XXVI: Perdón

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Aclaración: el inicio de este capítulo está narrado desde mi punto de vista como autora, después notarán el nombre de Viktor y continúa la narración desde su punto de vista.

Quizá lloren un poquito(?)

El día anterior

Vladimir ingresó a su departamento con las dos rubias secundándole los pasos. Encendió las luces del pasillo y dejó que las mujeres pasaran a la calidez de su hogar, entonces continuó su camino y en éste se percató que había un celular en el suelo.

—Vitya olvidó su móvil —canturreó, agachándose para levantarlo.

Al tenerlo en sus manos, la pantalla de bloqueo se encendió, mostrando en ella una fotografía divertida de su hijo con Yuuri Katsuki. Vladimir sonrió al ver la mirada tan alegre de su pequeño y recordó que no había querido ir al cine porque el vecino le había preparado comida.

Sí, eso, el vecino había cocinado para Viktor. No sólo lo cuidaba, también le hacía el desayuno y Vitya iba a su casa cuando quería y sin importarle si lo interrumpía. ¿Era normal si ellos no eran buenos amigos antes? ¿Cómo cambiaba una relación tan rápido? ¿Cómo podían ser tan cercanos?

El hombre de cabellos platinados desbloqueó la pantalla y comenzó a buscar en la carpeta de imágenes, encontrando varias fotografías de Yuuri y Viktor juntos, riendo o haciendo cualquier tontería. Luego de eso, se dirigió a la bandeja de mensajes y ahí descubrió lo que no deseaba.

—Vladimir, ¿qué haces? —preguntó Sarah, volviendo por el pasillo—. ¿Qué te sucede?

—Si tu hija tiene fotos con su vecino y tiene una conversación muy amorosa, ¿qué pensarías?

—Son novios —afirmó sin titubear—. ¿Por qué?

—Porque mi hijo es novio de nuestro vecino —balbuceó, tambaleándose sobre sus piernas sin creérselo aún.

—¿Tu vecino? —replicó, más conmocionada que el otro—. ¡Por Dios! ¿No es mayor de edad ese chico?

—¡Sí, lo es! —aseveró, apretando el aparato en su mano derecha—. Voy a sacarlo de su habitación a golpes.

—Espera —gritó la mujer, brincando hacia Vladimir para sostenerlo del brazo—. ¿Sabes qué hora es? Harás un escándalo innecesario.

—No me importa —gruñó con una expresión que Sarah no conocía y que incluso no quería observar nuevamente—. ¡Lo mataré!

—Bien, ve —ordenó, soltando al mayor—. Ve para que te echen del edificio por asesinar a un jovencito.

Gracias a la intervención de Sarah, el señor Nikiforov logró calmarse, pero esa noche no durmió. Rezaba para que la mañana llegara pronto y su hijo estuviera sano y a salvo en su casa, no en la de ese aprovechado.

Actualidad

Viktor.

—¿Hablaste con él? —cuestioné mientras Yuuri entraba al departamento y la puerta permanecía semiabierta.

—Y tú hablarás ahora con él —declaró, esbozando una sonrisa de lado—. Anda, podrás venir conmigo si ustedes tienen una plática sincera.

—Si me corre, ¿me darás asilo?

—Siempre —aseguró, extendiendo sus brazos—. Quiero que me estreches para que puedas irte.

Me apresuré a rodear su cintura y escondí mi cara en su cuello. Yuuri me envolvió como si fuera una despedida, y eso me asustaba. No sabía qué habían discutido en el pasillo, pero sé que Yuuri haría todo para que yo no sufriera.

Mi niñeraKde žijí příběhy. Začni objevovat