Bajo la máscara de Norman

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Me desperté con un muffin mirándome desde la mesita de luz. Era de chocolate cubierto también con chocolate, así que sólo podía ser obra de Trisha. Sonreí, me puse de pie y tomé la toalla.

No había dormido nada bien la noche anterior pero la luz del sol y la ducha fría me reconfortaron. Así que me alisté y pasé al estar con las ganas de afrontar un nuevo día. Pero pegué un grito al ver a un señor regordete en el estar de mi casa. Evidentemente, parte de la conmoción de la noche anterior seguía oculta dentro de mí.

El hombre me miró con una sonrisa inocente.

—Lamento haberla asustado, señorita —dijo mientras juntaba lo que parecían herramientas y las colocaba en una caja de metal. —Su hermana me dejó ingresar y de hecho ya he terminado mi trabajo, por lo que me retiro.

Lo miré sin comprender. Lo de "hermana", evidentemente lo había dicho por Trisha, pero lo otro era lo que no entendía.

—¿De qué trabajo está hablando? —pregunté, intentando no sonar descortés.

Él levantó de nuevo la vista hacia mí y a continuación la llevó hasta la pared del costado, donde un portero eléctrico blanco y reluciente había reemplazado a mi aparato anterior, viejo y descompuesto.

—Yo no ordené ningún aparato nuevo —le dije, intentando entender qué ocurría.

Él rio.

—Por supuesto que no, señorita. Yo vengo por pedido del sr. Welles. Tendría que haber estado aquí ayer, pero no me encontraba en la ciudad.

—¿Ethan Welles? —pregunté anonadada. Al instante recordé que le había comentado a Ethan la otra noche que el portero llevaba meses descompuesto. Pero no lo había hecho con la intención de que me enviara uno nuevo.

Rodé los ojos.

—Agradezco mucho su trabajo, pero no necesito esto. ¿Podría llevárselo por favor?

Él me miró de arriba a abajo.

—Es usted la señorita Rose, ¿verdad? —Asentí. — El sr. Welles me advirtió que podría encontrarme en esta situación.

Me reí por dentro. ¿Acaso me conocía tan bien Ethan?

—Pero el trabajo ya está terminado, no querrá que lo deshaga ¿o sí? —prosiguió.

Me crucé de brazos, había llegado tarde para impedirlo.

—Entonces dígame cuánto le debo —ordené.

—Ya está todo pagado —contestó él, levantando la caja de herramientas y dirigiéndose hacia la salida.

Por alguna razón todo eso me parecía incluso más divertido que fastidioso. ¿En qué habrá estado pensando Ethan cuando envió a alguien a cambiar mi portero eléctrico? Cualquier otro sólo hubiera enviado una caja de bombones.

Dejé marchar al hombre muy a mi pesar y me fui a buscar a la segunda persona responsable de todo esto.

Trisha se encontraba en el salón, dándole los últimos detalles a los pedidos que retirarían ese día.

—Debería pedirte que me devuelvas la llave de mi casa —comencé diciendo.

—¿Por qué? ¿No te gustó el muffin? —preguntó ella con humor.

—Estoy hablando del hombre al que dejaste entrar por pedido de Ethan.

—Pensé que estabas al tanto y no quise despertarte —se encogió de hombros. —Además, Curi y yo somos los que deberíamos reprenderte por lo que nos hiciste pasar anoche. Te fuiste sin avisar y apagaste tu celular.

Casa NO en venta (completa✔)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora