36. Los más astutos (Final)

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El inspector llegó a la dirección indicada en el mensaje de texto. Por la prisa, llegó a invadir el territorio sin permiso y sin pensar en nada más. Puesto que ya había estado ahí una vez, no le resultó difícil seguir el camino por el pasillo oscuro y llegar al fondo de la casa:

Sin embargo, al ver la claridad y llegar a su destino, percibió el olor a sangre filtrarse en sus fosas nasales. Su corazón brincó de angustia y preocupación.

Al virar en una esquina, lo que temía y todas sus conjeturas finalmente se manifestaron.

En medio de un charco de sangre, dos cuerpos permanecían acostados con ropas particulares. Parecían inconscientes. ¿Qué significaba eso?

A pesar de haber casi confirmado la existencia de los gemelos, presenciarlos era una conmoción diferente e inesperada. Parecían clones del otro, eran indistinguibles.

El inspector dejó a un lado el arma que inconscientemente sacó de su chaqueta al ingresar a la casa, luego prosiguió en palpar sus signos vitales en los dos cuerpos de manera apresurada.

Una vez más, un escalofrío lo dejó tieso. A ambos cuerpos inmóviles les quedaba todavía calor corporal, sin embargo, solo uno daba señales de vida. Uno de ellos estaba muerto.

¿Quién era?

Eran gemelos idénticos, eran difíciles de reconocer. Él apenas los conocía estaba desconcertado, con la información aun procesando en su cabeza. Debería haber algo que los diferenciara, ¿cierto? ¿Qué podría ser?

Leon tenía las muñecas heridas, entonces...

—Parece... que hay visita... —dijo entonces uno de los chicos, sorprendiendo al inspector. Se sobresaltó de su sitio y se resbaló por la sangre en el suelo, cayendo sentado sobre su trasero. Jadeó.

—¿Quién eres? —quiso saber él—. Identifícate.

—Creo que perdí mucha sangre, ¿me ayudas a levantarme?

¿Era Leon o el hermano?

Maldición. ¿Quién...?

Habría tiempo para preguntar en la delegación, debían salir primero de ahí y recibir atenciones médicas. Con esos pensamientos, se apresuró a ayudar al chico, ofreciendo su hombro para apoyarse y colocarse de pie.

Mientras andaba en eso, sintió que algo se incrustó en su cuello, tomándolo desprevenido.

El chico sacó un objeto puntiagudo de su cuello y lo volvió a clavar en un ángulo diferente, haciendo que la sangre borboteara por montones de la yugular. El inspector, de manera inconsciente, llevó la mano a la zona herida, sintiendo el dolor calar en su interior.

¿Qué demonios?

Había sucedido lo impensable. Cayó al suelo una vez más, esta vez lentamente sin despegar la vista de su agresor. Tenía la mirada puesta en el rostro inexpresivo del chico. ¿Qué significaba esto?

—Da igual quien soy, al final, el secreto morirá con usted.

El chico pateó el arma lejos y se sentó en el suelo, despreocupado, mientras escuchaba el sonido agónico del inspector. Quedó viendo la sangre en sus manos y en la cerámica blanca.

—¿Tienes muchas dudas? —habló él en consecuencia al ver al inspector viéndolo con fijeza—. Parece como si quisieras preguntarme si yo planee esto para tener este final.

Él rio.

—Bueno, dejaré esa incógnita para que tengas un trabajo en el más allá.

El agresor se quedó ahí sin decir nada. El inspector se quedó mirando sin la fuerza suficiente para articular palabra alguna, vio que el rostro del chico se miraba tan vacío y sin brillo alguno en sus ojos mieles.

Juego carmesíحيث تعيش القصص. اكتشف الآن