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Habían unido fuerzas con un departamento de otra ciudad cuando el señor Jung decidió por fin contribuir con algo a la investigación. La red tenía una cede aun más grande en Daegu, parecía un pub normal, muchos jóvenes iban allí en busca de un buen rato con amigos hasta que la madrugada cayera.

Era un lugar bastante popular, donde los proxenetas hacían sus pescas y encontraban carne nueva para vender, era tan fácil como coquetear un rato, poner algo en la bebida de la chica o chico y drogarlo. La puerta trasera era usada para sacar a esas personas, y llevarlas a otras partes. O muchas veces, las dejaban allí mismo, en una parte indetectable donde tenían cuartos usados por sus clientes más influyentes, que pagaban por una membrecía especial en la cuenta bancaria del establecimiento, manejado por la mano derecha de quien mandaba allí. El señor Jung era quien se encargaba de esa cuenta que realizaba transacciones fuertes de dinero de manera bastante disimulada.

El resto de las membrecías eran supervisadas por los dueños de los bares y cada cierto tiempo por la gente de arriba, que llevaba un registro detallado de clientes.

El departamento de Daegu estaba llevando un monitoreo constante del lugar, enviando agentes de incognito, para intentar encontrar alguna prueba de lo que pasaba allí y que pudiera inculparlos directamente. Lastimosamente desde que el señor Jung fue apresado, se volvieron más cautelosos al momento de operar.

TaeYong recibía más informes que antes, al igual que mensajes de amenaza que parecían no parar nunca. El trabajo comenzó a ser bastante agotador, avanzaron lentamente, tenían los nombres de algunos clientes, y habían ido a hacerle una visita amistosa a uno que otro, pero estos siempre respondían lo mismo, con el miedo reflejado en sus ojos.

"La invitación llega en una carta, no dice nada más que un par de detalles, es bastante discreto."

"Señor, nos acaban de llamar de la prisión donde se encontraba Jung Hoseok." Le informó Wendy mientras entraba a paso apresurado en la oficina del alfa, el sonido de los tacones contra la cerámica hizo que las sienes de TaeYong latieran con fuerza.

"¿Encontraba? ¿A caso esa rata se salió con la suya y lo dejaron salir?" preguntó, levantándose de su puesto y mirando a la mujer que negó enérgicamente.

"Lo han ahorcado en su celda."

TaeYong la miró sorprendido. Lo habían mantenido aislado desde que ingresó a la prisión, en un ala donde el acceso era restringido. TaeYong tomó su placa y otras cosas más de su escritorio, saliendo de su oficina seguido de Wendy.

"Iré a despejar mi mente y para mañana te necesito aquí temprano. Iremos a hacer una visita a la prisión estatal."


Culpables.

Necesitaba nombres concretos, unos que tuvieran la influencia política suficiente para lograr que mataran a un hombre en un ala de alta seguridad de la prisión, uno que pudiese cubrir sus huellas de una forma tan minuciosa y que pudiese pagar por fidelidad y silencio.

Revolvió el café mientras fruncía su ceño.

El señor Jung siempre mantuvo silencio acerca de quién era su jefe, quien manejaba todo aquello. Le dio respuestas a medias. Tal vez había querido soltarlo todo para antes de que lo mataran, pero eso no importaba realmente ahora.

El otro hombre que ayudó con la investigación no sabía nada más, por lo que deberían guiarse únicamente por las conexiones que se establecerían en las cuentas bancarias. El estomago se le revolvió mientras recordaba a DongYoung, hace tres meses atrás, despidiéndose de él en las afueras del hospital.

The One I Can't Love [TaeDo]Where stories live. Discover now