[LIBRO V]
▸Se ve a la Luna elevarse. Hay problemas en el camino; terremotos y relámpagos azotan estos tiempos
Un consejo amigable: no salgas ésta noche. Los lobos merodean la ciudad.
Con la Luna en lo alto, un amigo te traicionará. El enemigo tocar...
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➻ Capítulo 27:
"The bridge of the cranes"
― ¡Salgan de dónde quieran que estén! ―
Tres pequeños cuerpos se apretaron contra los tablones de madera, manos tapándose la boca mientras que inquietos ojos se miraban entre sí, para luego colarse entre las rendijas.
Era una bonita tarde primavera, en los campos las floras ya comenzaban a brotar y en el aire se podía sentir el dulzor del polen.
La puerta del granero se abrió con un estruendoso chillido dejando ingresar un as de luz que llenó por completo el oscuro interior. Algunos caballos cocearon contra el suelo recubierto de paja y otros asomaron sus enormes cabezas desde sus corrales relinchando.
― ¡Ahí están! ―
La voz de Artem Ivannova los sorprendió a los tres, haciéndolos brincar de sus escondites estallando en carcajadas mientras los gemelos y Thalía echaban a correr.
Eran las buenas cosechas de la primavera lo que ponían a Artem de buen humor como para delegar sus obligaciones por un momento y jugar por horas con los más pequeños de su familia.
― ¡No podrán esconderse por mucho tiempo! ― exclamó y con su brazo a modo de gancho sujetó a la pequeña Thalía por la cintura alzándola y colocándola sobre su hombro mientras ella reía al punto de quedarse sin aire mientras sus hermanos se detenían, volviéndose hacia su padre con sus espadas de madera.
― ¡Hay que salvarla! ― chilló Ethan, acomodándose el gorro de tela que su madre les había confeccionado para el invierno. A modo de respuesta, Aiden dejó escapar un grito muy similar a uno de guerra mientras ambos marchaban contra su padre, atacándolo con aquellas espadas sin punta e inofensivas.
― ¡No podrán contra nosotros, ¿verdad, Lía?! ― ella seguía riendo mientras se revolvía entre los brazos de su padre; lágrimas le caían por los ojos mientras intentaba calmarse para poder controlar la risa.
Pero los gemelos lograron tumbarlo en el suelo, subiéndose sobre él aun blandiendo sus espadas. Artem dejaba escapar dramáticos suspiros de dolor; internamente estaba orgulloso de ellos. En el futuro serían grandes guerreros que podrían defender a la aldea de los peligros del bosque.
A lo lejos, un cuerno sonó interrumpiendo la diversión. Era el sonido de la alarma. Artem se puso de pie, dejando a Thalía en el suelo para luego indicarles que se mantuviesen juntos. Era la alarma que anunciaba que los limites de la aldea habían sido violados por las abominaciones que vivían en el corazón de la espesura.
― Cuiden a su hermana. ― ordenó al ver a sus vecinos saliendo de sus casas. Aiden rápidamente sujetó la mano de Thalía entre la suya, mientras que en la otra apretaba el mango de su espada.
