L: Sueños y travesuras

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Viktor.

Había transcurrido una semana desde mi regreso. Yuuri no trabajó dos días con el pretexto de estar enfermo, pero la verdad es que estaba adolorido y no podía moverse. Misha le compró una silla de ruedas y no quiero ni recordar el golpe que mi amigo recibió cuando mi Shuuri se la devolvió.

Tengo un mes libre hasta que yo también me ocupe con mi carrera de patinaje. He pensado que lo mejor es disfrutar ese tiempo con mi novio, pero él sigue molesto conmigo y no planea verme. Según él, es para que su cuerpo se recupere; no le creo, sólo está fingiendo que no desea a este hombre hermoso en su cama.

En fin, supongo que mi Poderoso deberá ser atendido de emergencia por Manuela. La cuevita de Yuuri es muy tímida, pero bien que lo goza. Yo no sé de qué se queja el cerdito adorable.

—Joven, ¿qué le parece? —cuestionó la mujer parada frente a mí en una espaciosa y vacía sala—. Si gusta, puedo mostrarle otros lugares, aunque éste es uno de los departamentos más lujosos.

—Sí, lo imagino desnudo en ese balcón —murmuré, señalando el sitio que tenía un panorama espectacular de la colorida y bulliciosa ciudad—. Creo que le encantará.

—¿Es un sí?

—Por supuesto —asentí, esbozando una sonrisa—. Mi padre se contactará con usted en cuanto se desocupe.

Es verdad que aún soy un chico inmaduro, no puedo solventar los gastos de una casa porque no tengo ingresos monetarios. Papá y yo hablamos sobre este tema hace varios meses atrás; no estaba de acuerdo en que yo me mudara, pero terminó aceptando mi idea cuando mi hermano nació y no había habitación disponible para él.

En un principio, el plan era pagar la renta con Yuuri. No era malo, pero papi Vladi metió sus narices y dijo que me convenía más si adquiría la propiedad. Bueno, él tiene el dinero suficiente para gastarlo en los lujos de su primogénito, así que no me opuse. Papá no necesitaba rogarme; yo debía aprovechar las oportunidades de la vida y ahora éste será mi nido de amor.

Makkachin y Vicchan serán felices aquí, correrán y destrozarán lo que encuentren. Me encargaré de sacarlos a pasear en las mañanas, antes de cualquier entrenamiento, y les conseguiré unas novias. ¡Quiero nietos peludos! Y gracias a las paredes insonorizadas, ellos ladrarán lo que les plazca sin molestar a los vecinos; es una ventaja extra que explotaré al máximo, y no con los perros.

Además, la pista de patinaje en donde entreno queda a cinco minutos y el trabajo de Yuuri a diez. Es una zona céntrica; ruidosa por el tráfico en la ciudad, pero tranquila en las noches. El único problema es que estaremos en el séptimo piso y no es beneficioso en temblores; tendré que comprar paracaídas.

...

—¿Te mandaron la información? —interrogué, ingresando al cuarto de San Vladimir, quien estaba arrodillado delante de la cama y observaba al pequeño monstruito que jugaba con una sonaja de color amarilla—. Amazing! ¿Acaso se tragó una bomba olorosa? —Cubrí mi nariz y opté por permanecer en la entrada, lejos de la peste.

—¿Sabes cómo se cambian los pañales? —preguntó muy serio, agarrando un tubo de crema en la mano derecha y un bote de talco en la mano izquierda—. ¿Qué hacemos? Sarah no me dijo que sería difícil.

—Con ese aroma a animal muerto y putrefacto, yo lo bañaría con cloro —bufé, intentando no vomitar. En serio, ¿qué comen los bebés?

—¡Viktor! —exclamó, levantándose para girar y lanzarme una de sus miradas amenazadoras—. ¿Katsuki está en su casa?

Mi niñeraWhere stories live. Discover now