XXXIII: ¿Qué nos espera?

2.5K 420 126
                                    


Viktor.

—Mi hijo me está contagiando y los perros son gays.

—¿Por qué metes a los perros en tu conversación? —cuestioné, asomándome a la distancia porque no era tan idiota para ir hacia él.

—¡Vitya! —exclamó Yuuri, apretando mi oreja con fuerza para arrastrarme de regreso a la sala—. Tú no obedeces, ¿verdad?

—S—Shuuri, no —balbuceé, intentando liberarme de su dulce y tierno agarre. Él es un chico amoroso—. ¿Qué no escuchaste? Papá perdió su virginidad a los dieciocho.

—Viktor —gritaron papá y Yuuri al unísono.

—Es que, ¡ni con un castigo vas a cambiar el pasado! —vociferé, defendiéndome sin importar que mi novio quisiera arrancarme la oreja y el viejo gruñera detrás de mí—. ¡Lo follé cuando tenía dieciséis y en...!

—Cierra ese maldito pico o te dejo sin sexo hasta que termines la universidad —indicó mi pacífico cerdito, soltándome al fin para enfrentarme con una furia que me calentaba y hervía mi sangre.

—Dios, eres como ver porno, Shuuri —aseveré, saboreando su exquisito aroma con mi lengua, y sólo recibí un zape por parte de mi padre.

—No sé si me alegra que él sea representado de esa manera —murmuró mamá Hiroko, quien se hallaba sentada en el mueble donde había tenido sexo con su hijo.

—Discúlpate, Viktor Nikiforov —ordenó el santo de la casa, porque sí, descubrí que San Vladimir es muy puritano.

—Los jóvenes son tan atrevidos y sinceros —murmulló mi suegro, que caminaba en dirección a su esposa—. Olvidemos este asunto y disfrutemos la velada.

—Él es de los míos —susurré en voz bajita, casi inaudible porque las paredes oyen y se lo comunican todo a Yuuri.

—Haré una excepción y hoy puedes dormir con Katsuki en tu habitación —dijo papi Vladi a mi oído y, sosteniéndome de ambos hombros, me miró fijamente como si con eso me advirtiera mi destino—. Nada de ruidos extraños.

—Oh, no, él gime bonito.

—¡Vitya! —tartamudeó mi precioso novio, seguramente con un sonrojo en sus redondas mejillas.

Esa noche no me sobrepasé con Yuuri. Primero porque me sentí acosado por cámaras de vigilancia de la marca Vladimir, segundo porque Makkachin y Vicchan abarcaron la mitad de la cama y tercero porque necesitaba abrazarlo. Quería que él durmiera tranquilo y sólo pude estrecharlo contra mi cuerpo. Comprendí que era suficiente, a pesar de mi erección matutina.

¡El Poderoso revivió!

-n-

Desperté con el ladrido de los perros y me topé con los hermosos ojos color avellana de Shuuri. Me observaban deseosos, como si a través de ellos quisiera transmitirme lo que pensaba en ese momento. ¡Y ojalá fueran ideas para añadir posiciones al kamasutra!

—Eres tan perfecto —canturreé, llevando mi mano derecha a los revoltosos mechones que caían sobre su frente—. Extrañaba las mañanas así.

—¿Por qué te cortaste el cabello? —interrogó, sorprendiéndome con esa espontaneidad muy rara en él.

—Quería lucir más maduro para ti, pero mi apariencia y mi carácter son diferentes. No lo logré —confesé y escondí mi rostro en el espacio entre su cuello y clavícula—. ¿Te gustaba antes?

—Me gustas en cualquier presentación —articuló mientras acariciaba mi espalda con las yemas de sus dedos, dibujando círculos y figuras abstractas—. Me gustas por ser Vitya, mi niño.

—En serio eres un pedófilo —musité, y él comenzó a carcajear, extraviándome en la melodía que producían sus risas—. Es una sensación de mariposas desenfrenadas revoloteando en mi estómago.

—¿Mariposas? —replicó confundido y esbocé una sonrisa llena de satisfacción—. ¿De qué hablas?

—Si mamá estuviera aquí, le diría que encontré mi felicidad —contesté, separándome unos centímetros de él para depositar un beso en sus labios—. Tú eres mi felicidad. Eres lo que más amo.

—No arruines tu romanticismo con un comentario pervertido —pidió, trepando arriba de mí para acomodarse en mi vientre. Colocó las palmas de sus manos encima de mi pecho y sonrió maliciosamente.

—¿Qué tramas, Yuuri Nikiforov?

—Cuando cumplas dieciocho años, te estaré esperando en mi departamento —anunció, inclinándose adelante para besuquear mi mentón—. Voy a dejar que me folles el tiempo que desees —enfatizó, respirando en mi piel, misma que se erizaba con su aliento chocando —, y házmelo duro.

—Duro está mi pene, Yuuri —mascullé, tragando saliva por mi poca resistencia. ¿Y cómo tenerla en una situación así? —Joder, debo ir al baño.

—Te ayudaría, pero está prohibido. —Bajó de la cama bostezando y se encaminó al sanitario con paso lento y perezoso—. Vamos, voy a ducharme.

—¿Nos duchamos? —sugerí, sabiendo cuál sería su respuesta. Y bueno, amo jugar con mi suerte.

—No, pero estaré desnudo, aprovecha para masturbarte —avisó y brinqué como un resorte para seguirlo hacia el paraíso.

Yuuri.

-n-

Mis papás se marcharon después de tres días y Vitya empezó un nuevo semestre en la preparatoria. Yo salí a buscar trabajo porque no era millonario como los Nikiforov, tampoco mi familia provenía de ricachones. Un hombre de clase media necesita un sueldo y responsabilidades.

Sin embargo, sé que mi tiempo con Viktor se reducirá. Tendré un horario y, quizás, horas extras. Habrá viajes de negocios si una empresa con prestigio me contrata y reuniones aburridas a las que deberé asistir. Mi novio estará celoso, me exigirá un día para él y no es algo que pueda regalarle.

Además, Vitya también estará ocupado con su entrenamiento. Yakov quiere que participe en competencias grandes y se elevará como un patinador profesional. Todavía no lo decide, pero estoy consciente de que esa posibilidad está en sus planes. Yo no puedo detenerlo porque significaría romper sus ilusiones y sueños.

Los dos progresamos a un ritmo acelerado y tengo miedo. Estoy asustado porque él será famoso y las chicas lo acosarán, ganará trofeos y medallas, y se someterá a pruebas difíciles. Estará en lo alto del podio porque es Viktor Nikiforov, el chico que consigue lo que se propone y me olvidará...

No, no quiero ser pesimista. No me olvidará, ¿verdad? Yo soy su novio, pero ¿qué dirá cuando le pregunten por su pareja? Somos hombres, será vergonzoso y podrían humillarlo. Lo mejor es que esté con una mujer, no conmigo.

—Oye, el ascensor se abrió —señaló una chica de melena rojiza, muy bonita y encantadora—. Soy Mila Babicheva, tu vecina.

—Creí que el departamento de al lado era inhabitable —comenté, saliendo del elevador antes de que me aplastara—. Soy Yuuri Katsuki.

—Una amiga me dijo que el patinador Viktor vive en este edificio y, ¡qué nalgas las que tiene!

—¿Te interesa? —inquirí con nervios, aunque deseaba tanto una negativa que me calmara.

—¡Por supuesto! —afirmó emocionada y eso fue el comienzo de una aventura. 



Nota: Shuuri estudió Administración de Empresas, por eso menciona lo de los viajes de negocios y las reuniones aburridas. 

En cuanto a Mila... es un misterio, pero descuiden, este fanfic no es sobre triángulos amorosos ni dramas innecesarios. Esta historia es una comedia del romance entre Shuuri y Vitya. <33 

¡Nos leemos luego! 

Mi niñeraحيث تعيش القصص. اكتشف الآن