▲ Capítulo 8 ▲

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Desde que nació, los Birthday supieron que su hijo no era normal.

Donde los demás veían un niño hermoso de cabellos oscuros y ojos carmesí, ellos solo podían ver la maldad infantil reflejada en su propio hijo. Una que dieron de lado, queriendo aparentar que no existía, que jamás sería algo de lo que preocuparse. Hasta que fue demasiado tarde.

Beyond odiaba a su madre. La odiaba tanto que adoraba llorar y fingir dolor frente a ella, angustiándola y haciendo que ambos padres discutiesen por su culpa. Era un niño activo, al que le encantaba tirarle del cabello a las hijas de sus vecinas o atraer pequeños animales al jardín para apedrearlos y atarlos en un poste de madera viejo que estaba atornillado a una valla. Disfrutaba; encontrando satisfacción con sus acciones sin arrepentirse lo más mínimo.

Sus padres intentaron llevarlo a terapia, a un psicólogo infantil que pudiese tratarlo antes de que fuese demasiado tarde. Pero no hubo manera de que el niño hablase. Se pasaba las horas de consulta en silencio, con el ceño fruncido y rompiendo en pequeños trocitos los papeles que el doctor le ponía delante para que dibujase lo primero que se le ocurriese. No tuvieron más remedio que rendirse a lo evidente. Beyond siempre sería un niño problemático.

Cuando cumplió los ocho años se le realizaron ciertos estudios de inteligencia, porque si había algo bueno dentro de aquel niño era su coeficiente intelectual. Muy por encima de la media, los profesionales aconsejaron a los señores Birthday que lo matriculasen en un centro para niños especiales, donde podrían aprovechar sus cualidades e inteligencia. Ellos, por miedo a lo que pudiese ocurrir, ignoraron el consejo y siguieron manteniendo al niño bajo su protección. No querían ni pensar en que podría ocurrir si Beyond era encerrado en un aula con niños de su edad.

Lo mejor sería contratar a un par de tutores para que diera clase en casa, a salvo y a la vez protegiendo a los demás de él mismo. Lo que no esperaban era que el infierno se desataría en su propio hogar.

Nadie supo nunca si fue intencionado o simplemente un accidente. ¿Quién iba a sospechar de un niño de tan solo ocho años?

La policía declaró frente a la televisión que había sido una horrible tragedia. El incendio consumió todo el hogar de los Birthday, sin dejar rastro de vida humana. Tan solo Beyond fue el único superviviente. Los bomberos dieron gracias a dios porque al pequeño se le hubiese ocurrido la idea de salir a jugar al parque, evitando así morir calcinado como sus progenitores.

Beyond fingió llorar. Se acurrucó en los brazos de la cuidadora social que ahora se encargaría de buscarle un hogar de acogida, como si realmente estuviese muy afectado por lo ocurrido. En su cabeza, solo podía regocijarse por lo hermosas que habían crecido las llamas del incendio, arrasando todo lo que odiaba a su paso. Fue muy inteligente al enterrar las cerillas, asegurándose de eliminar cualquier prueba que pudiese incriminarlo. De todas formas, sabía que contaba con la ventaja de su corta edad. Porque nadie sería tan malvado como para señalarle como culpable e imponerle un castigo. No cuando lloraba y fingía desesperación por la muerte de sus padres.

Ahora era libre. Solos él y el mundo, como debía de haber sido desde el principio.

Así fue como Beyond Birthday llegó a Wammy's House un día de diciembre. Su boquita se abrió asombrada cuando divisó dentro del vehículo la enorme mansión que sería su nuevo hogar. En su cabeza, lo único que quería era hacerse notar sobre los demás, mostrándoles quien mandaría allí a partir de ahora. No esperaba que un pequeñajo y delgado niño, fuese a truncar todos sus planes.

―Hemos llegado, señorito Beyond.

Asintió, sin mirar demasiado al viejo sonriente que le abría la puerta del vehículo para caminar juntos hacia la mansión.

Sujeto Nº 24Where stories live. Discover now