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Un grito se escapó de sus labios mientras tomaban ambos de sus pequeños brazos.

Se movía desesperado en las manos de sus captores. Había pasado gritando y sollozando toda la noche mientras se acurrucaba como un bebé cerca de la pared. Una aguja se incrustó en su brazo, haciéndolo chillar mientras un líquido que no conocía entraba a su organismo. Se sintió aún más asustado que antes.

Mientras perdía la consciencia podía ver a la distancia a su familia, a su madre sentada en una silla cerca de la ventana a las calles grises, su padre leyendo el periódico interminablemente y a DongYoung sosteniéndolo en sus brazos como un niño pequeño, acariciando sus cabellos castaños mientras le cantaba una canción de cuna.

Extrañaba los pequeños placeres que le habían sido arrebatados por estas personas desconocidas.

Su cuerpo dolía y casi siempre permanecía inconsciente. Le rogaba al Dios en los cielos por una oportunidad para escapar... Para poder volver a casa y acurrucarse en los brazos de su madre.

Comer comida caliente.

Sentir frío por las noches y buscar a DongYoung.

Por los regalos de su papá cuando sacaba buenas notas.

Incluso extrañaba la escuela.

"Este no sirve." Susurró uno de ellos.

Y no supo si asustarse o aliviarse.


Los días pasaron y DongYoung comenzaba a pensar que esa casa era como una linda cárcel de la que no salía.

Sumado a que la vergüenza que sentía cuando estaba en una misma habitación con TaeYong o incluso cuando se lo topaba en el pasillo no lo dejaba respirar. Se sentía asustado, herido.

TaeYong por su parte parecía querer ignorarlo olímpicamente, fingiendo no haber visto más de lo debidamente permitido hace apenas un par de días. Pero la ansiedad que tomaba su cuerpo cuando entraba por la puerta y veía a DongYoung acostado en el mueble junto a Bobby o saliendo de su habitación para saludarlo tímidamente no lo dejaba mentir.

Sus manos temblaban ante el recuerdo de los secretos que se encontraban debajo de las prendas de ropa.

Aquella mañana se despertó una hora antes de lo normal, la madrugada estaba mas fría de lo normal y la casa olía a tierra húmeda, seguramente por la leve llovizna que caía en el exterior.

Se levantó despacio y camino directo hacia fuera, apenas mirando a su alrededor. Todo el caso lo tenía extremadamente cansado, como si no importará cuantas pistas le dieran porque al final, volverían exactamente al mismo lugar.

Los malditos se habían dedicado a maquillar cada pista que se les era dada, borrar evidencias y desaparecer del mapa.

El olor a café lo extraño, mirando nuevamente la hora en el reloj que se encontraba colgado en la sala. Eran las cinco de la mañana.

Asomo la cabeza por la puerta, y en medio de la oscuridad pudo divisar a DoYoung sentado en un taburete, de espaldas a la puerta de la cocina.

"Buenos días." Dijo y DongYoung saltó en su puesto, girándose hacia el con una mano sobre su pecho, TaeYong no pudo evitar mirar los largos y delgados dedos del omega.

"Uh... B-buenos días." Susurró en respuesta, mientras volvía a darle la espalda.

TaeYong pudo ver como la pequeña figura de DoYoung temblaba. Paso a un lado de su acompañante, dirigiéndose hacia los estantes y sacando una taza.

The One I Can't Love [TaeDo]Where stories live. Discover now