➻ Bad Moon Rising ⭐ (LIBRO 5 - TO) ✔

➻ Capítulo 2: "The rage"

➻ Capítulo 2: "The rage"

Elijah había pasado la mayor parte de la noche en una misión de búsqueda. Tenía a Hope entre sus brazos y la desesperación a flor de piel. Desconocía si había más cazadores merodeando por la zona y tampoco podía permitirse ir en su búsqueda, no con la niña cerca.

– ¡Thalía! –gritaba cada vez que se detenía y aguzaba su oído, tratando de recolectar sonidos y aislando los ruidos propios del pantano. – ¡Thalía! –

La loba con la que se había topado le había dado dos opciones si quería encontrarla. Una, claramente, era negativa ya que Hope estaba con él. La segunda, aun sin comprobar, seguía siendo la más fiable y a la que Elijah se aferraba.

Tal vez un poco exhausto, comenzó a caminar, provocando que las ramas y las hojas secas se rompieran sin cuidado bajo sus pies. La noche estaba en pleno apogeo y eso significaba que tal vez algunos lobos ya habían cambiado, recuperando sus formas humanas y merodeando por los alrededores.

Hope se mostró incomoda entre sus brazos y eso forzó a Elijah a detenerse. Tal vez tuviese hambre o estuviese cansada. Él también lo estaba, pero no podía rendirse, no aun. Aquel bosque sería destruido y su sobrina perdería a una gran rama de su familia si él no hacía algo para detenerlo.

Por entre los recovecos que formaban las enormes bóvedas de hojas se filtraban los rayos de luna, impactando contra el suelo y haciendo brillar el suelo con un fulgor único, casi mágico, celestial. De pronto, algo brilló y de inmediatamente atrapó la atención de Elijah, quien se acercó con cuidado, con la cautela de un gato que merodea alrededor de un ratón. Elijah fue pateando los colchones de hojas, haciéndolos volar sólo para asegurarse que estaba caminando por suelo estable, pero en cuanto las hojas se desperdigaron en diferentes direcciones, Elijah se detuvo.

Sin tanto peso encima, una trampera para osos brillaba con la luna como si fuese una pieza de exquisita joyería. Los afilados dientes apuntaban hacia arriba y se encontraban ligeramente manchados, manchados por algo pegajoso, denso y tentador, creyó Elijah observando que por debajo se extendía un charco de sangre. Al verlo, sintió un nudo en el estómago.

Acomodó lo mejor que pudo a Hope sobre sus brazos y se agachó con cuidado, procurando ser delicado para evitar que la trampa se cerrase de pronto. Siendo precavido, rozó sus dedos por los dientes manchados notando que la sangre estaba tibia. Si alguien se hubiese lastimado con ella, no debería de andar lejos.

– ¡Thalía! –gritó al reincorporarse. Ciertamente, en el aire se sentía un tenue rastro de sangre y se podía sentir tan bien que probablemente la persona aun anduviera por los alrededores.

Elijah sintió movimiento por entre los arbustos e instintivamente se puso alerta, con todos sus sentidos bien aguzados. Las frondosas copas de los árboles cada vez dejaban menos espacios por donde la luna pudiese filtrar su luz, por lo que aquella área pronto se tornó oscura, como si hubiesen apagado el interruptor.