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Habían pasado los días y DongYoung había desconectado del mundo por completo – exceptuando por TaeYong – mientras se centraba en recuperarse emocionalmente. Sabía que los niños posiblemente estarían preocupados por el, que preguntarían mucho a TaeYong que sucedía.

Pero el necesitaba asimilar.

Necesitaba recordarse que no lo tocarían nunca más. Que las manos de TaeYong lo recorrían con amor, no con lascivia. Que lo único que querían en aquella casa era darle un poco de cariño y apoyo, que en esos momentos necesitaba más de lo que expresaba.

Aquella mañana el timbre de la gran casa sonó y pasos por aquí y por allá corretearon formando ecos por las paredes. La puerta fue abierta, pero el solo deseaba escuchar el martilleo del corazón del alfa en su oído, mientras se abrazaban con fuerza sobre las cobijas.

Murmullos fueron captados por su oído y luego una familiar voz emitió un chillido que le hizo abrir los ojos de forma perezosa, despertando a TaeYong al lado suyo y haciéndolo estirarse como un gato.

Ayer, en la madrugada mientras el mayor mantenía una video conferencia en su despacho con su secretaria, hablando sobre las ultimas pistas y muchas cosas a las cuales DongYoung no le había prestado ni un poco de atención, entro en su lugar personal con lagrimas en los ojos, haciendo que el alfa terminara rápidamente su trabajo y fuera a la cama junto a él. A veces TaeYong podía estar muy cansado, pero su disposición para su trabajo y para el era primordial. Para el alfa era imperativo que todo marchara sobre ruedas mientras no se encontraba alrededor.

Así fue como terminaron abrazados y besándose hasta un poco más tarde y luego durmiendo plácidamente hasta que el ruido fuera comenzó.

"Hoy viene tu madre, conejito. Ella cuidará de ti en lo que yo voy a arreglar algunos papeles.

DongYoung hizo un puchero bastante adorable antes de que asintiera y le diera la espalda. El alfa aprovechó ese momento para apegarse al cuerpo del omega por detrás.

"No quiero levantarme."

"Está bien, descansa, yo te despertaré."



La mujer lo abrazó con fuerza y, en medio del silencio de la habitación, DongYoung lloró bajito, mojando el hombro de su madre mientras ella lo mecía despacio como un pequeño bebé.

Era su bebé.

Su pequeño DongYoungie.

TaeYong lo despertó una hora después y su madre ya estaba parada en la puerta, mirándolo desde allí mientras una sonrisa nostálgica se plasmaba en su rostro. No tuvieron que decir nada, sus miradas se conectaron y se sintió como si DongYoung volviese a nacer.

Como si la mujer le enseñara a vivir nuevamente. A caminar. A tomar su mano con fuerza.

Su madre acariciaba sus cabellos y DongYoung sentía que estaba siendo curado, que el tiempo retrocedía y era un niño llorando en las faldas de la mujer mientras le contaba lo mucho que odiaba el colegio, que quería pasar todo el día en casa y jugar con RenJun. Las manos de su madre lo protegían; siempre lo habían hecho.

"DongYoungie, mamá vino a cuidar de RenJun y de ti por hoy."

El asintió mientras seguía abrazándose con fuerza al menudo cuerpo de su madre, revitalizándose con su presencia.

"RenJunie está bien. No como antes... eso no es ni será jamás posible, pero veo que está siendo feliz."

"Si, intentamos mantenerlos entretenidos... han pasado por cosas duras."

The One I Can't Love [TaeDo]Where stories live. Discover now