[LIBRO V]
▸Se ve a la Luna elevarse. Hay problemas en el camino; terremotos y relámpagos azotan estos tiempos
Un consejo amigable: no salgas ésta noche. Los lobos merodean la ciudad.
Con la Luna en lo alto, un amigo te traicionará. El enemigo tocar...
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Capítulo 11: "Le festin"
– Espera – sus dedos rozaron su piel pero no lograron cerrarse en un firme agarre, dejando que se escurriese como arena.
No existía planes perfectos. Uno debía creerse demasiado superior o demasiado ingenuo como para creer que aquello hubiera llegado a funcionar. Claramente, la idea había resultado buena en un principio; destapar viejos rencores, hacer que los enemigos peleasen entre sí, desequilibrando la frágil torre naipes que habían construido desde el momento en que llegaron a su ciudad a la espera de poder soplar la débil estructura y deshacerse de ellos.
Pero su propia torre de naipes había colapsado por algo que no había tenido en cuenta.
Durante años, había tenido confidentes con los que había podido desenterrar sus más oscuros secretos, exponiéndose como un ser débil y lleno de fallas; sus confidentes siempre habían sido jóvenes humanas que caían ciegamente ante sus encantos y que dócilmente se dejaban borrar sus recuerdos, eliminando aquellas profundas y comprometedoras confesiones.
Pero, como siempre, Aurora siempre había sido la excepción.
Aquel secreto era un peso que había cargado durante años y necesitaba alguien con quien compartirlo. Thalía nunca fue una opción, por obvias razones. Pero Aurora...oh, Aurora, tan dulce e inocente, había sido el receptor ideal. Se lo confesó todo una noche de tormenta y cada palabra que salía de sus labios era un respiro de alivio para su alma. Claramente, borró su memoria después, pero su inexperiencia con sus nuevos poderes nunca le advirtieron que ella recuperaría todo sus recuerdos al transformarse.
Y aquella desastrosa cena era la prueba.
Se adelantó de una zancada, interponiéndose en su camino y la puerta. Thalía lo miró y demando que se corriese pero él no la escuchó.
– Pedir perdón ahora no tiene sentido – dijo, sujetándola por los hombros. – Lo sé. Pero no te vayas. –
– Todo en ti son excusas. No pienso quedarme a escucharlas, Klaus. – respondió ella con hastío.
– Me has dejado claro que me odias. – repuso él, hablando por encima de sus palabras. Una gran parte de sí temía la represalias que pudiese tomar; Thalía era capaz de llevarse a Hope para siempre y sería algo que no podría evitar. – Y puedo asegurarte que me odio por ello también. Pero no te vayas.
Thalía lo miró a los ojos, examinando su rostro y finalmente parpadeó.
– Eso no soluciona nada. –
Los dedos de Klaus se afianzaron sobre sus hombros, sintiendo calor, un calor sofocante, que subía por sus yemas. Su piel era suave bajo aquel sweater, él la recordaba como la caricia de un pétalo.
