con un débil chirrido, dejando ver a un tímido y asustadizo Light ante sus ojos.

Vestía una sudadera gris claro, pantalones deportivos oscuros y el cabello graciosamente alborotado sobre la frente. Watari se había ido encargando de comprarle ropa de su talla, porque a pesar de que Lawliet pensaba que no hacia falta y podían hacer uso de la que tenían en la mansión, el viejo estaba dispuesto a que la estancia de Light con ellos fuese lo más familiar posible. Y Lawliet no iba a cuestionar esas cosas.

―Hola Light, siéntate, por favor ― dijo, sonriendo de forma tranquilizadora. Señaló perezosamente la silla que había situada frente a él ―. Ponte cómodo. Gracias por dejarme comenzar hoy con todo esto.

―Tú... bueno ―le da por rascarse la coronilla, casi de forma adorable. ¿Algún día dejará de titubear ante el detective? ―. Dijiste que era importante.

―Lo es. Lo es...Si empezamos pronto, antes atraparemos a los culpables ― ignoró al chico mientras tomaba asiento, preparando con cuidado y meticulosamente la grabadora ―. ¿Empezamos o necesitas unos minutos?

Que curiosa era la mirada de Light. Una mezcla entre unos ojos de niño con los de un adulto que tenía demasiado miedo como para tener ni siquiera una pizca de malicia. Lawliet le sonrió de nuevo, animándolo cuando frente a ellos y justo en mitad de la mesa colocó una bandeja de dulces.

―Sírvete. El azúcar siempre es buena consejera.

Light se relamió el labio, nervioso antes de alcanzar una piruleta de fresa.

―Vamos a comenzar por algo sencillo, Light. Comenzaremos por tus recuerdos más antiguos. ¿Qué puedes contarme de tu infancia? ¿Recuerdas algo de cuando eras pequeño?

El chico mordisqueó el extremo de la piruleta, desviando la mirada. Intentó rebuscar en sus pocas memorias un pasado que seguramente fue mucho mejor que su presente. No pudo evitar sonreír levemente, acordándose de las veces que jugaba en el jardín de su casa en Japón, cuando era muy pequeño.

―Recuerdo...uhm...no demasiado. Lo siento ― dijo, sintiéndose como un niño siendo reñido por un adulto.

Lawliet no dijo nada, pero giró despacio el ordenador portátil sin sobresaltar demasiado a Light. Desde que se habían trasladado de nuevo a Inglaterra, descubrieron que al castaño cualquier ruido fuerte o incluso un gesto repentino, le alteraban demasiado.

―¿Vivías aquí?― le señaló la casa donde encontraron al matrimonio Yagami junto a él. El primer día que vieron al chico ―. Es una casa preciosa, ¿recuerdas algo de tu infancia allí? ― bajó su timbre de voz un par de tonos, hablándole a Light como si realmente estuviese frente a un niño asustado ―. ¿Tenías mascotas? Con el jardín tan bonito que hay en la fotografía seguro que había espacio de sobra.

Sujeto Nº 24Where stories live. Discover now