▲ Capítulo 20 ▲

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Lawliet se mantuvo en silencio, respetando el mutismo del señor Williams. El hombre parecía haberse convertido en una estatua de piedra dada su actitud, pues en pie y frente a la mesa metálica situada en el centro de la habitación, seguía sin creer lo que leía.

―Pero esto... uhm... ¿está seguro, Elle? ― dijo, echando un rápido vistazo al chico castaño que estaba sentado en uno de los sillones, valorando la situación ―. ¿Y dice que ha aguantado toda su vida algo así? Estos químicos casi son como... ácido. ¿Cómo es posible que siga vivo? ― susurró, sintiendo la garganta muy seca. Miró de nuevo a Light y se llevó la mano a la frente, agobiado ―. Perdona, muchacho. No te ofendas, pero es que me resulta increíble, ¿sabes?

―No pasa nada ― dijo el aludido, sonriendo un poco. Acostumbrado a todo lo que llevaba ocurriéndole desde que fue trasladado al laboratorio aquellas actitudes eran muy normales para él.

―Light es especial, señor Williams. ¿Entiende lo que le digo? No quiero que esto salga a la luz hasta que estemos preparados. Es importante ― advirtió Lawliet, reflejando seriedad en su tono de voz. Se acercó hasta el japonés y besó su frente, acariciándole el cabello ―. ¿Puede hacer ese suero o me busco a otra persona? Si el problema es su ética o su moral me encargaré de recompensarlo como es debido. ¿Cuánto dinero quiere? Le daré lo que me pida si con eso consigo salvarlo ― dijo, mirando de nuevo a Light.

―El problema no es si puedo o no hacerlo, señor Lawliet. El problema es que temo por su vida ― señaló, refiriéndose a Light.

―Señor Williams, usted trabajó con nosotros en numerosas investigaciones. También era amigo de Watari, ¿verdad? Tras todo esto... ¿Aún duda de mis peticiones? Créame cuando le digo que Light necesita con urgencia este suero. Por favor, ayúdenos, pues sería incapaz de confiárselo a otra persona.

Tras unos minutos de silencio, Williams asintió con la cabeza, volviendo a elevar el papel que Lawliet había encontrado en el laboratorio. Para un hombre como Williams la fórmula del suero no era demasiado complicada, sin embargo la consideraba bastante peligrosa. O lo habría sido si Light hubiese sido una persona normal y corriente.

―¿Cuánto tardará en tenerlo listo? ― preguntó el detective, claramente ansioso por la respuesta.

―Deme un par de días para recopilar lo que necesito, intentaré acabarlo lo más pronto posible.

―Está bien ― suspiró, frunciendo el ceño cuando Williams se despidió de él para ponerse el abrigo y salir de allí ―. Tenga cuidado. Y por favor, que este tema no salga de aquí.

―Descuide ― contestó el hombre, despidiéndose de ellos cortésmente antes de abandonar la habitación.

Lawliet acarició de nuevo el cabello de Light, buscando su mirada.

―¿Estás bien? ¿Te duele mucho? ― preguntó, poniéndose de cuclillas frente al chico y posando las manos sobre sus rodillas.

―Estoy bien, no te preocupes ― mintió, intentando sonreír. Agarró al detective por las axilas para acercarlo y abrazarlo contra su cuerpo, buscando su cariño.

Intentó que Lawliet no se percatase de como su mirada localizaba con ansiedad el fondo de la habitación, donde los shinigamis parecían disfrutar mucho con aquella imagen tan humana. A pesar de que uno de ellos apretó su gruesa mandíbula, haciendo lo mismo con sus garras afiladas.

¿Y si nunca se iban? ¿Y si estaba condenado a tener que verlos casi a diario? Huir del horrible destino que parecía aguardarle tarde o temprano comenzaba a resultarle casi imposible.

―Bésame ― pidió, rozando sus labios contra los de Lawliet.

El detective asintió, besándolo con dulzura y amor unos instantes para después tirar de su cuerpo y ponerlo en pie, abrazándolo.

Sujeto Nº 24Donde viven las historias. Descúbrelo ahora