Capítulo 33:

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     Y así comenzaron su romance, entre tantas citas se fueron conociendo, contándose sus virtudes, sus miedos, sus gustos y disgustos, sus personalidades, enamorándose el uno del otro.

     Hoy André estaba en el trabajo, en el edificio de su padre, donde él es el director, estaba en su oficina, una oficina muy amplia, con una ventana del tamaño de una pared completa, en donde se veía toda la ciudad de Nueva Jersey, sentado en su silla giratoria de cuero negro, frente a un gran escritorio de madera de marfil, su oficina era modera y neutra, solo con colores grises y negros, iluminada por la luz natural que se filtraba por la gran ventana.

     Giro su silla hasta quedar frente a la ventana y mirar la maravillosa vista, extendió sus grandes y firme pierna delante de él, tomo su vaso de whisky y bebió un sorbo, su mirada estaba perdida en la ciudad mientras pensaba en esa magnifica mujer ojisverdez, de cabello castaño que lo tenía demente, comenzó a tener pensamientos lujuriosos con ella, imaginándola ahorcadas encima de él, mientras lo hacían en la silla, luego cuando se haga incomodo, colocarla cuidadosamente en el gran escritorio y besarla y acariciarla y hacerla suya, se le había hecho difícil durante todo este tiempo cumplir su promesa, porque cada día en el que más la veía, más ganas quería hacerla suya.

     Mientras más la imaginaba, más se excitaba, comenzó a acariciar su creciente erección mientras bebía, sentía como se vendría, la quería con él, saciar su sed y hambre lujuriosa, unos leves golpes en la puerta lo interrumpieron, molesto dejo de acariciar su erección y sin voltear, hablo.

- Adelante – dice en un tono gélido y firme.

- Discúlpeme señor André – dice su secretaria incomoda.

     Su secretaria, una chica de tex blanca, con fracciones latinas, ojos castaños, de cabello rojizo y mejillas pecosas, una hermosa joven, con un cuerpo esbelto y favorable, en algún tiempo a André le llamo la atención y tuvieron algo, pero no pasaron a más nada de tener sexo.

- Señor, lo buscan, es una joven llamada Liz Mitchell – le dice tímida.

    André se sobresalta, abriendo sus ojos como platos y aun si darle la cara a su secretaria, habla.

- Hágala pasar, pero ¡YA! – dice demandante.

     La joven secretaria se sobresalta, pero mantiene el equilibrio y sale literalmente corriendo de la oficina.  

     André se levanta de su silla y sigue sin mirar a la puerta, comienza acomodar su rigidez y arreglarse antes de que Liz entrara, sigue mirando hacia el ventanal hasta que siente unos pasos acercándose a su oficina y luego escucha el rechinar de la puerta al ser abierta.

- Con permiso – escucha decir a su secretaria y luego como se cierra la puerta.  

     Voltea lentamente hasta enfrentarse con la castaña frente a él, Liz lleva un vestido hasta los muslos, ajustado a su figura, el vestido hacia que su figura se viera como el de una avispa, pechos medianos, cintura pequeña, grandes y firmes piernas y un gran trasero, André la recorrió de pies a cabeza, sentía que no resistiría, sentía como su rigidez se tensaba mucho más debajo de sus pantalones, iba a explotar y lo sabía.

- Hola, André – lo saluda cordialmente Liz.

- Hola, Liz – le contesta de igual forma - ¿Qué te trae por aquí? – le pregunta mientras rodea el escritorio para acercase a ella.

- Estuve pensando en ti y vine a verte – le confiesa sin pudor.

- Excelente, creo que hemos estado pensando lo mismo.

     André se apoya con sus manos en su escritorio, con sus largas piernas estirada, la derecha arriba de la izquierda, delante de él mientras que Liz sigue parada en medio de la oficina, se miran alternativamente y sonríen con picardía, en estos últimos meses ambos han aguardado sus impulsos pasionales.  

<3

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Frase del día:  - “De todos los dones que Dios me ha otorgado, tu eres el mayor”. - - “La Redención de Gabriel”. –

Una Aventura con mi PacienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora