Un viejo... ¿amigo?

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El bus me dejó frente a la enorme entrada de vidrio. Crucé las puertas y me apuré al ver a Lydia, tan refinada como siempre, a punto de tomar el ascensor.

—¡Lydia! —subí detrás de ella. Su secretaria personal me tenía una aversión terrible, pero eso ya no me importaba. —Debo ver a Ethan, es urgente —le dije.

Ella me miró con antipatía, pero no le quedó de otra que asentir. —Está en su oficina ahora, señorita Rose.

—Gracias —contesté y me abrí paso en el elevador abarrotado de gente.

Subimos hasta el piso de Ethan y atravesé aprisa la recepción. Golpeé la puerta de su despacho sin parar. No me importó que pudiera estar en una reunión, tenía que verlo ya.

Lydia se escandalizó al verme tan decidida, pero se quedó en el molde.

—Ethan, déjame entrar —volví a golpear enfurecida.

Él abrió la puerta, sorprendido por mi repentina indiscreción.

—Jackie, ¿está todo bien? —preguntó extrañado. —Pasa —dijo al verme entrar sin esperar aviso.

Cerró la puerta y volteé a verlo enfurecida.

—Tienes que hacer que pare —le exigí.

—¿Qué? —evidentemente no entendía nada de lo que yo estaba diciendo.

—Norman. ¡Tiene que parar ya!

—Cálmate, ¿de qué estás hablando? —intentó apaciguarme pero manteniendo la distancia. Mi arrebato del otro día le había dejado claro que no debía acercarse tanto a mí.

—¡No me pidas que mantenga la calma si dos tipos fuerzan mi propia casa en medio de la noche! —estaba descargando mi cólera contra él, ya que no podía hacerlo contra su maldito tío.

Él abrió los ojos, consternado.

—Todo es culpa de él. Él está detrás de esto, estoy segura —acusé sin reparo.

Ethan me miraba como si hubiera entrado en estado de shock.

—Ethan. ¡Te estoy hablando! —reproché.

—Te lastimaron —susurró, con sus ojos bien abiertos, puestos sobre los míos.

Traté de calmarme. Lo había preocupado, sin pensar.

—No, —contesté y su mirada me mostró alivio —pero me dieron un susto terrible.

Él hizo un movimiento, como si fuera a abrazarme, pero se detuvo. Seguramente no quería hacerme enojar aún más.

En ese momento se abrió la puerta de su despacho y Norman ingresó.

—¿Qué es todo este escándalo? —preguntó cerrando tras de sí.

—¡Usted! — declaré. —¡Usted es el culpable de todo lo que me ha estado pasando! —la ira me volvió en el instante de solo ver su gélido rostro.

Él me miró inexpresivo como siempre.

—¿De qué exactamente me está acusando, señorita? —preguntó con calma.

—¡No me va a decir que no me ha estado haciendo seguir! —ahora lo señalaba con el dedo índice— ¡O que no fue usted el responsable de que un taxista me dejara sola en medio de la noche! ¡Hasta perdí mi celular del susto! —ahora sí que estaba gritando sin importarme nada— ¡Y luego envió a esos sujetos a instalarse al lado de mi casa para amedrentarme! Ya me he quedado callada por demasiado tiempo Norman. Si no para de una vez voy a tomar medidas serias —amenacé.

Casa NO en venta (completa✔)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora