▲ Capítulo 19 ▲

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Lawliet no podía dejar de observar con discreción cada gesto de Light, cada señal de que su mente y cuerpo quizás no estaban preparados para todo aquello.

El tiempo parecía haber muerto ahí dentro, donde un pasado lleno de dolor llenaba el aire de tormento y sufrimiento. Incluso tuvieron que cargar con los archivos que encontraron, buscando algo de aire en la habitación cercana a la salida donde Matsuda los esperaba. Soportar ver a todos esos niños pudriéndose en los contenedores del laboratorio era demasiado incluso para ellos, para un detective que creyó haberlo visto todo.

Mello, sentado junto a Near, leía en silencio algunos de los archivos que Lawliet les había cedido. De vez en cuando observaba al más pequeño, quien parecía haber palidecido al cabo de las horas. No lo culpaba, pues darse cuenta de lo lejos que llegaron Kai y sus hombres le revolvía el estómago a cualquiera.

―Eh, pelusa. ¿Estás bien? ― preguntó el rubio, acariciándole la nuca y enredando los dedos en su cabello.

―Claro que lo estoy ― contestó, fingiendo que todo aquello no lo afectaba en absoluto.

Near boqueó unos instantes, en cuanto sintió el roce de los labios de Mello en su mejilla. Giró el rostro despacio, observando la profundidad de sus ojos color zafiro.

―Yo siempre te protegeré. Aunque seas insoportable ― susurró el mayor, sonriendo de medio lado.

―No me hace falta tu protección.

―Como quieras ― se encogió de hombros, ordenando las hojas de papel sucio y viejo que se acumulaban en su archivador ―. Pero igualmente yo estaré ahí, ¿sabes?

Near frunció el ceño, siguiendo con la mirada los movimientos de Mello al ponerse en pie. Tragó saliva, mordiéndose el interior de la mejilla cuando el mayor le guiñó el ojo de forma burlona antes de dirigirse hacia el otro extremo de la habitación.


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Lawliet arrugó entre los dedos una de las fichas de los niños, apretando la mandíbula. Intentó serenarse, tomando nota de todos los datos que creía importantes para la investigación. Ladeó el rostro, buscando a Light con la mirada.

―Light, ven aquí.

El chico obedeció, tomándose la libertad de acurrucarse sobre el regazo del detective para buscar así su protección. Lawliet le acarició la espalda, besando su sien y extendiendo la mano para que le diese los papeles que llevaba encima.

―¿Estás bien? ― preguntó, alzándole la barbilla con dos dedos hasta poder mirarlo a los ojos.

―No lo sé.

―Lo siento mucho. Todo lo que hicieron contigo, con esos niños, esto es... Inhumano.

―Haz que desaparezca el dolor, Lawliet ― susurró Light, escondiendo el rostro en la curvatura del cuello del mayor ―. Por favor.

El detective apretó con la palma de la mano la espalda del japonés, notando el ardor en su piel a pesar de llevar ropa encima. Mantuvo los dedos en aquel lugar, masajeando para aliviar la sensación palpitante en sus omóplatos, allí donde dormían sus alas de hueso.

―Light, ¿quién es Kira?

―Ellos dicen que vive dentro de mí.

―¿Quiénes? ¿Los shinigamis? ― preguntó, bajando el tono de voz con algo de miedo.

Lawliet era un hombre que creía en la ciencia; Dios no formaba parte de su forma de vida, así como tampoco Satanás o los cuentos religiosos que se le inculcaban a la gente desde que eran críos. Había visto demasiadas cosas, había sido testigo de la maldad de los humanos y las injusticias que poblaban este mundo podrido. Creía en lo que sus ojos veían. O así era hasta que Light llegó a su vida.

Sujeto Nº 24Where stories live. Discover now