CAPITULO 49 Aquí y allá

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Dos días habían pasado desde que Yoongi regresó de la oficina del mal nacido de Choi, y fuero dos días en los cuales Jonathan podía ver el manto de tristeza con el cual se cubría su delgado y desganado cuerpo.

La imagen era tan triste, que le recordaba al chinito de hace dos años atrás, cuando el inglés murió y todos fueron testigos de la inhumanidad que caracterizaba el corazón del jefe.

El rubio tenía la misma expresión derrotada y abatida que ocupó en su duelo interno por su amigo, y poco más tarde de ello, con ayuda de los inconscientes y mal pensados, imbéciles, de mente corta que habían allí (porque no eran pocos los que pensaban que Johnny murió por culpa de Yoongi), el chinito se resguardó en la seguridad de su habitación; y cuando lo pidió, ya nunca más tuvo un compañero y de un momento a otro su habitación estaba prohibida para todo el mundo.

Calleri no quería ni imaginarse lo que estaba viajando en su mente, entre neurona y neurona, como para tenerlo en las nubes, ignorando hasta a Jimin que estaba preocupado detrás de él, con esa eterna expresión de angustia.

Y al argentino eso lo tenía tan pendiente.

- Me siento la madre de éste pendejo.

- Si eres su jefa, Calle. Sabemos que es tu chiqueado - Hablaron a sus espaldas, en su mismo idioma.

- ¿Podrías dejar de acosarme? Puto de closet. No te voy a mandar huevo, anda pa' ya, no mas...

- Te estás pasando con eso, ñeris - le golpeó el hombro - El bizcochón eres tu, que se te moja el basto pensando en el chino dos.

- Sos un mugriento, anda. Raja de acá.

Le empujó, apartándolo cuando el mexicano se había puesto muy cómodo sobre su espalda, cargandose en ella para molestar al argentino.

- Catrera, quemo llantas, pero más te vale que ponches tarjeta conmigo, sobre esos quebrachones.

Señaló a Park y Min, que estaban juntos en una mesa apartada, pero al mismo tiempo sin hablarse, o al menos Yoongi no lo hacía mucho.

Calleri no entendía cómo podía ser tan curioso y esperar a que otros le vinieran con la sopa caliente, en vez de movilizar los trámites por él mismo, esperando cómodo a que llegasen con la información. Y él de comentillero que le salía a veces, porque era una maldita costumbre que no perdía, mucho menos tratándose de Briseño, iba y le contaba como sonso que era.

- Anda, vieja lupita, no rompas la pija - le corrió, ignorándolo - Y deja de usar palabras que nos dejan como pareja, gil. Me arruinas.

Antes de responder, miró la espalda de ambos asiáticos, notando lo apartados que estaban, por ende, decidió dejarle el trabajo a Jonathan, ya que más tarde vendría a contarle de todos modos lo que sea, y con el chino dos, como plus.

- Tu ya estás quemado - se burló, alejándose del alto.

Lo trataba como la mierda, pero Antonio venía a joderle el día adrede, si no es porque pelean más de lo que hablan, Jonathan sabe que habría perdido integridad y ánimos hace tanto tiempo; el mismo en el que apareció éste mexicano desgraciado, en su vida.

Eran tan amigos como enemigos a la hora de competir entre ellos, es más, luego de que Antonio llegó, Jonathan pudo entender las palabras de Phillip cuando el otro Phil llegó.

"Es tan cálido y conmovedor tener un trozo de tu cuna, en ésta inmundicia de lugar; que te hace sonreír y ser feliz de una manera nostálgica, aun si odias al sujeto."

Briseño le hacía sentir eso, lo hacía odiarlo pero no podía evitar continuar siendo su amigo.

Sus ojos cayeron una mesa más allá, y pudo ver la espalda del rubio, los hombros retraídos y Jimin sonriendo a la fuerza, hablando de tantas cosas, entre el inglés y el coreano, quizás buscando que el chinito le respondiera lo que sea; pero simplemente no estaba ahí.

TRATA de no enamorarte [YoonMin]Where stories live. Discover now