[LIBRO V]
▸Se ve a la Luna elevarse. Hay problemas en el camino; terremotos y relámpagos azotan estos tiempos
Un consejo amigable: no salgas ésta noche. Los lobos merodean la ciudad.
Con la Luna en lo alto, un amigo te traicionará. El enemigo tocar...
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➻ "The blood will guide you home"
Un suave tintineo y una corta vibración anunció que un mensaje acababa de llegar a su casilla. Con los dedos adoloridos y ensangrentados tomó el teléfono. El mensaje era de Ingrid. Después de tantos meses, su hermana había intentado comunicarse.
Ingrid le contaba que pasarían unos cuantos días en New Orleans y que sería una idea maravillosa poder juntarse para pasar Acción de Gracias juntos. También le comunicaba que los gemelos habían regresado al país y que también deseaban pasar un momento en familia, para así poder conocer a Hope.
Contestó al mensaje con alegría y realmente deseosa de poder ver a sus hermanos de nuevo.
Media hora había transcurrido desde los destrozos en el patio y tras unos breves momentos, donde todos se tomaron un tiempo para calmarse, se reunieron en el comedor alrededor de la mesa, permaneciendo en un silencio sepulcral que únicamente fue roto cuando Thalía no pudo soportar el olor a sangre; sabía a sangre envenenada.
– Mejor vuelve a sentarte – murmuró Klaus, al observar la bolsa de gasas y la botella de alcohol. – Ahorra tus esfuerzos. – pero ella simplemente lo ignoró y humedeció la tela.
– Elijah, levanta la cabeza, por favor.
Y aunque Elijah era demasiado orgulloso, no pudo evitar hacerlo mientras ella deslizaba con suavidad la gasa mientras soplaba.
– Puede cicatrizar solo. – acotó Klaus, quién también tenía alguna que otra herida.
– Sólo son rasguños regulares, pero esas mordidas deben ser tratadas. – continuó Thalía, sujetando a Elijah por la muñeca, observándolo detenidamente, tratando de encontrar un punto de luz lo suficientemente brillante para mirarlo mejor. Estaba por morderse su propia muñeca para curarlo, ya que sabía de antemano que Klaus se haría rogar antes de acceder, pero Elijah la detuvo.
– Estoy bien. No te preocupes. –la tomó de la mano y la hizo descender lentamente. Thalía rodó los ojos y tras dejar todo sobre la mesa salió del comedor.
El patio permanecía siendo el testigo material de un caos. Los muebles estaban destrozados, siendo la evidencia más contundente de lo que la rabia que cabía en dos seres tan colosales como los Mikaelson. Las gotas de sangre marcaban senderos que resultarían imposibles de borrar si se secaban.
Thalía tomó una de las pocas botellas que sobrevivió al ataque y la desenroscó con una sola mano, para luego darle un trago largo. Bebió otro más, hasta que sintió que la adrenalina menguaba en su torrente sanguíneo, llegando a un estado de reposo casi parecido a la calma.
Se sentó a los pies de la escalera, con la botella entre las piernas y ambas manos alrededor de la cabeza. Le dolía los costados del cuerpo y sentía que las viejas heridas, aquellas que Klaus le había provocado, se habían vuelto a abrir, doliendo como el primer momento.
