Capítulo 11

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Podría decir que se me hacía raro estar sin Ana, habían sido dos semanas moviditas en las que andaba de hotel en hotel y pasaba la mayor parte de mi tiempo en casa de mis amigos o fuera paseando disfrutando de la libertad, ¿No podía estar con ella en la misma cama como casi todas las noches? Abrazarla y darle besos, aunque no fuera mi novia, sino de Jadel. Persona de la que Ana me había dicho muchos adjetivos calificativos, antes de que pasara algo entre nosotras, pero que yo aún no podía contrastar porque no lo había visto. Aunque... ¿Quería verlo? ¿Para qué? Nos unía una chica que tarde o temprano nos terminaría rompiendo el corazón a alguno de los dos.

Sin embargo, la relación que tenía con ella era diferente, nunca había sentido con mis parejas anteriores lo que sentía por Ana. Al principio, obviamente, Ana me pareció hermosa, luego cuando hablamos un poco más congeniamos bien y al final estábamos tan pendientes la una de la otra que las dos sabíamos que la amistad que habíamos logrado forjar en poco tiempo iba a durar mucho. Nunca me hubiese imaginado besándola y pidiéndole indirectamente que dejara a su novio mientras discutíamos pero había pasado y ya no había nada que pudiera cambiarlo.

A pesar de que hace rato no me pasaba eso de mirar a la gente e irme enamorando por todos los sitios, ese día después de salir de compras y hacer planes con mis amigos para ir a bailar a alguna parte, no dejaba de ver a las chicas que me pasaban cerca o que estaban sentadas en la barra, incluso bailando en la pista. Con unas cuantas copas de más todas tenían algo que me recordaba a Ana y me hacían querer volver corriendo a la Academia para darle un beso.

Mi cariño por ella estaba presente pero mi cuerpo me pedía una cosa y mi cabeza otra. Mi corazón estaba divido, las pulsaciones alocadas por la repentina ingesta de alcohol y luego el recordar a Ana en mis brazos con su piyama puesto hacía que todo retumbara junto a mis oídos al ritmo de la música.

El líquido dulce del trago que trataba de camuflar lo amargo de la fuerte bebida blanca estaba haciendo estragos en mi mente, recordaba a Ana a cada segundo y me perdía en querer olvidarla, porque ese día esperaba pasar una linda noche entre compañeros, no ahogando mis penas por una chica que me había besado porque sí y le encantaba hacerme suspirar cuando me dejaba con ganas de más besos, que decía quererme teniendo a su chico esperándola en casa.

Durante este breve lapsus en el que mi cerebro le daba rienda suelta a sus pensamientos había terminado apartada de mis amigos y con mis ojos prestando atención a las mujeres que rondaban por la zona, grupos de amigas, algunas bailando con sus novios y otras entre sí.

Rápidamente los detalles básicos de Ana recorrieron mi mente para concluir en que la mayoría tenía el cabello castaño y casi del mismo largo que ella, ¿Lo tenían igual? Pues no pero cuando me paré en la barra y pedí un trago, la chica a mi lado me llamó mucho la atención. Su altura era menor a la mia y llevaba puesto unos vaqueros con una chaqueta de cuero llena de flecos a los costados.

El impulso de hablarle e imaginar tener una conversación con Ana se hizo realidad cuando, entre todos los gritos hacia el barman y su tardía entrega de los cubatas, no pude controlarme un segundo más y le di un pequeño toquecito en el hombro para que se girara a verme. No voy a mentir, ¿La chica era igual a Ana? De nuevo, no, aún así con mi vista algo borrosa su sonrisa y sus labios me recordaban mucho a ella, en vez de ojos cafés los tenía azules y sus cejas eran difererentes a las de Ana. Igualmente cuando me miró con incertidumbre sonriéndome mi yo pasada de copas cayó un poco a sus pies.

-¿Hola? ¿Te conozco de algo?- Su voz era muy diferente a la de Ana pero tenía un tono dulce que contrastaba con la música electrónica hardcore que sonaba de fondo. ¿Cómo había terminado en este lugar recordando cada dos segundos a la chica canaria que solo había conocido un par de semanas? Mi parte racional me convenció diciéndome que después de ver esa foto con la sudadera de su novio ya nada tenía mucho sentido.

-No... Pero vi tu trago y quería saber qué estabas tomando.- Era una mentira enorme y aunque en estos momentos estuviera arrastrando las palabras producto de la excesiva dosis de alcohol, ¿Quién no conocía los distintos tipos de bebida más que yo después de tantas fiestas? Pero no iba a huir de allí como una cobarde, le había hablado queriendo silenciar cualquier cosa referente a Ana, claramente fallando en el intento de conseguir eludirla.

-Oh, es un gin tonic.- Le sonreí dolorosamente teniéndome de la barra cuando un codo se incrustó en mi costilla y casi me hace perder el equilibrio, ella me sustuvo un poco soltando una risita y cuando notó que estaba bien siguió tomando de su copa con una sonrisa en los labios. Mi actitud al verle los labios me pareció entre acosador y demasiado evidente.- Es rico, ¿Lo has probado?- El otro chico con el que estaba hablando se había ido a sus espaldas luego de recibir lo que había pedido.

-Sí, pero ahora prefiero un Sex on the Beach.- Cuando lo dije ella me quedó mirando con las cejas levantadas.- Eh, que estoy hablando del cóctel.- Le dije con una risa burbujeante y justo el barman me lo dejó en la mesa, tiré el primer billete que conseguí en mi bolsillo a la barra y volví a prestarle atención a la chica.

-Ah.- Se rió nerviosa.- Nunca probé eso.- Ahora yo la miré confundida mientras el líquido frío pasaba por mi garganta.

-Mmm, toma.- Le acerqué el vaso a su boca y tomó de la pajilla suavemente.- ¿Te gustó?

-Sí, creo que cuando termine este me voy a pedir uno de esos.

En vez de un codo lo que me hizo acercarme a ella fue un empujón en la espalda y un grito sobre que la barra estaba muy llena como para que yo esté ahí parada. Al tenerla más cerca su sonrisa me cautivó y prescindí del querer voltearme para decirle un par de insultos al tonto que me había tratado de forma grosera aunque si lo hubiera hecho no hubiese sabido para qué lado mirar porque mi vista estaba muy borrosa, las luces me mareaban y cuando giré mi rostro hacia los lados para ver si alguno de mis amigos estaba cerca, la mujer que tenía delante me tomó del brazo y guió mi cuerpo somnoliento y perezoso hacia unas escaleras que conectaban no sé con qué lugar.

Sus ojos azules ahora parecían diferentes cada vez que ella los desviaba del camino para ver si seguía hipnotizada siguiéndole el paso, ¿Eran las luces o la bebida tenía algo? Creo que efectivamente era el juego psicodélico de los coloridos reflectores que hacían ver a sus ojos tan extraños, casi como violetas. Una que otra vez mis pies se despistaron y trastabillaron, ella bajaba el ritmo, me recomponía y continuaba. Nunca dejábamos de subir escaleras y hacernos a un lado porque otros venían de frente.

Al llegar a la cima del lugar, se apoyó de espaldas a la barandilla hecha con trozos de madera que daba a la playa y me dio una sonrisa al ofrecerle más de mi cóctel.

-Gracias, pero el vaso está vacío.- Se burló, me tambaleé hacia el frente para ver si de verdad no había más.- Se fue cayendo mientras subíamos.

-Oh.- Murmuré algo inentendible y ella acarició mi mejilla. Sus dedos estaban fríos comparados con el calor de la noche.- Tengo sed.- Me entendí a mí misma entre algunas palabras que había tratado decir.

Vi como la chica se movía lentamente porque mis reflejos no estaban al cien por ciento. Más tarde, llegó con una botellita de líquido transparente.- ¿Qué es?- Pregunté por las dudas.

-Agua.- Asentí y cuando vio que no podía sacar la tapa porque no tenía fuerza me ayudó, ella se sentó sobre la baranda y me atrajo a su cuerpo. Me sentía rara, creo que tenía ganas de vomitar. Pero el orificio de la botella tapó mi boca y rápidamente bebí más de la mitad de la botella, al mismo tiempo que la desconocida, al parecer muy cariñosa, pasaba su mano por mi cabello haciéndome cosquillas, reí en medio de mi intento de beber el agua y casi me ahogo.- Eh, tranquila.

-¿Me puedes llevar con mis amigos?- Declaré luego de unos minutos derrotada en sus brazos, las piernas estaban por fallarme y ella me sostenía desde su posición.

-¿Y cómo son tus amigos? ¿Cuáles son sus nombres?- Preguntó en mi oído, me reí vagamente pasando un brazo por encima de su pierna flexionada.

-No sé.- Reí fuerte dejando que mi cabeza se fuera hacia atrás en su hombro, casi haciéndola caer. Ante esto, ella se paró y vi como sus labios se movían y volvía a arrastrarme hacia el interior del establecimiento hundiéndome entre la masa de gente que coreaba uno de los últimos hits.

COMPLICADO [WARMI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora