XV: Viktor, ¿otra vez el ascensor?

3.8K 571 118
                                    


Nota: ¡lamento haberlos ilusionado con el aviso! xD Aquí está el capítulo para que lo disfruten...  

Yuuri.

—Tú sabes cómo hacer que mis esfuerzos se vayan a la basura —refunfuñó, empujándome al interior del ascensor.

Las puertas se cerraron cuando los dos entramos, dejando al rubio afuera y a mí con los nervios recorriendo todo mi cuerpo por la cercanía con Viktor. Él me acorraló contra la pared de atrás, haciendo una jaula con sus brazos a mis costados. Me miró fijamente con esos ojos azules que arrasaban con mi poca heterosexualidad y me robaban el aliento.

Sí, es hermoso. No me había dado cuenta de que tiene pestañas largas y quebradas. Sé que su piel es suave porque la he tocado con mis dedos y la he arañado con mis uñas. Sus dientes delineados en perfecta sincronía relucen cuando sonríe; una sonrisa que me encanta y enamora. Su nariz es perfilada y, ¡dios!, ¿por qué le otorgas tanta belleza a un simple humano?

Aunque quiera, es imposible no observarlo de lejos. Siempre lo seguí con la mirada y no me creo un acosador. Él es un joven de quince años, pero su versión de niño o adulto es igual o más bella que la de adolescente. Me duele que sea tan guapo e irresistible. Detesto que sea mi vecino, un hombre; el hombre que me folló en su sofá.

¡Qué vergüenza!

—¿Por qué te sonrojas? Ni siquiera te he besado, Yuuri —canturreó, resoplando su aliento en mi oreja derecha.

¡Exactamente! No me has besado y yo ya estoy que no puedo ni con mi alma. Mi corazón está latiendo como si estuviera a punto de escapar de mi pecho para irse contigo. Mi cerebro no está hilando los pensamientos que deberían decirme: aléjate del ilegal y te salvarás de una condena en la cárcel.

—¡Santos Shuuris! —exclamó riendo y apartándose de mí—. No me creo todavía que a mi edad me haya comido un delicioso cerdito.

—Es porque eres un pervertido —mascullé, caminando hacia el frente al escuchar el pitido del elevador al llegar a la planta baja.

—¿Yuuri? —cuestionó, deteniéndome una vez más del brazo—. ¿Al menos te gusto?

—¿No eres inteligente? Es para que lo supieras, Viktor —respondí, zafándome de su agarre antes de que me retuviera.

—Oye, ¿subiremos por las escaleras de emergencia? —preguntó detrás de mí—. Amazing, Yuuri!

—¿Subiremos? —repliqué en un bufido—. Es tu culpa que no me haya quedado arriba. Mejor vete con tu Yurio.

—Oh, ¿mi Yurio? Él es mayor que yo, ¿lo sabías? Tampoco me gusta y no es mi tipo —objetó, aún persiguiéndome por el pasillo que nos conducía a las escaleras.

—¿Cuál es tu tipo? ¿Los vecinos que te cuidan en casa? —Comencé a subir los escalones lentamente a propósito, sólo para tener más tiempo con él—. ¿O las chicas?

—Me gustan las chicas porque las mujeres son increíbles y dignas de admirar. Mamá me decía que, si las aborrecía, entonces también la aborrecía a ella —confesó con una voz nostálgica y triste—. No tuve novia ni me gustaba alguien en específico, hasta que te vi regalándole galletas a los viejos del piso. ¡Qué manía la tuya de regañarle galletas a viejos, Yuuri!

—No es tu problema, trataba de ser amable —rezongué frunciendo el entrecejo—. Además, tú dijiste que tenían mal sabor.

—Las primeras estaban quemadas, claro que tenían mal sabor —murmuró, carcajeando de sí mismo—. No necesitabas un par de galletas para ser amable. Tú eres amable sólo porque eres tú, Yuuri.

Mi niñeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora