XL: Planes

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Viktor.

Removí la cuchara dentro del tazón de cereal, observando cómo las bolitas se inflaban cada vez más hasta casi exceder el nivel del plato. Oh, y la leche también se estaba pintando de color café. ¿Será que el sem...?

—Diría que estás pensando en tus exámenes, pero es más seguro que sea por Katsuki y alguna de tus obscenidades —argumentó mi padre, ¡y es que me conocía tanto! No por nada soy su adorado y problemático hijo—. ¿Qué ocurre contigo? Ayer tampoco quisiste cenar.

—No pensaba en Yuuri, pero sí en una obscenidad —asentí, soltando el utensilio para concentrarme en el rostro aburrido de mi santo creador—. ¿El semen cambia de color si lo pinto con algún chupetín o colorante?

—¡Viktor! —vociferó avergonzado, pese a que trataba de reprenderme—. No sé, y si supiera, no te iba a decir.

—Ah, así que lo sabes —siseé, frunciendo los labios en una mueca divertida.

—Además, el semen es una sustancia que cambia su color de acuerdo con la alimentación, e incluso tiene texturas y sabores diferentes.

—¿Sí? Cuéntame más, quiero conocerlo todo —afirmé, inclinándome hacia enfrente, en dirección a mi papá.

—No —negó rotundamente—, tú te estás aprovechando de mí y no te lo permitiré —sentenció, guardando silencio durante varios segundos—. ¿Para qué querías esa información?

—Curiosidad —murmuré, acomodándome en el respaldo del asiento—. Yakov dijo que me conseguirá una beca.

—¿Una beca? —replicó entusiasmado y, rápidamente, su boca se ensanchó en una sonrisa llena de satisfacción y alegría—. Es increíble, Vitya.

—Una beca en Rusia.

—Rusia está lejos —enfatizó, borrando cualquier rastro de felicidad en su cara—. ¿La aceptarás?

—Eso implica vernos una o dos veces al año porque estaré ocupado viajando y entrenando —mencioné sin alejar mi atención de las expresiones tristes de mi padre; era mi clave para el éxito—. No importa cuántos días vayas al laboratorio de Rusia, nuestros horarios no coincidirán fácilmente.

—¿Le has dicho a Katsuki? —cuestionó, mirándome fijamente a los ojos—. ¿Has pensando en él y en lo que sufrirá?

—Sí —aseguré—, y no me iré sin Yuuri.

—¿Estás loco? No puedes obligarlo a que se vaya contigo. Él también tiene sueños por cumplir, no será tu niñera para siempre, Viktor —respondió enojado. ¿Estaba furioso conmigo o conmocionado con la noticia?

—En ese caso, rechazaré la oferta y esperaré a que Yakov se rinda. Y cuando se dé cuenta que no puede conseguir la victoria sin mí, volverá a rogarme —admití riendo, y me levanté de la silla, dejando a mi padre boquiabierto.

—¿Y—Y si encuentra a otro mejor que tú? —tartamudeó apresurado.

—No existe alguien mejor que yo —concluí y me encaminé hacia el pasillo de la entrada para ir a clases.

Esa tarde, no fui a la escuela. Me quedé en el centro y recorrí varias tiendas de una plaza. Buscaba una joya perfecta que encajara en el dedo de Yuuri. Tal vez un rubí o un diamante brilloso, sí, sería lo indicado para demostrar lo que él vale en mi vida.

Sin embargo, Shuuri me lanzaría el anillo antes de darme su respuesta. No es un chico codicioso ni desea un regalo costoso. Él es simple y anticuado, hasta un maldito hilo o alambre encajaría con su personalidad, y le gustaría más.

Mi niñeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora