XXI: Vamos a descontrolarnos [Parte 2]

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Viktor.

—¿Ya casi?

—Preguntó el amor de mi vida al otro lado de la puerta que nos separaba en este intenso vaivén del destino. La cúspide de...

—Viktor, deja de estar narrando tus pensamientos y apúrate con tu paquete —refunfuñó con un suspiro—. Debe haber alguna revista ahí, sólo úsala.

—¿Usarla? —repliqué y giré la manija, haciendo que Yuuri cayera sobre mí al abrir la puerta—. Oh, Dios, si querías tocarme, lo hubieras hecho.

—Cállate —bramó con un sonrojo en sus redondas mejillas y cerró, dejándonos a ambos dentro del baño—. ¿Ni siquiera te has quitado el pantalón?

—Desde que te hice el amor, es difícil que El Poderoso se alce sin tu ayuda —confesé, provocando que él me empujara en seguida.

—E—Entonces sólo desvístete y te lo haré rápido —balbuceó, desviando su hermosa mirada de la mía.

—¿Te dije que amo tus ojos? —cuestioné, sujetándolo de la cintura hasta llevarlo contra la madera—. Shuuri, eres increíblemente lindo.

—¡Viktor, ya! —exclamó intentando sonar lo más rudo que su delicada voz le permitiera, pero ese pequeño grito había sido un gemido—. Deja de molestarme.

Me acerqué a su oreja derecha y olisqueé ese aroma dulce que lo caracterizaba. No es su perfume, es su cuerpo el que emana este auténtico olor a madera y flores recién mojadas. No, quizá el mojado soy yo y estoy inventando todo esto porque Yuuri enciende mis demonios internos.

—Yuuri, quiero follarte duro —canturreé, y tomé con mis dientes el lóbulo de su oreja, ejerciendo una ligera fuerza.

—Ngh, Vitya —jadeó como sólo él podía excitarme—. D—Deja tus juegos.

—¿En verdad crees que soportaré no hacerte el amor en dos años? —interrogué con sarcasmo y levanté la mirada para verlo fijamente—. Soy un hombre; un hombre que ama a su novio. Tú eres mi novio y vecino, Yuuri. La tentación es más grande.

—Aquí no —murmuró, agachando la cabeza ¿Se rendía? —Este baño no me gusta, es feo y estrecho. Además, me escucharán tus amigos.

—¿Dices que te escucharán porque lo sentirás hasta el fondo? —inquirí con una sonrisa amplía, típica de un pervertido—. Yuuri, ¡qué obsceno!

—¡No quise decir eso! —rezongó, propinándome una palmada en el pecho—. Tú sabes a qué me refiero.

—Sí, sí, no eres capaz de controlar tu voz porque eres un gritón —afirmé y deposité un beso en su suave melena para calmarlo—. Está bien, no será en este horrible sanitario.

—T—Te lo puedo hacer con la boca —sugirió, y amaba su idea, pero no quería exponerlo a la vergüenza.

—Me encantaría, pero lo dejaremos para la casa. Mis amigos tienen buenos oídos —comenté, dirigiendo mis labios a los suyos—. El privilegio de verte y oírte es sólo mío, no acepto a nadie más husmeando —bufé, y lo besuqueé un par de veces.

Sujeté su esbelta cadera al notar que él no deseaba terminar el beso y deslicé mi mano derecha hacia su entrepierna, descubriendo un bulto que sobresalía en su apretada prenda. Yo queriendo contenerme y Shuuri ya está así.

—Hm. —Finalicé el intercambio de saliva y volteé su cuerpo para que quedara de espalda a mí—. No me culpes, Yuuri, ¿entendido?

—No lo metas —pidió, pero no se opuso a nada más—. No lo metas, Viktor —repitió en un sutil susurro.

Mi niñeraTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon