Capitulo 7:

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     Han pasado ya tres meses y Liz está trabajando felizmente en Center of psychology and therapy, le ha ido excelente, se lleva muy bien con todos sus compañeros de trabajo y para su sorpresa Jack también logro entrar en Center of psychology and therapy, de pasar a compañeros de clases, ahora lo son de trabajo, todos los días almuerzan juntos y el la lleva a casa cuando termina la jornada de trabajo. Su consultorio queda en el noveno piso y a su lado está el de Jack. Ya tiene dos pacientes fijos, no es el número que esperaba, pero entiende que acaba de llegar y a la mayoría de las personas les gustan los psicólogos más antiguos con más experiencias según ellos, pero cada día le llegan y ellos deciden si quedarse con ella o no.

     Hoy como todos los días se encuentra sentada en su escritorio, entreteniéndose con cualquier cosa mientras espera algún paciente nuevo, hoy es jueves y está muy aburrido el día, lleva puesto un vestido largo hasta las rodillas, ajustado al cuerpo, color rosa pálido y unos tacones color dorado de aguja finos.

     Pasan algunos minutos y piensa en si ir al consultorio de Jack, pero no es hasta que tocan a la puerta que desecha la idea. Medio grita un adelante para cuando la puerta se abre ve a su jefa y alguien a su espalda que no logra distinguir.

- Liz te traje un nuevo paciente, un joven muy guapo - dice su jefa entusiasmada mientras le guiñé un ojo.

- claro hágalo pasar - dice ella con el ceño frunció por la actitud de su jefa. 

     Su jefa se aparta un poco de la puerta haciendo un ademen al joven que se encuentra atrás y es en ese instante en que Liz se da cuenta porque la actitud de su jefa porque en definitiva era un chico muy guapo. Era muy alto como de 1.90, cabello color castaño cerca de rubio lacio, ojos color café claro, nariz perfilada, con una creciente barba que se acentuaba bien con su piel blanca, con tatuajes muy coloridos, un cuerpo bien definido y trabajado, estaba vestido con unos pantalones ajustados negros, una camiseta blanca pegada al cuerpo que dejaba ver lo bien trabajado que tiene sus pectorales y abdomen y una chaqueta de cuero negra con las mangas subidas hasta los codos y unos zapatos Adidas a juego con su conjunto. Liz no sabe cuánto tiempo duro contemplado al hermoso chico que se encontraba en su consultorio hasta que por un carraspeo proveniente del chico la de vuelve a la realidad. Se levanta de su escritorio y pasa sus manos por su vestido como si lo estuviera arreglando que en realidad era para secar el sudor que provenían de sus manos producto de los nervios, camina esta estar cerca y estira su mano para estrecharla y presentarse.

- Mucho gusto, mi nombre es Liz Mitchell - dice formalmente mientras aspira la colonia bastante varonil de él.

- Mucho gusto, el mío es André Hamann - dice con voz ronca e indiferente el tal André.

- buenos los dejare - dice la jefa de Liz mientras cierra la puerta y se aleja.

     Ellos separan sus manos y Liz hace pasar a André hacia el sofá grande con un ademan de mano para luego ella tomar asiento en el sofá individual frente a este y solo logran estar separados por la mesilla de centro.

- Ok André, ¿cuál es la razón de tu visita? - pregunta Liz mientras se inclina para alcanzar su libreta de apuntes y el lapicero para comenzar a escribir.

     André se tarde unos minutos en responder, ella lo mira de reojo mientras escribe garabatos en la libreta por la mirada y la sonrisa seductora con que la mira.

- tengo que aceptar que tengo suerte – dice él, al cabo de unos minutos, en un tono pervertido.

- ¿De qué hablas? - pregunta ella confundida.

- Pues digamos, que mi psicóloga no está nada mal - dice mirándola descaradamente de arriba a abajo con esa sonría que solo pone más nerviosa a Liz.

- Le agradecería que dejara los atrevimientos y nos concentramos en su problema - dice en un fingido tono neutro, mientras nerviosa sube su pierna izquierda sobre la derecha.

- Pues si ese es el caso usted señorita fue la atrevida que se me quedo mirando descaradamente minutos atrás – dice André arrogante mientras se inclina hacia atrás en el sofá, poniendo su tobillo derecho sobre su rodilla izquierda, dejando a la vista un enorme bulto que se asoma entre sus pantalones y poniendo a una más nerviosa a Liz que intenta cubrirse el rostro con la libreta. – Además quien quita que no podamos tener algo - dice sensualmente mirando a los ojos a Liz para luego acomodarse con una mano el bulto entre sus piernas, acto que hace que la mirada de Liz recaiga inconscientemente en la zona para luego subir rápidamente avergonzada.

- Pues déjeme decir que eso no será posible, ya que hay una ley que prohíbe fraternizar con los clientes - dice Liz nerviosa mientras se remueve en el asiento.

     En un momento inesperado André abajo su pierna y se levanta para rodear la mesilla de centro que los separa y ponerse frente a ella para luego reclinarse y apoyar sus manos a los antebrazos del sofá individual donde se encuentra Liz.

- ¿Quién dijo que eso sería un obstáculo, bonita? - dice el arrogante haciendo molestar a Liz y haciendo que su corazón se acelere.

    Ella abaja su libreta y lapicera hasta dejarlos en sus piernas y dice.

- ¿Y que te hace creer niño bonito que tendría algo contigo? - dice ella sin pensar para cuando se da cuenta de su error, André está más cerca de su rostro casi a centímetros de sus labios a una poca distancia que puedan llegar a rozarse solo si uno de los dos se mueve.

- Lo sé por la forma en la que te quedas mirándome, en lo nerviosa que estas por mi presencia, cuando doblasteis las piernas y más ahora que me confirmasteis que piensas que soy bonito. Es tan obvia Doctora - dice sensualmente y a la vez arrogante para finalmente hacer énfasis en la última frase.

     André se aleja y vuelve a supuesto, sentándose en su antigua posición mientras la mira sonriente. A Liz nole agradaba para nada que la gente se sintiera superior a ella, odia la gentearrogante y le demostraría que ella era mucho mejor que él.    

<3 

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Frase del dia: -Nuestras convicciones más arraigadas, más indubitables, son las más sospechosas. Ellas constituyen nuestro límite, nuestros confines, nuestra prisión.-José Ortega y Gasset.

Una Aventura con mi PacienteWhere stories live. Discover now