[LIBRO V]
▸Se ve a la Luna elevarse. Hay problemas en el camino; terremotos y relámpagos azotan estos tiempos
Un consejo amigable: no salgas ésta noche. Los lobos merodean la ciudad.
Con la Luna en lo alto, un amigo te traicionará. El enemigo tocar...
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Con el transcurso de los días, la situación que rodeaba a la familia estaba lejos de apaciguarse. Resultaba dudoso que aun no hubiese noticias de los Strix o de Aurora; Thalía ya comenzaba a sospechar de que estuviesen tramando algo realmente grande, por lo que en conjunto habían tomado la decisión que la casa ya no resultaba segura para Hope, debido a que Aurora aun seguía prófuga y había demostrado ser capaz de ir contra ella.
Bajo el amparo de una noche de luna llena, Klaus había conducido hasta el pantano en compañía de Thalía. A ninguno realmente le gustaba la idea, pero era lo único que podían hacer para asegurarse de que Hope estuviese a salvo; habían sido precavidos durante la salida de New Orleans, asegurándose ser rápidos para que nadie notase su ausencia y evitar levantar sospechas. Habían acordado que al llegar debían encontrarse con los gemelos, quienes la esconderían el tiempo que fuese necesario con un grupo de lobos hasta que fuese oportuno.
Sólo tras haberse asegurado por decima vez de todo, tratando de buscar algún minúsculo error que pudiese arruinar todo, ambos abandonaron las proximidades del pantano, tomando otra ruta; los gemelos les habían asegurado que borrarían sus rastros tan pronto como fuese posible. Thalía reprimió sus sentimientos en aquel momento, pero se limitó a caminar sin mirar hacia atrás; ya estaba acostumbrándose a la idea de mantenerse lejos, y mantener lejos, a Hope en orden de mantenerla a salvo. No era algo que le entusiasmase, pero era lo que se veía forzada hacer cada vez que las cosas se tornaban peligrosas.
― Sólo será por un tiempo. ― Klaus, probablemente, era quién mejor podía manejar la situación; estaba un cien por ciento convencido de que todo lo que hacían era por el bien de Hope, aunque nunca negaría que sentía pánico cada vez que lo alejaban de ella.
― ¿Dónde estamos? ―
Lo único que había podido sacarla de sus pensamientos fue ver que estaba comenzando a anochecer y se estaban alejando del camino que los conducía hacia la ciudad. De hecho, ya no estaban en la carretera, sino que habían comenzado a adentrarse a un sendero que cruzaba por el interior del bosque.
― ¿Nik? ―
A medida que avanzaban, el cielo comenzaba a desaparecer, siendo reemplazado por un tupido techo de árboles que comenzaban a crecer uno pegado al otro. La única luz que era capaz de percibir era la de los faros del auto que iban marcando por dónde iban y la de un manto de luciérnagas que ofrecían una luminosidad mínima, por no decir escasa.
― ¿Sabías que han venido amigos nuestros a visitarnos? ― respondió Klaus, repiqueteando sus dedos sobre el volante. ― Por un momento pensé que había sido la peor decisión que habían tomado; ya sabes como soy con respecto a nuestras amistades. ―
