Capítulo 29:

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     Liz entra muy sonriente a su trabajo, saludando con un aire enérgico y feliz a todos sus compañeros, quienes la miran extrañados, pero con una sonrisa contagiada por la felicidad de ella, llega a su piso y se encuentra con uno de sus pacientes esperándola, entran al consultorio y comienza con la sección de hoy.

     El paciente de hoy se llama Nicolás Thomas, es un hombre mayor, pero joven ya que solo tiene 45 años, es profesor de literatura, es un hombre alto, de tez blanca, con un cabello rubio oscurecido por la edad, a pesar de tener esa edad, es un hombre que se mantiene en forma y su cuerpo es testigo de ello.

     A esta mediana edad Nicolás sufre de depresión, la causa de esto es la muerte de su esposa y primer amor Elisabeth Rose, una mujer que con solo 40 años murió de cáncer, el cáncer se le produjo en uno de sus senos y cuando se enteró, ya era demasiado tarde, hacerle una operación sería en vano y desde entonces Nicolás se siente culpable.

     Mucho de lo que le ha contado a Liz, es que su esposa no quería operarse, a pesar de que los doctores le digieren que sería en vano, el seguía pensando que era la solución y su esposa pensaba que le quitaría su feminidad y que el ya no la amaría, equivocándose por completo porque cinco años después, Nicolás la sigue llorando y sigue sintiéndose culpable.

     Liz y Nicolás se dirigen hasta los sofás donde se sientan uno frente del otro, Liz no puede evitar no sonreír y eso contagia a Nicolás haciendo que coloco que su mejor sonrisa en sus finos labios y dejando al descubierto una derecho y blanca hilera de diente.

- Se le ve muy feliz, doctora – dice dulcemente el ojiazul.

- Al parecer no puedo evitarlo – le dice cariñosamente la ojiverde.

- Yo tampoco puedo evitarlo

- ¿Qué me quieres decir con eso Nicolás? – pregunta ansiosa.

- Que también encontré a una persona

- ¿Por qué lo dice en plural?

- Porque se nota en el brillo de sus ojos – dice sabiamente el hombre.

- ¿y como sabes que se trata de una persona? – dice inquieta Liz.

- Porque cuando se está enamorado, los ojos brillan y delatan – dice desinteresado. – y al parecer eso es lo que dicen sus ojos – dice mirándola fijamente.

- Pues no estoy enamorada – dice Liz testaruda, cruzándose de brazos – pero al parecer a ti también te pasa lo mismo y cuéntame ¿de quién se trata? – dice de nuevo enérgica.

- Bueno como usted quiera, doctora – dice sarcástico y Liz rueda sus ojos al cielo – vera se llama Katherine Jones, es una de las nuevas profesoras del instituto, llego hace casi dos semanas, no le había hablado de ella porque me parecía relevante, ya que yo la ignoraba, su materia es las misma que doy yo, Literatura, y el proceso estudiantil le exige a los profesores de la misma materia comunicarse, coordinar, emplear y crear el mismo modo de estudio, ósea tener las mismas clases y las misma maneras de hacer que el estudiante aprenda, de esta manera ella y yo teníamos que estar reuniéndonos, ella me decía que nos reuniéramos en privado, pero siento que estoy viéndome aortillas con ella, a espaldas de mi esposa – esta última frase lo dice angustiado, Liz solo anota y no dice nada. – sé que mi esposa tiene cinco años de muerta, pero lo siento así, al principio le dije que nos comunicáramos por correo para no verla, porque tengo que aceptar que me parece hermosa, es una mujer alta, de cabello rojizo casi naranja, de ojos color café claros, sus labios son gruesos y carnosos, su nariz respingona y su esbeltico cuerpo que deja toda a la imaginación – mientras la describía, frotaba sus manos, Liz se dio cuenta desde el principio que ese era un tip nervio de Nicolás que cuando sentía que estaba mal lo que hacía frotaba sus manos, el tono de su voz delata lo mucho que deseaba a Katherine y lo mucho que le preocupaba engañar a su esposa. – siento que esto está mal, mi esposa fue mi primer amor y le jure amor eterno, pero Katherine tiene algo que me recuerda a ella y me hace sentir lleno y en paz, algo que desde hace cinco años no siento. – y termina su relato mientras deja caer todo su cuerpo hacia atrás y colocando sus manos en la cara, tapándola por completo.

- Luego de todo lo que me contasteis me siento feliz por ti – dice con toda sinceridad Liz – Pero Nicolás tienes que entender que por más que amaras o ames a tu esposa, no puedes devolverla a la vida, fue una perdida trágica, pero entiende que tu sigues vivo y todo tiene un propósito, no vas a renunciar al amor solo porque le jurasteis a tu esposa amor eterno, el amor eterno no se le puede entregar a alguien que ya no está – dice Liz sabiamente y ya hace un rato Nicolás se había acomodado para verla a los ojos. - ¿Crees es que tu espo… no mejor te hago otra pregunta y quiero que me respondas con toda sinceridad ¿entendido? – Nicolás asiente con su cabeza. – bien ¿si tu hubieras muerto, quisieras que tu esposa sé quedara soltera, privada de ser feliz con alguien más, privada de ser amada y querida, solo porque te juro amor eterno? – pregunta monótona.

- No – dice el ojiazul en un débil susurro dejado caer su cabeza hacia el frente, quedando cabizbajo.

- ¿Entonces, porque quieres privarte de sentir algo por Katherine?

- No lo sé – dice pausadamente con cansancio – lo que paso ayer, fui lo mejor que me ha pasado en años – dice añorado mirando al vacío como si ahí se reflejara las imágenes del día de ayer. – fuimos a un café, ella pidió exactamente lo mismo que pediría mi esposa, café con leche descafeinado, yo pedí mi café negro puro, como siempre, comenzamos hablar sobre las maneras que utilizaríamos para educar a los alumnos y luego ella dijo que no todo se trataba del estudio que habláramos sobre nosotros, algo que haría mi esposa, comenzamos hablar, me hablo de ella con mucha confianza mientras yo permanecía callado escuchándolo, estaba encantado, tiene unas cualidades espectaculares, tiene una manera de hablar y expresarse muy literaria, tiene tantas cosas que me encantan – dice con una enorme sonrisa y con una voz encantadora.

- Pues, me alegro mucho y sinceramente por ti, me encanta de que hallas encontrado a alguien, pero me has dicho que ella tiene algunas cosas que se parecen a tu difunta esposa y no es por ser mala, pero Katherine es Katherine, no Elisabeth. – dice en un tono bastante dominante al que quería adoptar.

- Lo sé – dice con cansancio – y eso es lo más difícil – dice afligido.

    Luego de eso, fueron consumidos por un agobiante silencio, Nicolás se excusó con estar cansado y decidieron que era mejor dejarlo todo para la siguiente sección.  

<3

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Frase del día: -“Dame el aire cuando exhalas, para ver si te respiro”.-  “Ricardo Arjona – Dame”

Una Aventura con mi PacienteWhere stories live. Discover now