CAPITULO 45 Relleno

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- Él fue traído para morir después de todo.

Esas fueron sus últimas palabras, su sentencia.

Pero sólo Dios sabe que quiso decir muchísimo más, que deseó soltar un océano de venenosas ideas que podría darse con respecto al paradero del menor, de toda la malicia de la cual estaba rodeado ahora mismo el último coreano mandado a traer por Choi.

Y todavía se reprende no haber hablado, porque sabe y no sabe lo que siente por ésta relación que envuelve a Yoongi con Jungkook.

Sabe que quiere herir al rubio, sabe que desea verlo sufriendo, sabe que lo odia porque la vida no pudo serle tan fácil como para tener el placer de elegir un camino diferente para arreglar, cualquiera que fueren, sus problemas. Sabe que jamás podría disminuir su aversión con sólo el poder de su voluntad, para deja pasar la altanería chulesca que derrochaba como cual oxígeno, cuando se dignaba a balbucear idioteces que el chinito pensaba que eran deseadas de oír.

Que Yoongi entendía que podrían llegar a hacerle daño.

Pero no sabía si deseaba saber realmente lo que estaba sucediendo con el menor, ajeno a cualquier sentimiento que él pudiese desarrollar por el pelinegro, Daniel no tenía fuerzas para ver la clase de expresión que un hermano mayor debería poner al momento de enterarse sobre el fin de la vida de tu hermano menor.

De tu único lazo de sangre, de tu cruz y tu alivio compartido con un mocoso que no ha vivido la mitad de lo que tú, pero que así prefieres que sea, porque no es agradable, o no lo fue en su infancia, ser el hijo bastardo de una prostituta australiana con un guarda de Choi Jinho.

Jake había muerto por culpa de la existencia de Yoongi, y mucho más que eso, por su propia inmadurez y pensamientos errados a la hora de razonar una salida para defender lo que él creía que era suyo, por el simple hecho de amar con reciprocidad a una persona...

Todo por un maldito puto, y los malditos demonios blancos...

***

El olor a orines de los callejones de las calles cuando tenía la oportunidad de salir, llamémosle "oportunidad" al hecho de escapar de esa maldita casa que lo tenía refugiado de las adversidades de un país que solía ser cálido, pero que cuando se cerraban sus puertas el frío azotaba a sus residentes como una ventisca.

Los hombres que deambulaban cómodos por los pasillos para controlar una por una las habitaciones de los niños, cercioránse de que todos estaban en su maldito cuarto cuando el toque de queda se anunciaba, todavía eran de temer en las pesadillas del pelinegro tatuado.

Sus pasos con botas militares le hacían temblar en las noches, porque siempre uno se llegaba hasta él para recordarle lo mierda que era su vida; la risa de las mujerzuelas que paraban riquillos cerca de su ventana, todavía eran bien recordadas; y la fétido aroma a humedad y viejo eran un emblema que anunciaba el vómito hasta hoy día, cuando cerraba los ojos y sus manos pequeñas y pálidas, de unos siete años de edad, tomaban con fuerzas minúsculas las mantas de aquel Orfanato.

De aquella clínica clandestina, disfrazada de refugio para pequeños indeseados.

- Es hora de divertirse, Dan.

- Tengo miedo, señor Dominic - habló como pudo - Por favor, no me lleve.

- Ya eres grande para pedir, sólo los débiles y maricas hacen eso - escupió, tomando el brazo del menor con fuerza, arrastrándolo - Camina o voy a pelar tus rodillitas de niña, contra el jodido asfalto.

- No quiero ir - rogó, haciendo peso en vano, porque los brazos del hombre calvo eran una monstruosidad para el niño - B-basta.

- No comiences a llorar. Putito.

TRATA de no enamorarte [YoonMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora