[LIBRO V]
▸Se ve a la Luna elevarse. Hay problemas en el camino; terremotos y relámpagos azotan estos tiempos
Un consejo amigable: no salgas ésta noche. Los lobos merodean la ciudad.
Con la Luna en lo alto, un amigo te traicionará. El enemigo tocar...
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Capítulo 10:
➻The thanksgiving dinner
Cayó sentada y el impulso la hizo rebotar levemente hasta que el sillón la detuvo. Soltó una exclamación ahogada y se reincorporó de un salto. Junto a la mesa, Freya seguía el trance que le permitía establecer la conexión con Rebekah y estaba más claro que el agua que no la necesitaba para ello.
– Gracias por traerme a casa. – bufó, sintiendo la parte trasera de los muslos un tanto adoloridos. Mientras, Hope, desde su corral, la miraba con la cabeza ligeramente ladeada y una curiosa expresión en su rostro.
No sabía con exactitud que ocurría al otro lado del mundo con las dos hermanas Mikaelson por su cuenta. Aunque por otro lado, sabía exactamente que podría llegar a ocurrir; sí Freya la había desterrado de aquel lugar, era obvio que permitiría que Rebekah mantuviese su palabra aunque eso significase poner su vida en juego.
Con dificultad se sostuvo de las sillas y procedió a deslizarse hacia el sillón, dónde se desplomó al tiempo que una aguda migraña le atacaba los laterales de la cabeza. Sus dedos estaban fríos, por lo que resultaban un agradable contraste con la alta temperatura de su frente. El hechizo había requerido más de lo normal, por lo que un dolor de cabeza era lo mínimo que podía esperarse.
Por encima de su hombro observó a Freya, pero ésta seguía inmersa en aquella proyección. Thalía aguardó unos instantes y luego se puso de pie, sintiéndose un poco mejor, con la cabeza más despejada. Pero aun así se acercó al refrigerador y del interior extrajo una bolsa de sangre, la cual Hayley siempre insistía en tener a mano. Y en ese momento, agradeció haberlo tenido.
Con los dientes arranco el precinto de seguridad y comenzó a bombear la bolsa con la manos, enviando grandes bocanadas de sangre hacia el interior de su garganta. A medida que la sangre descendía, la claridad volvió y el dolor desapareció casi en un instante.
Cuando finalmente la bolsa estuvo vacía, la descartó en el cesto.
Regresó a la sala, observando nuevamente a Freya y luego se acercó al corral de Hope, a quién la tomó entre sus brazos y la acomodó a la altura de su cintura. Hope parecía a gusto de tener la atención de su madre nuevamente; reposó su cabeza contra su pecho y pronto prendió su mano a los botones bordados por encima del corazón de Thalía.
– Perdón por haberme ido, mi reina. – murmuró, agachándose brevemente para recoger algunos juguetes que Hope había lanzado fuera de su corral durante su ausencia. – Pero hay problemas que debíamos arreglar. – Thalía ladeó la cabeza. – Aunque no estoy muy segura de haberlos resuelto como esperaba. – Hope balbuceó débilmente, tal vez a modo de respuesta.
Con los juguetes nuevamente en el corral, Hope comenzó a sacudirse entre sus brazos, señalando hacia la ventana. Thalía descorrió las cortinas blancas y abrió apenas los cristales, permitiendo que una débil correntada se filtrase por la delgada abertura.
