1. Algo transcendental

39.5K 2.5K 450
                                    



Estaba apoyado sobre ambos brazos en la baranda, viendo el paisaje que se alzaba ante sus ojos con aburrimiento. Era un domingo por la mañana, tan monótono como el resto de los días.

Su atención se desvió hacia el montón de cartones apilados en una esquina de la terraza. Se dirigió ahí y se desplomó en el suelo, no comprendía por qué se sentía tan cansado si no hacía ninguna actividad física o algún trabajo que requiriera mucho esfuerzo. Estaba sin energía y aburrido.

Él tiró la cabeza hacia atrás. Miró el cielo gris mientras pensaba que nada podría ser peor que estar solo y sin hacer nada. Se sentía un poco molesto consigo mismo. Introdujo una de sus manos en uno los bolsillos de su pantalón y de ahí retiró un frasco pequeño de color dorado: lo observó con detenimiento mientras leía la etiqueta de papel pegada alrededor del plástico.

―¡Qué molesto! ―resopló.

El psiquiatra le había dicho incontables veces los horarios en que debía tomar las pastillas, ¿pero por qué no surgía efecto? ¿Por qué no era suficiente?

Leon sintió el impulso de reír. Entendía el porqué, era evidente. Su problema no tenía solución, no tenía cura, estaba jodido... y podrido.

Bajó la mano con desgana; sin querer, dejó caer el frasco y este salió rodando. Él se quedó con la mirada perdida por unos segundos, viendo cómo el objeto rodaba hasta detenerse a una distancia considerable.

―Qué fastidio ―farfulló. Se sentía estancado, como inmovilizado en sus acciones monótonas y aprisionado en sentimientos sin sentido. Era difícil para él contextualizar su propio sentir. Se sentía tan... pero tan... vacío.

Una figura impasible apareció en su campo visual. Leon se sintió observado y analizado, ¿estaba siendo juzgando justo ahora? Era lo único que necesitaba para completar su día de mierda. El recién llegado se agachó y recogió el frasco antes de lanzárselo. 

―Te ves miserable ―habló. Leon no respondió; como respuesta, se limitó a ladear la cabeza a un lado, contra la pared―. ¿Me estás escuchando? ―preguntó de nuevo.

Otra vez, no respondió. 

Comenzaba a entrar en pánico. Pensaba en distintas cosas, pero en nada a la vez. Tenía en la cabeza sus pastillas, sabía que era indispensable para él poder cumplir con los horarios. Sabía que debía calmarse, pensar en otras cosas e intentar calmar por sí mismo la intensa sensación que lo estaba abrumando.

―Mata a alguien, te sentirás mejor.

Oh, no tenía qué decirlo. ¿Por qué siempre lo sugería?

―No deberías reprimirte.

No se reprimía, nunca lo había hecho; pero su dilema radicaba en que a esa voz le resultaba fácil dar órdenes. ¡Haz esto! ¡Haz lo otro!

Mata a alguien.

Siempre era insistente, tosco, pero nunca era tan bueno acatando ordenes como lo era dando.

―¿Qué dices? ―volvió a preguntar―. Será divertido. Lo disfrutaste la última vez.

"Es divertido si no te atrapan" pensó, se guardó ese pensamiento al recordar que su acompañante no entendía de asuntos complicados. No le importaba, no le afectaba; pero a Leon sí, todo lo tenía que calcular y planear. Si dejaba que sus impulsos estúpidos lo guiaran, a esta altura no podría estar gozando de su libertad. Estaba seguro de ello.

Después de todo, para Leon, la muerte de alguien debía ser algo trascendental, hacía falta convertirla en arte.

Pero su otro yo no entendía ni compartía las mismas ideas. 

Leon vio a su acompañante a los ojos, analizó cada parte de ese rostro marchito solo para verse a sí mismo. Eran sus ojos, sus labios, sus mejillas y hasta tenía el mismo corte de cabello.

Mirarlo era como verse reflejado en un espejo, pero más tétrico, letal y brusco. Leon era consiente de algo importante: esa persona situada enfrente de él, no existía para el mundo, sino solo para él. 

¿Teorías?

Ουπς! Αυτή η εικόνα δεν ακολουθεί τους κανόνες περιεχομένου. Για να συνεχίσεις με την δημοσίευση, παρακαλώ αφαίρεσε την ή ανέβασε διαφορετική εικόνα.

¿Teorías?

7u7


Juego carmesíΌπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα