Capitulo 25:

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    Ver llorar a André, fue lo más asombroso, conmovedor, compasivo y, aunque parezca extraño, hermoso, por una persona con la personalidad de él, no tienen la tendencia de llorar, pero todo lo que sucedió hoy, lo amerita, Liz no sabía qué hacer, así que lo abrazo, no sabía que mejor hacer, que acurrucarlo en sus brazos y acariciarlos, con el fin de entregarle una seguridad que él siempre ha buscado, se dejan tumbar en la hierba y ahí acostados, se ven y se entregan a la luna, en todo su vulnerabilidad, en todo su estado de añoranza, con sus corazones apretados, pidiendo ser liberados, con las caras enrojecida que delatan sus tristezas y ahí en ese lugar, son libres... libres de abrirse al mundo como nunca antes y decir todo lo que han guardado dentro.

- En antaño, mis padres era humildes, comenzaban a vivir, cuando me concibieron, eran muy jóvenes y sus familias los despreciaron, pero en la unión de su gran amor y el amor hacia su progenie, salieron adelante solos, hicieron sus vidas con esfuerzo y dedicación, viviendo en lugares para nada habítales, teniendo que mantener una boca demás, encontrándose con gente mala y buena, golpeándose con la realidad, viviendo en un mundo en el que jamás habían estado, entregando todo lo mejor a su hijo para que no viera lo despiadado, maligno, podrido y malvado que era el mundo – se desahoga André con voz melancólica, mientras Liz le sobaba el cabello y calentaba su cara en su cálido pecho. – quisiera que esos padres amorosos, desinteresados, llenos de vida y sueños, volvieran y que le entregaran a Jasón y Jade, ese amor atento y condicional que me entregaron en antaño a mi – dice con añoranza – no seré su mayor orgullo, pero deberían dejar que sus orgullos, sean esos pequeños, tan listo que cada día, se empeñan en ser mejores para recibir, atención, amor, aprobación y orgullo por parte de sus padres.

    André se desahogó, viéndose vulnerable, dejando a la vista sus más grandes añoranzas, haciendo que Liz se vea en la obligación de hacer lo mismo.

- Mis padres... unos empresarios importantes que vivían viajando hacia distintos lugares, nunca estuvieron al tanto de mí, dejando al cuidado de mí, a mi abuela, una pobre mujer que no podía hacer mayor cosa, pero que me enseno hacer una gran persona, a saber, que yo valía mucho, ella me ayudó mucho – dice Liz melancólica. – mis padres creían que con sus ostentosos regalos, aminorarían su falta de presencia y de atención, me visitaban solo en día festivos, por algunas horas y nunca por días, caí en depresión y me refugie en la comida, engorde muy rápido, llegue a la obesidad y ellos ni siquiera podían mirarme a los ojos – dice ahogada por las lágrimas - mi abuela era la única persona que no me juzgaba y me amaba como era, me odia a mí misma por lo que la sociedad me hacía ver y mis padres me confirmaban, sus visitan se hicieron más irregulares, logrando hacia que me deprimiera más, comencé a tener pensamientos suicidas – André la interrumpió con su rápido movimiento de cabeza y a punto de hablar, Liz se apresuró – pero nunca me autolesione, mi abuela me en que mi vida valíamás, de lo que decía la sociedad y de lo que expresaron los ojos de mis padres, además me encargaba de no darles tantas cargas a mi abuela y ahora después de cinco años, son la envidia de cualquier mujer, el deseo lujurioso de cualquier hombre y el orgullo de mis padres, y si se escucha demasiado arrogante, pero esa es ahora mi vida y por una parte me siento orgullosa y presumida, pero nunca lograre ser feliz, si sigo con mi rabia y odio.

    Los dos se estaban mostrando vulnerables y frágiles, André se separó de Liz y se apoyó de uno de sus brazos, se le quedo mirando y coloco una mano en el rostro de Liz, se acercó lenta y dudosamente, al ver que ella no protestaba, junto sus labios con los de ella, este no era un beso feroz y lujurioso como el que habían tenido horas antes en el consultorio, este era un beso suave y dulce, un beso que expresaba inquietudes, tormentos, añoranzas, un beso que pedía apaciguar el dolor y la melancolía de sus corazones tristes y llenos de añoranza, un beso que no tenía porque excitarlos, sino es que era un beso en el que se mostraba lo inseguros que eran y que anhelaban ser felices. Se dejaron fundir ese maravilloso beso, acariciando sus fríos cuerpos, debajo de esa luna que era testigo de sus almas libres y testigo de sus más grandes secretos.

<3

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Frase del día: -"Y su mano encajó perfectamente con la mía, como si fuese hecha para mí." –

Una Aventura con mi PacienteNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ