Playing like a Gigoló ~ [NamV]- Finalizada

Capítulo 30: La perversión de los menores.

Namjoon estaba recostado en su cama, mirando al techo, había estado así por horas, desde antes de que Tae se levantara hasta que escuchó el auto de Jungkook llevárselo a la escuela, pero esta vez no tomó su celular para seguir celosamente su ubicación, no se vistió ni sacó alguna de las armas que escondía en el compartimiento secreto en el cuarto de baño, y mucho menos salió de la casa para iniciar su vigilancia del día, estaba completamente perdido en sus pensamientos.

Le habia hecho el amor, e ingenuamente pensó que después de eso Tae correría a sus brazos, que lloraría todo lo que hubiera que llorar y después lo besaría profundamente, confesándole lo mucho que lo amaba, pero no fue así como sucedió, porque se había encargado de marchitarlo, y las flores marchitas no pueden volver a la vida.

No estaba muy seguro de que hacer, sabía que insistirle sólo traería más problemas, y pensó por un momento que tal vez debería seguir su juego, al menos hasta que el corazón de Tae se apaciguara, pero había un problema aún mas grande, porque algo dentro de Nam empezaba a arder con fuerza, haciéndolo sentir agotado y miserable, y es que había pasado mucho tiempo... 10 años para ser exactos, desde la ultima vez que sintió que desfallecería por otra persona, que alucinaba y que suspiraba como un idiota, completamente enamorado, y por ese momento se sintió patético, porque siendo un adulto creía ferviertemente que ese tipo de cosas ya no podían pasarle, y menos con "un niño", es por ello que sólo por un instante sonrió irónico, pensando en esa persona que lo había dejado atrás hacía tantos años, esa persona que lo había tomado, besado y desgarrado, que lo había hecho llorar desconsoladamente tantas veces, y regresaba al final siempre para consolarlo solo con una palabra. –Jinnie... me pregunto si este es mi karma...

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Condujo tal vez por unas tres horas o cuatro, hasta que llegó a los límites rurales de la ciudad de Seúl, y cuando entró en ese pequeño vecindario de calles estrechas y casitas sencillas sonrió por un momento, sintiendo una nostalgia cálida en el corazón.

Se estacionó con cuidado, lo suficientemente lejos para no ser visto, lo suficientemente cerca para poder observar, y apagó el motor, mirando con detalle el paisaje, que parecía haber sido sacado de una película bastante vieja, pero alegre, en donde las dos casitas protagonistas, una al lado de la otra, parecían haberse quedado inmaculadas en el tiempo, y las personas que vivían en ellas también. En la primera, pequeña y azul, habita un matrimonio cariñoso que cuida de su jardín trasero con devoción; En la segunda casa, un poco mas grande y color rosa pastel, una pareja de ancianos sonríe, sentados en el pórtico, tomando una taza de té a veces, otras leen el periódico juntos, o conversan riéndose, pero siempre permanecen juntos, dándole al mundo una prueba de que existe el amor eterno.

Y Nam sonríe cada ves que lo mira, y agradece que se encuentren saludables mientras los añora a la distancia, y esta vez no es diferente, pues en medio de sus pensamientos se da cuenta de que la amable anciana sale de la casa con una sonrisa, poniendo una carta en el buzón, y tras mirar un poco alrededor se aleja, se soba un poco las piernas, a causa de la osteoporosis que empieza a molestarle un poco mas cada año y sin embargo suspira sonriendo, como si no le importara y se sienta en la pequeña silla en el pórtico, a bordar un pedazo de tela. Eso no entristece a Nam, sabe que los años para Seo NaMi significan tan poco que podría fingir que no pasan, y eso lo hace sonreír.

Pasa por ahí una ves cada año, no puede permitir que lo vean, pues la ultima ves que se comunicó con ellos les dijo que se iría a vivir al extranjero,para estudiar, y nunca más los ha vuelto a ver de frente, ni a escribirles, ni a llamarles por teléfono, porque a pesar de todo el amor que le tienen, sabe que tomarlo de forma tan sínica seria faltarles al respeto y no quiere eso, porque después de lo que hizo, sencillamente no se merece el amor de su madre... no se merece el amor de su padre.