Capítulo 1 | Invisible

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Me llamo Rosie y yo soy la chica que él nunca notó.

¿Cómo iba a hacerlo si Lee Seunghyun es el jefazo de toda la compañía?

Todos los días está muy ocupado. Casi nunca está en la oficina, pues siempre supervisa todas las sucursales que se encuentran por todo Seúl y otras ciudades aledañas. Tengo suerte cuando a veces me lo encuentro en los elevadores mientras subo con los vasos de café de mis compañeros del departamento de publicidad. Siempre huele delicioso y su cabello siempre luce tan suave que más de una vez estuve tentada a comprobarlo,  pero cuando todos los días tengo que bajar primero que él de la tortuosa caja metálica me recuerdo a mí misma que no sabe de mi existencia. Soy prácticamente invisible. Si soy objetiva, no sólo soy como un fantasma para Seunghyun, sino para todo el departamento de publicidad.

Eso fue lo que estudié en la universidad y cuando mi mejor amiga Yuna me dijo que podía hacer una pasantía en Aori Company no lo dudé ni un segundo. ¡Aori Ramen era mi restaurante favorito! Estaba llena de ideas nuevas e innovadoras. Podía aportar la perspectiva de un cliente y brindar muchísimas sugerencias...

Excepto que en las juntas siempre era la que tomaba notas.

Soohyun, mi jefa y una completa bruja, además de volar todas las noches sobre una escoba y hacer pociones con mis lágrimas de frustración, no me deja participar en ninguna de ellas. Cuando Seunghyun se encuentra presente parece que soy transparente. Nadie me dirige la palabra y sólo me limito a hacer lo que me ordenan, que generalmente es pedirme más botellas de agua. Nadie me pide mis notas, así que normalmente dibujo pequeñas caricaturas del jefazo y yo rodeadas de muchos corazones mientras todos hablan de la nueva campaña publicitaria que se lanzará en un mes.

Seungri, como había escuchado que lo llamaban algunas personas de la oficina, era mayor que yo por seis años. Debería referirme a él como sajangnim, pero aún cuando llevo muchos años viviendo en Corea nunca he entendido la necesidad de las formalidades.

—¡Unnie! —escucho que gritan desde lejos. Aún estoy en mi quinto sueño y todo está oscuro—. Rosie, levántate que se te hace tarde.

Abro los ojos a regañadientes y a tientas tomo el celular del otro lado de la cama. En efecto, mi mejor amiga me había mentido de nuevo.

—¡Yah! Aún es temprano —grito molesta mientras me pongo la almohada sobre el rostro para que la oscuridad me vuelva a inducir al sueño.

—Levántate ya, unnie. ¿No tenías que pasar por café antes de entrar? —vuelvo a escuchar a Yuna decir desde la sala.

Me levanto rápidamente.

¿Cómo había podido olvidarlo? ¡Es día de junta!

Me ducho con agua fría para que el sueño que se rehúsa a salir de mí por las buenas desaparezca por completo. Tardo un poco más en arreglarme pues seguramente Seunghyun estará ahí. Me pongo el perfume más caro que tengo, unos tacones negros y estoy lista para salir al mundo.

En la sala, Yuna muerde un pedazo de kimbap aún con su pijama puesta. Cuando está a punto de tomar el último, lo tomo con mi mano rápidamente y lo meto a mi boca de un sólo bocado.

Aish... —exclama enojada—. Esta vez te perdono porque vas tarde. No serás tan suertuda la próxima vez.

—Como tú digas —murmuro divertida—. ¿Te veré en la tarde? —pregunto mientras meto el celular en mi bolso y pongo una mano sobre la manija de la puerta, lista para salir.

—No lo creo, tengo clases hasta bien entrada la noche.

—Está bien, te dejaré algo para cenar cuando llegues.

—¿Será el kimbap que me acabas de robar?

—Algo mejor —le digo guiñándole un ojo antes de cerrar la puerta tras de mí.

Las rutinas por la mañana con Yuna son lo mejor. Es mi mejor amiga desde hace mucho tiempo y es más como la hermana que nunca tuve. Nos conocimos en la preparatoria cuando por accidente tropecé en la cafetería y desparramé todo mi almuerzo sobre su uniforme. Como la persona tranquila que es, me jaló el cabello y lanzó jugo sobre mi camiseta blanca.

Nos llevaron a detención y nunca paramos de hablar. Somos mejores amigas desde entonces.

Cuando por fin llego a la cafetería cerca del edificio, me sorprendo al ver que la fila para pedir sale del establecimiento. Consulto la hora en mi celular y esta marca que sólo faltan quince minutos para que empiece la junta.

¡No, señor! ¡No pienso llegar tarde!

Entro y me abro paso entre la gente para llegar al inicio de la fila. Reconozco al chico de siempre, Hyunsuk, y sonrío malévolamente. Todos me fulminan con la mirada cuando me paro frente al mostrador, dispuestos a ahorcarme si pronuncio las palabras que salen de mi boca segundos después.

—Hyunsuk-ah, quiero lo de siempre más un pumpkin spice latte.

Escucho los gritos de la gente detrás de mí, especialmente la voz de un hombre molesto se puede escuchar sobre todo el alboroto. El chico me mira enojado pero hace lo que le pido, lo que hace enfurecer más a la gente. Conozco al pequeño Hyunsuk desde que me mudé a Corea y si no supiera que se está acostando con la jefa del establecimiento y amenazara con contárselo a sus padres tal vez no tendría tanto poder sobre él.

Después de unos minutos, el chico grita mi nombre y pone mi pedido sobre el mostrador.

—Gracias —digo con una sonrisa mientras tomo la bandeja con cuatro vasos de café negro y mi latte favorito del otoño.

—Eres mala, noona —reprocha Hyunsuk—. No puedes hacer eso cada vez que hay mucha gente.

—Vamos, no te despedirán  —respondo divertida—. Sólo asegúrate de darle su dosis diaria a tu jefa y todo estará bien.

Me doy media vuelta y puedo verlo sonreír por el rabillo del ojo antes de que vuelva a atender a los clientes. Salgo de la cafetería y me subo al elevador sólo unos minutos antes de que comience la junta. Cuando llego a la sala, mi jefa está ahí sentada junto con sus tres minions  personales, o sea, aquellas chicas que hacen lo que sea por mantenerla contenta.

Además de que coincidentemente siempre usan faldas cortísimas cuando se trata de una junta con el jefazo.

Saludo con una reverencia y pongo sus vasos frente a ellas.

—¡Tú! Llegas tarde —dijo la bruja mientras tomaba su café, molesta. Las otras chicas se rieron por lo bajo y también tomaron sus recipientes.

Si serán pesadas...

Me disculpo con una pequeña inclinación mientras maldigo por lo bajo y voy a mi lugar habitual al fondo de la habitación. Activo la pantalla de mi celular y compruebo con asombro que Seunghyun lleva un minuto retrasado. Siempre se había caracterizado por ser puntual, tanto así que de haberse encontrado presente en sala cuando llegué me hubiera prohibido entrar.

Empiezo a hacer garabatos sobre el cuaderno de anotaciones y estoy segura de que pasaron diez minutos más antes de que la presencia del jefazo apaciguara el cotilleo de las brujas. Con el cabello platinado, un suéter de cuello de tortuga color negro y afelpado, cubierto por una gabardina gris, el jefe de Aori Company entró por la puerta con café en mano.

Caminaba con gracia y con muchísima seguridad en sí mismo, lo que hacía que mi atracción hacia él se multiplicara en un doscientos por ciento. Aún cuando se veía magnífico con su cabello de ese color, yo prefería mil veces su color natural. Su cabello negro me volvía completamente loca, ya que muchas veces me lo imaginaba entre mis dedos. Suspiré mentalmente.

¿Por qué tenía que ignorarme todo el maldito tiempo?

Mientras regresaba a mis trazos poco agraciados después de haberlo contemplado, sentí la mirada de las minions clavadas en mi coronilla. Levanté la cabeza y traté de mirarles de manera retadora para que dejaran de observarme.

Pero una mirada mucho más intensa me distrajo de mi objetivo.

Lee Seunghyun me atravesaba con la mirada.

Y estaba completamente furioso.

La chica que él nunca notó | SeungriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora