Capítulo 13

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Durante la noche no había podido ni descanzar por unos pocos minutos, la cabeza me daba vueltas y solamente podía pensar en Mimi. ¿Se habrá encontrado con mi novio? ¿Habría sido una presentación incómoda? ¿Me extrañaba? ¿Aun me seguía queriendo? Eso y más era tendencia en mi cabeza, Jadel era un chico tranquilo hasta que veía que las cosas no salían como él las imaginaba y terminaba en un estado de enojo bastante marcado, su aura zen se esfumaba cuando perdía la paciencia. Temía un poco por Mimi. Entonces el terror me inundó recordé de las tantas veces que la había abrazado o besado; frente a las cámaras los abrazos y en la oscuridad de la habitación, los besos. ¿Qué haría Jadel si se daba cuenta de eso o si ya lo sabía?

Aún así quería ver a Mimi, los días pasaban más lentos sin ella cerca y aunque no teníamos mucho tiempo para descansar, los momentos que habíamos pasado juntas siempre estaban presentes en mi mente. Añoraba verla y abrazarla, darle muchos besos y acariciarla...

En la habitación, todo, pero en la habitación.

Eso era algo que también me había planteado, nunca antes me habían gustado las mujeres, no era tampoco que ellas precisamente me tuvieran agrado. Solo me había pasado de verlas caminar por la calle o en revistas y pensar que iban bien vestidas o que tenían una belleza facial muy de otro mundo.

Sin embargo, de Mimi me gustaba todo, sin excepciones, todo. Ese día cuando discutimos en lo único que podía pensar era en lo linda que estaba. Empezando por su cara de indignada, luego su pijama desacomodado con los botones mal puestos, el cabello alborotado y el ceño fruncido por haber tenido que venir corriendo a buscarme y terminando por su expresión afligida cuando se disculpaba. Me gustaba que fuera la más altas de las dos. Y de su personalidad ni hablar, Mimi era entre alegre y activa, nunca dejaba de hacer cosas y le encantaba ser cariñosa con todos, muy pocas veces la había visto relajarse y tirarse en algún sofá sin hacer nada, podía animar cualquier momento bailando y a mí me dejaba con los suspiros en la boca cada vez que se movía en las clases de baile o por la casa.

Si no la conocías podrías creer que estaba intentando llamar la atención y destacar sobre los demás, pero Mimi no hacía las cosas para otros, las hacía para ella misma, porque le gustaban y era independiente, sabía que llamaba la atención simplemente porque su altura era de 1,72, rubia y desprendía seguridad. Si le apetecía bailar en mitad del salón lo iba a hacer y con todo el arte del mundo, ¿Por qué tenía que querer llamar la atención por hacer eso? Era su forma de ser y ella estaba tan en su mundo que lo último en lo que pensaba era que otra persona la estaría mirando o juzgando.

De nuevo pensaba en lo diferente que éramos, yo no me veía haciendo esas cosas, hasta me había costado agarrar la guitarra y ponerme a cantar canciones cerca de mis compañeros teniendo en cuenta que lo había hecho en una calle con mucha gente yendo y viniendo. Me sentía insegura entre tanto talento y veía como cada uno tenía algo diferente, cosa que yo no notaba en mí ni podía encontrarlo. En esos momentos rápidamente me acordaba de Mimi, me hacía sentir especial y confiaba tanto en mí que me parecía impensable, ella no me conocía de nada y apostaría por mí hasta quedarse sin dinero, al menos de mi parte lo sentía así y ella sabía que yo haría lo mismo.

La oscuridad que llenaba la habitación me hacía querer dormirme pero mi cerebro estaba dándolo todo por seguir exprimiendo cosas. Cuando entre todas las frases que se me pasaron apareció una pregunta definitoria que me perseguiría por el resto del día de mañana.

¿Cuándo alguien me había hecho sentir así? ¿Por qué no lograba sentirlo con Jadel?

Me respondí después de varios minutos concluyendo en que apreciaba que todos a lo largo de mi vida me hubiesen dicho algo para lavantarme el ánimo, suponían que me motivaban a hacerlo mejor pero hasta ese momento no había llegado nadie por quien yo quisiera creérmelo y llevarlo a la práctica, y era la Ana Guerra que Mimi podía ver en mí.

Cuando quedé satisfecha con la respuesta mis ojos se cerraron para que mi subconciente recordara a alguien que aún seguía ahí.

Jadel.

Demasiada cansada para otra ronda más traté de convencerme de algo bueno, Jadel traía estabilidad a mi vida y lo quería porque me había acostumbrado a estar con él, aun así esa deducción final no funcionó para quedarme tranquila, seguía despierta e inquieta.

¿En este momento era buena la estabilidad que él me ofrecía?

Claramente si tenía que hacer algún concierto cuando saliera de acá y veía que él me esperaba en casa o en el camerino, hubiera sentido que luego de la adrenalina de subirme al escenario encontrar un respiro de eso era lo mejor. Seguir con los pies sobre la tierra.

¿Acostumbrarse a alguien estaba mal?

En mi cabeza no, si me acostumbraba a alguien era porque lo sentía tan cercano que era como uno más de mi familia, me acostumbraba a verlo y compartir cosas con él.

¿Era un poco incípido?

Pues sí, pero nada es demasiado perfecto en esta vida. Por lo menos yo y mi entorno no lo éramos.

¿Y Mimi?

Era esa luz que alumbraba los huecos que yo no percibía, sin embargo allí estaban.

COMPLICADO [WARMI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora