Capítulo 4

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Después que todo pasara me sentía extraña viéndonos a Ana y a mí allí en el escenario dándolo todo pero sin realmente hacerlo bien, estábamos repasando las actuaciones de la gala y obviamente, tanto como me temía, había quedado nominada frente a Ricky, que no me hacía ni puta gracia porque aparte de ser mi amigo era un gran artista. Por suerte, a Ana la habían salvado los profes y me sentía tan bien por ella como si me hubiesen salvado a mí.

La noche anterior después de la gala habíamos tenido una conversación muy larga antes de irnos a dormir, los demonios de la inseguridad y culpabilidad rondaban por su cabeza y no la dejaban en paz aunque tratara de no pensar en eso, Ana consideraba que había sido un poco su culpa que yo haya salido nominada y la entendía, porque si me hubiesen salvado a mí me sentiría igual de mal por, de cierta forma, haberme librado de una situación en la que las dos estábamos juntas como equipo. Y no lo habíamos hecho tan fatal como lo pintaban, pero ella lo sentía así.

-Ana, escúchame, hiciste todo lo que nos dijeron los profesores. Estuviste genial, bailaste bien y lo disfrutaste. Estás salvada y te puedes quedar una semana más.- Le hablaba pero ella estaba en su mundo llorando en el hueco de mi cuello.- Eh, mírame, linda. Lo hiciste genial.- Ella asentía de a poco pero yo sabía que no se lo creía, su respiración estaba agitada y trataba de no hacer ruido porque todos ya estaban dormidos.- Ana, lo hicimos genial.- Le hablaba como a una niña que había perdido su juguete favorito o que no sabía dónde estaba su madre, pero cuando habló me di cuenta de que también estaba enojada con ella misma y eso no podía ser.

-No lo hemos hecho bien, ha salido del asco. ¿Tu me viste ahí? Parecía que ni siquera sabía bailar, no afiné para nada y me equivoqué en la letra. Tú lo has hecho mejor, ¿Por qué me salvaron a mí? Estuvo horrible.- Dijo entre lágrimas calientes y suspiros cortos, volvió a hundirse en mi cuello y cada vez me costaba más consolarla.

-No es para tanto Ana...

-¡Sí!- En medio de la noche sonó algo fuerte y ella se quedó aguantando la respiración aunque nadie se movió de su lugar.- Es nuestra culpa.- Se secó un poco la cara con una servilleta de papel que le había dado y la luz de un móvil se prendió dejándome ver que estaba destruida. Ana se dió la vuelta y dándome la espalda lloró nuevamente.

-Ana, basta. ¿Fuimos las únicas que lo hicieron fatal? Porque...- Ella me cortó.

-De hecho considero que sí.- Dijo y me tuve que reír.- No te rías.- Se movió para mirarme seriamente. La luz del mismo móvil, que la verdad agradecía bastante porque me dejaba verle la cara aunque sea un poco, seguía prendida a pesar de que ella estuviera apagada, tenía ojeras y los ojos rojos. Me tuve que reír de nuevo cuando la vi fruncir el ceño.- ¡Hey!- No había sonado tan fuerte como el "¡Sí!" pero lo suficiente para que el dueño del móvil se levantara y lo apagara. Se me salió una sonrisita.

-No quiero pelear ahora, siempre hay altos y bajos. Lo que importa es que estás salvada.- Susurré, acercándome a ella. Sólo teníamos un edredón y me estaba helando. Estábamos compartiendo la almohada y Ana estaba casi a mi altura, aunque era claro que yo ocupaba más espacio que ella y mis pies habían quedado fuera cuando estábamos tapadas por la misma frazada, antes de que Ana se fuera acurrucando en la manta que nos tapaba como si yo fuera inmune al frío.

-Yo tampoco pero es que...- No la dejé seguir hablando, era tarde y aunque teníamos fama de no descanzar mucho, los días que teníamos a Magalí todos querían dormirse temprano.

-Nada.- Me acerqué aún más y el móvil de antes se volvió a prender, por eso mismo dormía con el antifaz puesto.

-Estás muy cerca.- Dijo Ana con las lágrimas secas en su rostro y era la primera vez que la veía dejar de llorar desde que se habían apagado las luces por completo.

-Tú estás muy tapada y yo me estoy muriendo de frío, ¿Te crées que por llorar te voy a dejar pasar todas?- Dije haciéndole burla y ella se dió la vuelta.- ¿Ana? ... ¿Ana Banana? ...- ¿Se había enojado?- ¿Mi Ana?- Pasé uno de mis brazos por debajo del edredón y busqué su estómago para hacerle cosquillas. Ella no tardó en reírse y trató de no hacerlo fuerte pero fracasó cuando mi mano no se iba de ese lugar. Decía mi nombre entre carcajadas y agarró mi mano para detenerme cuando ya no podía más, luego sentí la almohada de alguien pegándome en la espalda y casi me caigo de no ser porque Ana me agarró del pecho de mi pijama llevándome hacia ella.

-¡Mujer!- Dijo ella aún sosteniéndome, y yo suprimí mi risa, seguro habrá sido Agoney que es el que tiene el sueño menos pesado. Quería reírme pero sabía que si lo hacía todos se levantarían y nos dirían algo mañana temprano. Mi mano aún estaba en su estómago y me salió del alma rodear con mi brazo su cintura cálida y pequeña, Ana era tan delgada que algunas veces parecía que se iba a romper pero después la veía vestida para las galas y me dejaba con la boca abierta.- Ahora sí estás muy cerca...- Su mano hecha un puño en mi pecho sosteniendo mi pijama se relajó y pude notar las arrugas de éste en mi piel por la presión que había ejercido.

-Es que tengo frío, tú eres la única que estás tapada.- Susurré lo más bajo posible, la tenía a centímetros de mi rostro, era imposible que no me escuchara.

-Yo también tengo frío, y como mi cama estaba arriba siento que aún es peor.- Ella no lo vió pero elevé una ceja con una mirada pícara.

-Oh, ¿Así que por eso estás aquí desde hace horas? Si quieres por hoy te cedo mi cama.- Se podía notar la sonrisa en mi tono y hubo un momento de silencio en el que pensé que había hecho algo que la incomodara.- ¿Ana?- Sentí sus brazos en mi cintura y su rostro sobre mi pecho, algo había cambiado en el ambiente.

-Quédate.- Me dijo despacito.

-No me voy a ir, por lo menos no esta semana.

-Pero yo te quiero aquí más tiempo... Todo se está terminando muy rápido.- Su tono era cada vez más bajo.

-Te prometo que siempre me tendrás.- El silencio se hizo de nuevo y cuando creí que se había dormido o algo, la escuché hablar.

-No lo entiendes, no quiero que te vayas nunca.- Suspiré y no dije nada. Al poco tiempo ella se quedó dormida y entre sueños se había acomodado en mis brazos.

Y resoplé cuando me di cuenta de que no me había dejado ni un trozo de edredón.

COMPLICADO [WARMI]Where stories live. Discover now